Que los pequeños aprendan sus primeras palabras es sin duda un paso fundamental para comprender mejor lo que quieren, sienten o desean.
Escuchar las primeras palabras de tu bebé “papá, mamá” o cualquier balbuceo es sin duda un momento emocionante para nosotros como padres y es el inicio de un largo camino para que empiecen a reconocer las cosas y a llamarlas por su nombre.
Que los pequeños aprendan sus primeras palabras es sin duda un paso fundamental para comprender mejor lo que quieren, sienten o desean y esto es maravilloso. El problema en realidad está en la actitud de los propios padres quienes con diminutivos o señalando empiezan a dificultar el aprendizaje de sus niños.
¿Cómo fallamos?
Darles cosas antes de tiempo. Cuando le das cosas al niño antes de que las pida, le ahorras ese “esfuerzo” que podría hacer para poco a poco aprender a pedir justamente eso que quiere.
Todo esto evidentemente es cuando ya comenzó a hablar y puede comunicarse de esa forma con nosotros. Lo importante es que le des lo que pide, que le enseñes cómo se llama y a partir de ahí, comience a pedirlo como se corresponde.
Paciencia. Enojarse o ponerse nervioso porque al pequeño le cuesta decir algo no es una buena reacción y un buen ejemplo para el niño. Recuerda que cada uno se toma su propio tiempo, que no es el mismo que el tuyo. Intenta tener paciencia pues tampoco es algo sencillo para él por más que te parezca que lo es.
Utilizar diminutivos o palabras que no existen. Intenta evitar usarlas cuando te vas a referir a ciertas cosas. Es normal que los niños cuando intentan decir algunas palabras (Sobre todo complicadas) les salgan palabras graciosas como por ejemplo: para referirse a la leche dicen “ete”, “eche”, etc.
Lo ideal es que tú le sigas diciendo leche, el nombre real. Para que de esta forma el pequeño sepa que se dice leche y que se esfuerce por decirlo de manera correcta.
Déjales hablar. No tienes que hablar por ellos, debes dejar que ellos digan lo que quieran, que se expresen y aprendan a pedir las cosas.
Si haces todo por él no le permiten procesar la información, no le dejas aprender y activar el mecanismo para hablar. Pero no únicamente vas a empeorar su desarrollo lingüístico sino además la socialización del pequeño, mucho cuidado.
Comparaciones. Las comparaciones no son buenas nunca, en absolutamente nadie. Todos aprenden de forma diferente, a ritmos distintos. Es por eso que jamás deberías comparar la velocidad de aprendizaje entre hermanos porque no solo es feo para el niño, sino que incluso ayudas a que exista rivalidad entre ellos.