La cardióloga pediátrica creó el primer programa preventivo de enfermedades cardiovasculares para los pacientes pediátricos del siglo XX.
La Dra. Amalia Martínez Picó es una líder de la medicina puertorriqueña y una educadora extraordinaria, así lo dejaron saber los médicos que fueron sus alumnos, durante el homenaje realizado a importantes especialistas en el Salón de la Fama de la Medicina Puertorriqueña.
Primera graduada de cardiología pediátrica en Puerto Rico
Es cardióloga pediátrica, la primera graduada de esta especialidad médica en Puerto Rico, también es profesora de pediatría y decana de asuntos académicos del Recinto de Ciencias Médicas. Entre sus mayores contribuciones se destaca uno muy importante por los pacientes pediátricos con enfermedades del corazón.
La especialista estableció el servicio clínico de Cardiología Pediátrica del Departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Además, creó un programa educativo e investigativo sobre el SIDA en el Recinto de Ciencias Médicas y fundó el Compucentro, un valioso centro educativo dotado de computadoras, disponibles al personal docente y estudiantes de la Universidad.
Brindó un servicio incansable a los pacientes pediátricos
Además, fue directora de la Sección de Cardiología pediátrica del Hospital Pediátrico de la Universidad de Puerto Rico entre los años 1959 y 1985. Allí estableció un cronograma de servicio dental exclusivo para pacientes cardiovasculares pediátricos y lideró un importante un programa preventivo de enfermedades cardiovasculares, siendo el primero que se realizaba en la Isla.
Una de sus mayores virtudes es la humanización y el servicio social para sus pacientes, esa vocación fue su motor para brindar áreas de esparcimiento en las áreas hospitalarias pediátricas, permitiendo que los pacientes y sus cuidadores tuvieran momentos de alegría en medio de su tratamiento.
La academia contó con una gran exponente de la cardiología
Para el Dr. Antonio Puras Báez, urólogo y profesor catedrático de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico, la especialista “fue una persona encantadora y humanista. Era inquisitiva en las clases de medicina, más valía que hubiéramos leído sobre los problemas congénitos del corazón con ella” manifestó entre risas, durante la conferencia de prensa del Salón de la Fama de la Medicina Puertorriqueña.
“Tenía la facilidad de educadora y ayudarnos en el crecimiento profesional”, expresó el médico.
Finalmente, una de las magníficas contribuciones que la especialista hizo a la medicina y salud pública de Puerto Rico fue la erradicación y prevención de la fiebre reumática en la población infantil, allí representó un papel determinante para la salud de las generaciones actuales.
Vea el homenaje del Salón de la Fama de la Medicina Puertorriqueña aquí.