Dr. Jaime Rivera Dueño: el esfuerzo que lo llevó al éxito

El camino de este galeno ha estado cargado de un particular afán por brindar su experiencia y conocimiento en favor de los puertorriqueños.

Angélica Claudio Merced

    Dr. Jaime Rivera Dueño: el esfuerzo que lo llevó al éxito

    Dice un conocido refrán que “todo depende del color del cristal con que se mire”. El éxito podría ser como un cristal, todo depende de cómo se llegue a él. Para algunos, puede representar fama y fortuna. Pero para otros, como el doctor Jaime Rivera Dueño, el éxito nace del esfuerzo de cada persona. Y es que desde la infancia y su posterior encuentro con la medicina, el camino hacia el éxito de este galeno ha estado cargado de un particular afán por brindar su experiencia y conocimiento en favor de los puertorriqueños.

    Sus primeros años en Ponce

    El recorrido por la vida del doctor Rivera Dueño inició en el pueblo de Ponce, donde nacióy vivió diversas experiencias que de no haberlas enfrentado, su vida hubiera tomado un rumbo diferente. En una época de crisis económica sus padres decidieron emigrar a Nueva York, pero un ataque de asma severo impidió que saliera del país y fue criado por una abuela y un tío que “fueron mi soporte en esos momentos”.

    Fue en la Escuela Superior de Ponce, la llamada “Ponce High”, donde su amistad con Elín Ortiz (otro ponceño que luego se convertiría en un exitoso actor y productor de televisión), lo llevó a escribir libretos y a presentar obras de comedia. La medicina aún no estaba en sus planes. “Me envolví bastante en el área de drama. Posteriormente, conseguí una beca para ir a estudiar a la Universidad de Puerto Rico. Mi deseo era estudiar drama o producción de teatro. Pero me invitaron a ir al Poli, el Instituto Politécnico en San Germán (hoy recinto de San Germán de la Universidad Interamericana de Puerto Rico) a ver una obra dramática. Esa noche me entusiasmó tanto aquello que decidí que quería ir a estudiar allí. Lo interesante fue que el Poli no tenía ningún curso per se de drama porque eso era electivo. Entonces sin pensarlo mucho decidí coger biología y química. Participé en muchas obras de teatro, pero me gradué con un bachillerato en biología y química”, relató Rivera Dueño.

    Del drama a la medicina

    De San Germán logró graduarse en tres años y cuando vio que sus amigos fueron aceptados en Escuelas de Medicina en y fuera de Puerto Rico, quiso probar suerte también en ese campo laboral. “Cuando terminé,  en mi mente yo decía producción de teatro. Pero como con el asunto de drama no tenía mucha salida, dije pues déjame solicitar a la Escuela de Medicina (de la Universidad de Puerto Rico) a ver qué pasa. Solicité y  me cogieron”, rememoró el orgulloso esposo, padre de tres hijas y abuelo de tres nietos.

    Después de comenzar medicina en 1956, Rivera Dueño fue descubriendo la importancia de esa  profesión y aprendió en la enseñanza de sus profesores lo que él denomina el arte de la medicina. “Tuve la dicha de tener unos profesores extraordinarios. Cuánto hacían ellos con un simple estetoscopio, lo que hoy día se requiere máquinas y distintas cosas lo hacían con el oído. Tenían una habilidad, lo que yo llamo el arte de la medicina. Simplemente con un buen historial y un buen examen físico al paciente, ellos podían llegar a conclusiones que eventualmente se confirmaban con los modernos métodos que habían para hacerle. Así que eso me impresionó. Seguí auscultando áreas de interés dentro de la medicina y me di cuenta que el área que más me atraía era la pediatría”, dijo.

    El servicio a su pueblo

    En 1960 y tras haber culminado sus estudios en medicina, trabajó por varios años en Georgia como director de un departamento de Obstetricia y Ginecología. Posteriormente, regresó a Puerto Rico a realizar su residencia en Pediatría y fue ahí cuando comenzó a servirle a su país de una manera diferente. Durante esos años se fue dando cuenta de la situación que vivía la Isla respecto a la salud de los niños y según dice fue “bastante activo en hablar públicamente de las cosas que no se estaban haciendo bien”. “El gobernador, don Luis A. Ferré nombró al doctor (Ernesto) Colón Yordán como secretario de Salud. Como yo seguí hablando públicamente de las cosas que estaban malas, un día me llamó el doctor Colón Yordán y me dice joven, usted está hablando mucho sobre los problemas que hay aquí en el área de la salud en pediatría. Tengo una plaza aquí de director de madres y niños, ¿usted la acepta o se calla? Así que obviamente no iba a callar, acepté la plaza y ahí me dieron  el título de secretario auxiliar para madres y niños. Y así fue como empecé a envolverme en el aspecto más bien de gobierno, en servicios de salud”, detalló, quien durante su tiempo en ese puesto se destacó en las labores con los programas Head Start en el país.

    Ese trabajo con los Head Start lo llevó a Estados Unidos como Administrador General de Salud, donde adquirió experiencia en el manejo administrativo de las finanzas y trabajaba con los programas de salud de Nueva York, Nueva Jersey, Puerto Rico e Islas Vírgenes. “Eso me dio una oportunidad de ver qué se estaba haciendo en todos estos sitios y a la misma vez empecé a introducir cambios en la forma de operar de los empleados del Gobierno Federal de Salud. Los puse a trabajar en las comunidades para que pudieran palpar exactamente qué era lo que estaba allí pasando”, indicó Rivera Dueño, quien también participó de la creación de  nuevas leyes a nivel federal para proveer fondos para pacientes pobres y para condiciones de salud complejas.

