Dr. Norman Ramírez Lluch exhorta a nuevos médicos a ser parte de la misión médica en bienestar de la población con desventaja económica de la zona.
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
Es conocido como decenas de familias del área Oeste de la isla, sin transportación propia, incurren en sacrificios económicos para acudir a la región metropolitana en búsqueda de tratamientos médicos.
También, muchos especialistas son testigos de cómo muchas madres pernoctan debajo de la cama de sus vástagos y hasta tienen que optar por alimentarse de la propia bandeja de comida que le llevan a su hijo, al carecer de recursos económicos suficientes, todo por la salud de su niño.
Esta fue parte de la realidad que vivió el Dr. Norman Ramírez Lluch, quien hace más de dos décadas funge como el único ortopeda pediátrico en la región Oeste del país, especialista a donde acuden todos los niños que nacen con defectos congénitos y de crecimiento, presentan traumas o que necesitan de un reconstrucción de tejido.
Más allá, la pasión que siente Ramírez Lluch hacia la población de niños y adolescentes hace que divida sus días entre su práctiva privada y la población de pacientes bajo la cubierta del plan de salud del gobierno, que cabe resaltar, es la que predomina en la zona.
Esto redunda en la evaluación de alrededor 50 pacientes diariamente.
Puerto Rico solo cuenta con ocho ortopedas pediátricos, en su mayoría concentrados en la región metropolitana, mientras, Ramírez Lluch se las ingenia para atender a todos los pacientes de la zona Oeste.
Esto obliga al también profesor de Medicina de la Ponce Health Science University (PSHU) a asumir roles de pediatra, cirujano o hasta quizás aplicar conocimientos básicos de urología, pues la zona de Mayagüez es una de las más afectadas por la falta de especialistas pediátricos como lo son otorrinolaringología, reumatólogos, oftalmólogos, entre otros.
Ramírez Lluch también funge como director de Educación Médica Continua de los hospitales Mayagüez Medical Center y Manatí Medical Center (MMC) y profesor de ortopedia pediátrica en Colombia, Argentina y hasta Vietnam.
“Uno de los problemas de la ortopedia pediátrica también es el poco ingreso. Mientras al ortopeda de adulto Medicare le paga $125 por visita, a nosotros se nos paga solo $20. Además, mientras el ortopeda de adulto puede estar cinco días operando, la mayoría de las condiciones ortopédicas pediátricas pueden arreglarse con yeso o terapia física y no necesitan intervención quirúrgica”, describió en primera instancia el especialista, amante de la investigación.
“Para ser ortopeda general tienes que estudiar seis años y para ser ortopeda pediátrico se le suma dos años más. Se estudia más, para menos tiempo en sala y menor ingreso”, añadió.
De otra parte, el escenario clínico no muy alentador no es obstáculo para el galeno, pues la energía que demuestra al hablar de su trabajo en bienestar de los más pequeños son clara demostración de que su pasión médica rebasa cualquier barrera y que su norte es la salud de los niños y niñas con necesidades especiales.
“Fui testigo de cómo las madres del oeste dormían debajo de las camas de los niños atendidos en San Juan porque no tenían medios económicos y hasta compartir con la comida del nene. También no tenían transportación”, rememoró.
“Estoy aquí porque tengo un deber. Dios me ha enviado a esta área y aquí me quedaré para seguir ayudando a estas familias necesitadas. Cuando llego a casa y veo cuántos pacientes pude ayudar, cuántos eché pa’lante, cuántos están caminando, cuántas caras felices vi, esa es mi paga”, sentenció.
Entre las condiciones que más está evaluando el especialista figuran problemas con el desarrollo de la columna vertebral y los pulmones.
“Cuando la columna vertebral no crece, el pulmón no se desarrolla y el paciente fallece. Estoy viendo muchas condiciones de la columna vertebral. Aquí hay mucho problema genético pues hay muchos casamientos entre las mismas familias y esto hace que las parejas perpetúen las condiciones”, aseguró.
“Hay que fusionar la medicina actual con la genética, la tecnología. Entender que tenemos que evolucionar y no limitarnos a los tiempos de atender solo síntomas de catarro, fiebre, entre otras. Hay que continuar avanzando”, formuló.
De igual forma concordó el Dr. Ramón Machado, pediatra del Hospital San Antonio de Mayagüez, quien indicó que la región está desprovista de especialistas a tiempo completo en la unidad de intensivo pediátrica.
“El intensivista tiene que asumir roles de distintas especialidades y gracias a Dios tienen la capacidad de manejarlos dentro de las limitaciones”, reiteró.