La medicina en general ha tenido un crecimiento enorme. Entonces, ¿por qué las actitudes y comportamientos no han evolucionado?
En los últimos años, se tiene un conocimiento más profundo de las patologías, fisiopatologías y tratamientos; así como tecnología de vanguardia frente muchas enfermedades, pero así también es evidente que no se ha logrado transformar el pensamiento y las actitudes a la par del conocimiento.
¿Por qué se sigue viendo como normal los casos de abuso de poder, acoso e intimidación hacia estudiantes y residentes de medicina?
El mundo de la medicina siempre ha tenido una estructura jerárquica, pero esos rangos de poder, por desgracia, permiten espacios para la violencia que ejercen y que no es un tema nuevo. Sin embargo, parecería que es una problemática eludida, perpetuando este tipo de conductas.
Cuando un joven entra a estudiar medicina, sabe que le esperan años difíciles y complicados; esta labor/vocación está llena desafíos y sacrificios; el dilema más grande subyace cuando uno de los retos más grandes consiste en sobrevivir, ahí la conversación raya en lo irónico.
Pues tienen que defender su integridad, su salud mental y física, en un contexto de violencia estructural, con condiciones laborales y académicas extenuantes, que evidentemente puede disminuir la empatía de estos profesionales, factor vital para las relaciones médico/paciente o médico/estudiante.
La pandemia fue un factor que acentuó las deficiencias en sistemas de salud, incluyendo maltratos hacia los médicos en formación, largas jornadas laborales, falta de mecanismos efectivos de denuncia, falta de insumos y de personal, además de sueldos o becas insuficientes. Aspectos que llevaron a muchos profesionales a desarrollar síndromes de desgaste o burnout, incluso algunos casos de suicidio evidenciados en el documental Resiste Residente, realizado en 2021 por Symbiosis y Medu.
En lugar de romper con este ciclo de agresiones y violencia, se ignora o minimizar estos actos en el día a día de los hospitales, utilizando afirmaciones como:
"No aguantan nada"
"En mi época te hubiera guardado una semana"
"¿Me vas a acusar?"
Entre muchas otras, con diferentes tipos de amenazas y violencia. Que, a su vez, ha permitido generaciones educadas desde la violencia, y de las que lo más probable es que repliquen el mismo método de enseñanza.
Y se debe hablar de las famosas, "novatadas" a médicos residentes del Hospital Regional de Tlalnepantla, caso que fue reportado en el periódico Reforma en octubre del 2021.
Dicho reportaje expone agresiones físicas, como asfixia, amarre o el llamado "chocorrol" (en el cual envuelven a un residente dentro de unas cobijas mientras otros lo golpean) y la violencia psicológica ejercida por los residentes de traumatología y ortopedia a los de menor jerarquía.
Esto ya había sido notificado a sus superiores, sin recibir una respuesta adecuada por las autoridades, como sucede frecuentemente; situación expuesta por varios involucrados numerosas veces, según el informe.
Se ha normalizado el agredir, ¿es acaso está la única manera de transmitir el conocimiento?
Vale la pena evaluar las condiciones estructurales del sistema que fomentan ese tipo de comportamientos sistemáticos y ya arraigados.
En un estudio elaborado este año en Jalisco se observó que el suicidio es la segunda causa de fallecimiento en médicos residentes en nuestro país. Esto se ha relacionado con insatisfacción laboral, síndrome de desgaste (que se presenta hasta en 50 % de los residentes), despersonalización, ansiedad, insomnio y presencia de síntomas somáticos. El estudio señala que el riesgo de suicidio aumenta de 1,9% a 7,4% después de los primeros seis meses del inicio de la residencia.
Esta problemática no solo afecta a los médicos, ya que la atención a los pacientes también puede verse afectada. La falta de sueño, el estrés, la depresión, la mala alimentación y la ansiedad alteran la capacidad de concentración, aprendizaje y las habilidades clínicas de los médicos, poniendo en riesgo su salud y la de los pacientes.
A pesar de ser un tema de suma importancia, los registros o la evidencia que se tiene es escasa y las medidas para combatirlo son casi inexistentes. Conocer, reconocer y documentar esta problemática permitirá tener mayor información para posteriormente generar soluciones, es esto lo que se necesita para cumplir como sociedad médica.
Fuente consultada aquí.