La intensidad de la actividad cerebral varía según el tipo de dolor expresado por las palabras.
La respuesta cerebral a un estímulo nociceptivo (potencialmente dañino para los tejidos del cuerpo) activa una compleja red de estructuras corticales y subcorticales comúnmente conocida como "matriz del dolor", la cual desempeña un papel clave en la elaboración de dos aspectos importantes de la experiencia nociceptiva: el aspecto sensorial-discriminativo y el aspecto afectivo-motivacional.
La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor define el dolor como "una experiencia sensorial emocional desagradable asociada o similar a la asociada con un daño tisular real o potencial", y dado a la enorme subjetividad en la traducción y expresión externa del mismo, incluyeron una nota en la que se menciona que "se debe respetar el relato de una persona sobre una experiencia como el dolor".
Debido a que la comunicación del dolor depende casi que netamente del lenguaje, es importante esclarecer el rol de la mente y el cerebro en el intento por tratar las relaciones complejas entre las palabras y el dolor.
Con la evidencia hasta el momento, se ha podido comprender que el dolor físico real (dolor nociceptivo) y el dolor transmitido por las palabras (dolor semántico) influyen mutuamente a niveles conductuales y neuronales.
Esta evidencia deja claro que sentir dolor físico influye en cómo entendemos las palabras relacionadas con el dolor, y que escuchar estas palabras afecta nuestra experiencia. Por tanto, podemos ver al lenguaje como parte de los factores internos que afectan cómo procesamos y sentimos el dolor.
Numerosos estudios de neuroimagen en individuos saludables han evidenciado que, en situaciones sin estímulos dolorosos, las áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de palabras vinculadas al dolor se superponen parcialmente con aquellas asociadas a la experiencia física del dolor. Esto incluye tanto el componente afectivo-motivacional de la matriz del dolor como el aspecto sensorial-discriminativo.
En muchos idiomas, se utilizan palabras para describir el dolor físico que también se usan para hablar del dolor social, como sentirse apuñalado por el rechazo o tener cicatrices emocionales después de un divorcio.
Estas no son solo comparaciones, sino que la ciencia sugiere que el dolor físico y social están conectados en el cerebro.
Los estudios han demostrado que comparten partes del cerebro que manejan las emociones y la motivación. Así, las heridas sociales pueden afectarnos tanto como las físicas, ya que nuestras conexiones sociales son cruciales para nuestro bienestar, y las interrupciones en ellas nos afectan profundamente.
Aún así, se adelantan investigaciones sobre si el dolor social opera, y en qué medida, en la misma matriz de dolor neuronal que los estímulos nociceptivos. A pesar de que el dolor social también puede transmitirse mediante palabras, se ha estudiado predominantemente utilizando estímulos no verbales que recuerdan experiencias socialmente dolorosas.
Dicho esto, investigadores encabezaron un estudio que tenía como objetivo comparar las áreas cerebrales en el dolor físico y en el procesamiento de palabras relacionadas con el dolor en una misma persona, así como entender si el procesamiento del dolor por palabras físicas o sociales involucra las mismas o diferentes regiones cerebrales y determinar si las activaciones semánticas del dolor se limitan al aspecto emocional del dolor o también incluyen el aspecto sensorial.
La cohorte incluyó a 34 mujeres sanas sometidas a dos sesiones de resonancia magnética funcional. En la sesión semántica, se les mostraron palabras positivas, negativas no relacionadas con el dolor, palabras relacionadas con el dolor físico y social. En la sesión nociceptiva, experimentaron estimulaciones mecánicas cutáneas, algunas dolorosas.
Durante ambas sesiones, se pidió a los participantes que calificaran lo desagradable de cada estímulo. Los estímulos lingüísticos también se calificaron en términos de valencia, excitación, relación con el dolor e intensidad del dolor, inmediatamente después de la sesión semántica.
Durante la sesión nociceptiva, al comparar "estímulos nociceptivos" con "estímulos no nociceptivos", se observaron activaciones extensas en las cortezas somatosensoriales SÍ, SII, ínsula, corteza cingulada, tálamo y corteza prefrontal dorsolateral.
En la sesión semántica, las palabras relacionadas con el dolor social, en comparación con palabras negativas no vinculadas al dolor, generaron mayor actividad en la mayoría de las mismas áreas. Sin embargo, las palabras relacionadas con el dolor físico, en comparación con las negativas no vinculadas al dolor, solo activaron la circunvolución supramarginal izquierda y parcialmente la circunvolución poscentral.
Es decir que, aunque hay una considerable superposición en la experiencia del dolor nociceptivo y el procesamiento del dolor semántico, la intensidad de la actividad en estas áreas compartidas varía según el tipo de dolor expresado por las palabras.
Mientras que la actividad al procesar palabras que evocan dolor físico se centra en la circunvolución poscentral, una región sensorial, las palabras que transmiten dolor social activan áreas relacionadas con el aspecto emocional y motivacional del dolor.
En la mayoría de las regiones analizadas, la intensificación de la señal al procesar palabras asociadas al dolor social no difiere significativamente de la provocada por estímulos nociceptivos.
Fuente consultada aquí.