Las sustancias químicas contenidas en los cigarrillos y otros, resultan muy nocivas para los niños porque sus pulmones aún no se han desarrollado totalmente.
La exposición a lo que llamamos “humo de segunda mano” ocurre cuando personas que no fuman, respiran el humo que exhalan los fumadores o aquel proveniente de la combustión de productos del tabaco.
Anualmente, cobra la vida de 400 bebés a causa del síndrome de muerte súbita del lactante relacionado con el humo de segunda mano y de 41.000 adultos no fumadores por cáncer de pulmón y enfermedades cardiacas relacionadas, en EE.UU.
De hecho, la American Academy of Pediatrics (AAP) ha llevado a cabo estudios de investigación que van más allá, evaluando los efectos del humo de tercera mano, es decir, los residuos de nicotina y otras sustancias químicas que quedan en las superficies luego de que una persona ha fumado.
Se cree que estos residuos que quedan en las paredes, la ropa, las cortinas, la tapicería de un carro e incluso en el cabello; reaccionan con otros contaminantes comunes en el ambiente generando una mezcla tóxica con componentes cancerígenos; que representan un riesgo al igual que el humo de segunda mano.
Cómo repercute en la salud de los niños
Particularmente para la salud de los niños, las sustancias químicas contenidas en los cigarrillos y demás productos, resultan más nocivas porque sus pulmones aún no se han desarrollado por completo.
Se ha observado que los niños expuestos a padres fumadores, tienen más riesgo de sufrir de infecciones de oído, enfermedades respiratorias y caries dental.
Además, les cuesta recuperarse de los resfriados y pueden tener síntomas persistentes como congestión nasal, dolor de garganta, irritación en los ojos, ronquera y tos.
Cabe resaltar que, si además son niños diagnosticados con Asma, pueden tener más ataques asmáticos, los cuales pueden ser más graves y requerir de hospitalización.
Lastimosamente, muchos de los padres fumadores no entienden que el daño pulmonar no sólo es para ellos mismos, sino también para sus hijos, incluso si lo hace lejos de ellos.
Por ello, para evitar que sus hijos se expongan al humo de segunda mano, el primer paso es dejar de fumar; a pesar de lo difícil que pueda resultar.
Existen profesionales de la salud que pueden ayudarlo, así como también programas de apoyo y medicamentos recetados para este propósito.