¿Por qué sentimos más dolor en la noche? La ciencia lo explica

Múltiples investigaciones han asociado que el dolor se intensifica en las noches, y todos abogan por diferentes causas. Conoce aquí cuáles son.

Luisa María Rendón Muñoz

    ¿Por qué sentimos más dolor en la noche? La ciencia lo explica

    Lo primero que hay que saber es qué es el dolor. Tras numerosas modificaciones a lo largo de los años, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), acordó en 2020 acotarlo como "una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a la asociada con, daño tisular real o potencial".

    Por tanto, el consenso actual es que es una experiencia de los sentidos, que tiene un componente emocional desagradable y se relaciona (o que recuerda) a la que se siente cuando hay algún daño físico.

    Para qué sirve el dolor

    La finalidad del dolor es para avisarle al cuerpo de que algo va mal. En otras palabras, este es un mecanismo de supervivencia que ayuda a mantenerse a salvo de los peligros que pueden amenazar la integridad física.

    Sin embargo, este no es una respuesta a un estímulo, tal como se pensaba en los tiempos de Descartes. Hoy en día, el concepto más moderno, entiende el dolor como un producto del cerebro: es este órgano que dice dónde, cuánto y de qué manera duele.

    Por supuesto, los estímulos externos, como el calor, envían una señal a los nervios periféricos que conectan con el cerebro. Luego, este la procesará y la convertirá en otra señal llamada nocicepción. Pero eso solo es parte de la experiencia, ya que el concepto de dolor incluye la interpretación cognitiva y emocional de esa nocicepción.

    En definitiva, el dolor no siempre está directamente relacionado con la cantidad de estímulos dolorosos que se está recibiendo, puesto que puede percibirse en ausencia de ellos. Un ejemplo extremo es el fenómeno del miembro fantasma: hay personas cuyo cerebro está produciendo un dolor muy real en una parte del cuerpo que ha sido amputada.

    La teoría de por qué en la noche se siente más dolor

    La explicación tiene que ver con los sistemas de procesamiento del cerebro y con la ciencia de la percepción. En los años 60, Roland Melzack y Patrick Wall propusieron su Gate Control Theory, en la que proponían que en la médula espinal hay una puerta que permite o no pasar a los estímulos dolorosos hacia el cerebro.

    Dicho de otro modo: habrá ciertos factores que hacen que se cierre la puerta y se sienta menos dolor y otros, que harán que se abra y que se sienta con mayor intensidad. 

    En el silencio de la noche, las voces de esos tigres se oyen más, de la misma manera que el ser humano recuerda alguna situación incómoda que experimentamos durante el día y había casi olvidado.

    Allí, solos, en la oscuridad, no hay nada que distraiga al ser humano y ayude a cerrar la puerta: ni imágenes, ni sonidos, ni interacciones con otros.

    A las 4:00 a.m. se siente más dolor

    Desde los años 60, nuevas teorías, nuevas técnicas y nuevos hallazgos han ido nutriendo la ciencia del dolor. Así, un estudio publicado en Brain, el pasado mes de septiembre, apunta también hacia los ritmos circadianos como un posible agente clave en el fenómeno de la acentuación nocturna.

    Inés Daguet y sus colaboradores realizaron un estudio de laboratorio en el que descubrieron que el momento del día en el que más intensamente se percibe el dolor (inducido experimentalmente, en este caso) es a las 4 de la madrugada.

    Una posible explicación es la falta de sueño, ya que también está demostrada su influencia, pero en el modelo de Daguet, el peso de los ritmos circadianos fue mucho mayor. 

    Estos cambios pueden estar relacionados con los niveles cíclicos de hormonas que se tienen durante el día, como el cortisol, relacionado con el sistema inmunológico y la inflamación, y la melatonina.

    Pese a todo, no hay que olvidar que se trata de un estudio experimental, en un ambiente de laboratorio, donde los participantes no se encuentran en su entorno natural (durmiendo en su cama) y reciben estímulos dolorosos de forma artificial (mediante una máquina que induce calor).

    Alertas a la amenaza de depredadores 

    Los investigadores Hadas Nahman-Averbuch y Cristopher D. King han publicado un comentario al anterior estudio donde señalan que desde una perspectiva evolutiva, el ser humano es más vulnerable a los depredadores por la noche, ya que es cuando se duerme. Por lo tanto, tiene sentido que una menor intensidad de los estímulos sea suficiente para despertar ante un peligro potencial.

    En definitiva, aún hace falta más investigación para entender por qué se siente mayor dolor por la noche, pero parece que el cerebro sigue intentando proteger al ser humano de que los tigres (en este caso reales) nos puedan comer mientras dormimos.

    Fuente consultada aquí 



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