La fatiga es un síntoma común de esta enfermedad, que también aparece en otras patologías graves.
Esta enfermedad autoinmune ataca la mielina de los nervios, afectando las funciones del cerebro. De acuerdo con el Dr. Carlos Otero, neurólogo, la sintomatología es variable y diferente en cada paciente.
Los síntomas más frecuentes son: adormecimiento de una mano, torpeza, envolvimiento de la vejiga, entre otros. “En la mayoría de los casos, una vez que el paciente acude a su médico, no se logra diagnosticar de manera inmediata la Esclerosis múltiple”, afirmó al Diario 20 Minutos.
Se estima que en el mundo 2.8 millones de personas padecen esta enfermedad. Y en Puerto Rico, entre 4 mil a 5 mil personas tienen el diagnóstico. En muchas ocasiones, se confunde con desórdenes musculares, de los huesos, la arteriosclerosis u otras enfermedades neurodegenerativas, por lo que muchas personas pueden desconocer el padecimiento.
Síntomas comunes con otras afecciones
No existen pruebas específicas que permitan diagnosticar la Esclerosis múltiple, por lo que debe identificarse con base en los síntomas que provoca y descartando otras enfermedades que se manifiestan de manera similar, pero para las que sí que existen test más o menos específicos. Esto se conoce como diagnóstico diferencial.
Muchas veces, esto puede ser complicado; especialmente, si tenemos en cuenta que el cuadro clínico de la esclerosis múltiple varía mucho en función de los nervios afectados y de la gravedad del daño en la mielina y las fibras nerviosas.
Por ejemplo, es posible que una persona con Esclerosis múltiple, especialmente en las primeras fases, simplemente experimente entumecimiento u hormigueo en una o más extremidades. El problema radica en que este síntoma también aparece en otras afecciones graves como son la diabetes, la enfermedad de las arterias periféricas, la fibromialgia, ciertos tumores o quistes que presionan determinados nervios, daños neurológicos por el consumo excesivo y prolongado de alcohol o derrames cerebrales.
Otra señal frecuente es la fatiga, que también es común en patologías como la anemia, la depresión, la deficiencia de hierro, trastornos varios del sueño, hipertiroidismo, hipotiroidismo, enfermedad de Addison, artritis, cáncer, diabetes, fibromialgia, insuficiencia cardíaca, infecciones como la endocarditis, enfermedades renales, o enfermedades hepáticas.
Las enfermedades a descartar
Considerando todos los síntomas que se conocen, en la práctica clínica existe una serie de enfermedades que son las que habitualmente es necesario descartar para poder llegar al diagnóstico certero de la Esclerosis múltiple.
Entre las infecciosas, por ejemplo, puede confundirse con varias meningitis, encefalitis, abscesos cerebrales, 'neurosida' (encefalomielitis provocada por el VIH), neurosífilis, leucoencefalopatía multifocal progresiva, parasitosis, paraparesia espástica tropical, enfermedad de whipple o la enfermedad de Lyme. Es especialmente importante identificar correctamente estas patologías, ya que el retraso en el tratamiento puede tener consecuencias muy graves en poco tiempo.
Varias formas de cáncer o neoplasia, como el linfoma primario del sistema nervioso central, pueden pasar desapercibidas bajo un falso diagnóstico de Esclerosis múltiple; como también puede ocurrir con lesiones producidas por la radioterapia.
Igualmente, se considera crucial descartar ciertas enfermedades vasculares, algunas de gran gravedad (como la enfermedad moya-moya, infartos múltiples o vasculitis por drogas) antes de diagnosticar una esclerosis múltiple.
Finalmente, otros trastornos que afectan a la mielina pueden constituir quizás el mayor elemento de confusión. En este grupo se incluyen la neuromielitis óptica, la neuritis óptica (con cuadros similares a las manifestaciones ópticas de la EM), la mielitis transversa, las leucodistrofias o la deficiencia de vitamina B12.