    Para el médico, el éxito es la culminación de muchos esfuerzos que, hechos con la mejor de las intenciones, se logran.
    El camino de este galeno ha estado cargado de un particular afán por brindar su experiencia y conocimiento en favor de los puertorriqueños.

    De médico a Secretario de Salud

    Al culminar su participación en el gobierno federal, fue reclutado por el entonces alcalde de San Juan, Carlos Romero Barceló para dirigir los servicios de salud de la capital. Cuando Barceló fue elegido gobernador de Puerto Rico, lo nombró Secretario de Salud del país. “Yo me enteré por la prensa porque nunca me lo dijo personalmente. Obviamente no iba a decir que no, primero porque no le iba a hacerlo que quedar el mal y segundo, porque era una oportunidad grandísima para seguir llevando esas ideas y esos conceptos a un nivel de todo Puerto Rico”, recordó.

    Durante su periodo como secretario del Departamento de Salud, que se extendió desde 1977 hasta 1984, resaltó varios cambios importantes en esa agencia. La primera, llevar servicios de salud a los municipios que no contaban con médicos para atender a la población. “Nos encontramos  que habían 16 pueblos en Puerto Rico que no tenían ni un solo médico, ni un practicante, nada. Lo que tenían eran algunas enfermeras muy buenas que daban el frente. Ahí  se me ocurrió hacer la Ley de Servicio Público, que lo que quería decir era que todas las personas que se graduaban en aquel entonces, tanto de medicina como enfermería, laboratorio y farmacia, tenían que hacer un año de servicio público antes de acceder a licencia formalmente. Al principio causó un poco de revuelo, pero me siento muy orgulloso porque  la retroalimentación que obtuve años después de esas personas que fueron a esos sitios bien bonita”, afirmó.

    Otro cambio que realizó en el Departamento de Salud fue el establecimiento del sistema de salud por niveles: primario, secundario y terciario. “La definición era en términos de personal, o sea, qué personal podía ir, a qué nivel. Por ejemplo, médico primario y médico generalista a nivel primario, médico primario y algunos especialistas a nivel secundario y médico sub- especializados a nivel terciario. El nivel primario lo definimos como de prevención. Nunca se me olvida que hicimos un estudio piloto en Sabana Grande, Lajas y San Germán. Teníamos un equipo de profesionales: habían educadores en salud, trabajadores sociales, enfermeras de salud mental, etc. y se estableció  un servicio que cuando el paciente llegaba a sala de  emergencia había un médico preparado para definir si era un caso de salud mental o de un caso de salud física. La mayor parte de los casos que venían no tenían nada físico, era mayormente en el área de salud mental. Desde entonces yo estoy hablando del problema de salud mental en Puerto Rico”, precisó.

    Tras su paso por el Departamento de Salud, Rivera Dueño continuó practicando la pediatría y fue director médico de varias instituciones hospitalarias, entre estas los hospitales HIMA San Pablo, de los cuales  durante 20 años fue el Chief Medical Officer. Además, fue presidente y Decano por varios años de la Escuela de Medicina de Ponce. Hace un año se retiró de la práctica, pero continúa activo en juntas de directores de distintos servicios, como el del Salón de la Fama de la Medicina Puertorriqueña, lo que considera uno de sus legados. “Estamos dándole a Puerto Rico a conocer personas increíbles que le dieron tanto al país y que por alguna razón han pasado desapercibidas. Ese es parte de mi participación  en ese grupo del salón de la Fama y por supuesto, siempre seguir ayudando a los médicos que están subiendo a conseguir los recursos para que puedan estudiar y no tener sufrimiento alguno mientras hacen sus especialidades”, indicó.

    La música y la lectura en su vida

    Fuera de la medicina, este ponceño encuentra en la música y la lectura conseguir el balance que necesita en su vida. “El balance puede ser con el arte, con la música, el deporte, etc., Donde puedas salirte de donde estás para coger un break, como decimos, y poder balancear tu vida. Lo mío es la música, por ejemplo, y la lectura. Mi tío era un maestro, pero un maestro de aquellos de antes, y a  él le fascinaba la música, le fascinaba leer. Yo aprendí de él la lectura y aprendí de él la música. La música clásica la aprendí con él. Él tenía   unas estaciones de radio con la música clásica  y me enseñaba, me dirigía”, evocó el doctor, quien comparte ese gusto por la música con otras personas pues varias veces al año ofrece charlas sobre la evolución musical de Puerto Rico, Europa, Latinoamérica, entre otros, según le soliciten.

    El éxito es sinónimo de esfuerzo

    ¿Cómo define el éxito una persona  que ha vivido de todo? Tras una breve pausa, una simple respuesta. “El éxito es algo que viene del esfuerzo que tu hagas para conseguir cosas, y si tú no haces el esfuerzo  para conseguir algo, no vas a tener éxito. El éxito es la culminación de muchos esfuerzos que hechos con la mejor de las intenciones, se logran. Tenemos que verlo de esa forma para podernos sentir orgullosos y siempre dar gracias a Dios de poder alcanzar el éxito”, concluyó.

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