Un nuevo estudio abre la puerta a nuevos avances relacionados con el funcionamiento del cerebro y el rol del sonido en la percepción del dolor.
Médicos e investigadores han buscado un posible vínculo entre el sonido y el cuerpo, de hecho, la musicoterapia se ha utilizado durante décadas para ayudar a controlar el dolor después de una operación, durante el trabajo de parto y después del parto, y durante el tratamiento del cáncer.
Sin embargo, no solo la música tiene un efecto analgésico o reductor del dolor, ya que muchos tipos de sonidos o ruidos pueden ayudar, según han descubierto los investigadores, siempre que se reproduzcan al volumen adecuado.
Sobre esto, una nueva investigación publicada en la Revista Science arroja mayores avances relacionados con el funcionamiento interno del cerebro, al revelar el circuito que opera detrás del alivio del dolor.
El Dr. Yuanyuan (Kevin) Liu, PhD, investigador de biología sensorial y dolor, del Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial y coautor del estudio, indicó que "la intensidad relativa del sonido podría desempeñar un papel para ayudar a reducir el dolor. El sonido de baja intensidad es capaz de inactivar la vía audio-somatosensorial y, por lo tanto, la activación del tálamo somatosensorial".
Lo anterior significa que un ruido reproducido a bajo volumen parece atenuar la actividad en partes del cerebro responsables de señalar el dolor.
En el estudio, los científicos inyectaron a unos ratones una solución que les causaba molestias en la pata. Luego pusieron una variedad de sonidos a diferentes intensidades, desde música agradable hasta ruido blanco, y observaron cualquier cambio en el comportamiento de los roedores.
Lo que vieron, según Liu, sugirió que los sonidos "redujeron la retirada refleja de la pata y la aversión a los estímulos dolorosos, indicadores de analgesia para los roedores". Es decir, que los sonidos parecían ayudar a reducir el dolor en los ratones y el volumen ideal para el alivio del dolor era solo 5 decibeles por encima del ruido ambiental, encontraron los investigadores.
Al respecto, Liu indicó que, "el sonido de baja intensidad de 5 decibelios está relacionado con el sonido de fondo. No es un valor absoluto sino relativo”.
Incluso los tipos de sonido reproducidos no hicieron ninguna diferencia, ya que se ajustaron para que fueran ‘desagradables’ y reproducirlos al volumen adecuado proporcionó un efecto de alivio del dolor.
El futuro del manejo del sonido y el dolor
Liu advierte que cuando se trata de transcribir la sinfonía de cómo el cuerpo y la mente responden al sonido, solo están en los compases iniciales. "Todavía hay un largo camino para traducir estos hallazgos en ratones al contexto humano", afirmó.
No se puede decir con certeza que los cerebros humanos funcionen igual que los cerebros de los ratones cuando se exponen al sonido. Pero los hallazgos en ratones pueden ofrecer pistas sobre cómo podría funcionar nuestro cerebro y, por lo tanto, proporcionarnos una pieza del rompecabezas para comprender cómo el sonido influye en la percepción del dolor.
"Esperamos que nuestro estudio abra nuevas direcciones para el campo de la analgesia inducida por sonido", dijo Liu. Pero se necesita mucha más investigación para que eso suceda.
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