Mitos y verdades de la fiebre

La suele ser muy común en los niños, debido a las enfermedades e infecciones que contraen.

Valentina Diaz Ospina

    Mitos y verdades de la fiebre

    Un síntoma sobre el que abundan las recomendaciones, sin embargo, siempre deben chequearse con un especialista en salud.

    Es muy común que los niños tengan fiebre, debido a las enfermedades e infecciones que contraen y es frecuente que los padres no sepan si implica un peligro o el por qué se produjo, o cuál es la mejor forma de medirla y manejarla.

    La fiebre es dañina para los niños.

    FALSO: La fiebre no es dañina ni es una enfermedad, sino una respuesta del organismo ante una infección y también un mecanismo de defensa. Puede ser de mucho beneficio y hay que perderle el temor.

    Causa daño cerebral permanente, por lo que es necesario detenerla cuanto antes.

    FALSO: La fiebre por lo general no excede los 42°C y a esa temperatura no se ha demostrado que exista daño en ningún órgano del cuerpo, incluido el cerebro.

    Cuando la temperatura del cuerpo sobrepasa los 42°C se denomina hipertermia, que sólo se produce en condiciones muy especiales, cuando el cuerpo ha perdido la capacidad de autorregulación o cuando las condiciones ambientales son muy adversas. La hipertermia no ocurre en condiciones normales de infección.

    La fiebre no se puede solucionar con medicamentos.

    VERDADERO: La fiebre es la respuesta del organismo ante una infección, no una enfermedad. Los medicamentos  antipiréticos se logran bajar la temperatura del cuerpo, es decir, controlan la fiebre, pero no son remedio para la enfermedad que la causa.

    Siempre hay que bajar la fiebre.

    FALSO: El aumento de la temperatura corporal es beneficioso cuando hay una infección. Se ha demostrado que los mecanismos de defensa son más eficientes a temperaturas algo más elevadas que la normal y se ha visto que los virus y bacterias se multiplican menos cuando se produce fiebre.

    La mejor forma de tomar la temperatura de los niños es axilar y con un termómetro digital.

    VERDADERO En niños se recomienda tomar la temperatura de manera axilar, ya que es lo menos invasivo, y con un termómetro digital. Los termómetros convencionales de mercurio tienen el inconveniente de ser frágiles, se pueden romper, y el mercurio es tóxico.

    Una manera rápida de bajar la temperatura es bañándolos con agua fría.

    FALSO: Estos pueden provocar escalofríos y  aumentan la temperatura. Además, a los niños los hacen sentirse incómodos y molestos.

    Para bajar la fiebre se puede usar alcohol en compresas.

    FALSO: Nunca debe usarse alcohol para uso externo debido a que puede producir intoxicación al absorberse por la piel.

    Se puedes prevenir la fiebre si se reduce la exposición a enfermedades infecciosas.

    FALSO: Los niños están en permanente contacto con bacterias y virus. Estudios demuestran que las infecciones ayudan a que el mecanismo inmune se mantenga alerta.

    Si un niño tiene fiebre hay que darle más líquidos

    VERDADERO: Cuando sube la temperatura, el organismo reacciona poniendo en marcha los mecanismos para perder calor. Uno de ellos es la transpiración, lo que se traduce en una mayor pérdida de agua que hay que reponer para evitar la deshidratación.

    Si la fiebre es alta, indica una infección bacteriana; si es baja, es viral.

    FALSO: La magnitud de la temperatura no permite diferenciar el origen viral o bacteriano de la enfermedad. Tanto virus como bacterias pueden producir temperaturas altas.

    A diferencia del sobrecalentamiento, la fiebre en un recién nacido se reconoce porque no baja al desabrigarlo y el niño está irritable y sin ganas de comer.

    VERDADERO: Si un recién nacido tiene temperatura elevada y las condiciones ambientales o el sobre abrigo no permiten explicar esta alza térmica, se debe consultar sin demora.

    A veces, los niños con fiebre pueden respirar más deprisa que de costumbre y pueden tener el ritmo cardíaco más acelerado. 

    VERDADERO: El aumento de la temperatura provoca un aumento en la frecuencia respiratoria y la frecuencia cardiaca. Se debe acudir a urgencia si la dificultad respiratoria continúa una vez controlada la fiebre.

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