Doctora Iris Cardona: toda una vida consagrada al servicio de la inmunización en Puerto Rico

La doctora Iris Cardona ha servido a la Isla y ha ayudado, en los últimos veinte años, a proteger a niños, adolescentes y adultos de enfermedades que son prevenibles.

Isbelia Farías

    Doctora Iris Cardona: toda una vida consagrada al servicio de la inmunización en Puerto Rico

    Es la mujer que mejor domina el tema de la vacunación en Puerto Rico, ha dedicado veinte años de su vida trabajando con el programa de vacunación. Iris Cardona es la principal médico oficial del departamento de salud de Puerto Rico. Es médico de profesión, ha realizado una especialidad en pediatría y una subespecialidad en enfermedades infecciosas pediátricas.

    En su afán por servir a la Isla, tomó un curso específico para conocer más sobre las enfermedades prevenibles por vacuna, con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades. Posteriormente, colaboró con el departamento de salud como consultora clínica.

    Hoy día rememora que ha habido un incremento en la investigación científica con relación a las enfermedades que se pueden prevenir, se han ampliado el itinerario y las posibilidades de vacunación. “Hoy tenemos 19 enfermedades pediátricas que pueden prevenirse y en la población de adultos tenemos 1 adicional”, afirma la especialista.

    Su mayor contribución a la Isla ha sido estar por años detrás de los itinerarios de vacunación y sirviendo como médica. Actualmente, sostiene con orgullo y alegría que ha pasado más de veinte años vacunando a niños y adolescentes, así como a adultos.

    Creación y desarrollo de las vacunas

    “En términos generales, las vacunas son productos biológicos, es decir, se desarrollan a partir de organismos vivos; se utiliza alguna parte, alguna proteína o un segmento que se recrea en el laboratorio, algún componente de este ser vivo, que son, normalmente, agentes infecciosos”, indica la experta.

    Cardona explica que: “una vez que se produce la vacuna y se administra, funciona provocando una especie de escudo que va a evitar que enfermemos o tener complicaciones asociadas con estas enfermedades”. Cardona agrega que: “La mayoría de las vacunas están dirigidas a la población pediátrica, por eso el interés de una pediatra en este tema”. Fundamentalmente, la investigación científica ha avanzado. Hace décadas o un siglo atrás, estas enfermedades causaban manifestaciones terribles, particularmente en la población pediátrica, tal como la viruela, polio, sarampión.

    “Las vacunas hicieron su entrada. La primera vacuna data de muchos siglos atrás, exactamente, se remonta al siglo XVIII, pero en el siglo XX tenemos la primera generación de vacunas administradas a gran segmento de la población pediátrica, es decir, la vacuna que previene la difteria, tétano, tosferina, sarampión y las consecuencias causadas por el polio”, aclara Cardona.

    La doctora acota que el sarampión es endémico en muchas regiones, al igual que todavía quedan lugares en el mundo donde hay evidencia de actividad de enfermedad provocada por los virus del polio, pero el sarampión existe en países de Asia, Medio Oriente, África; no ha sido eliminado totalmente. No hay circulación de lo que se llama la enfermedad endémica en Puerto Rico ni en Estados Unidos, pero donde hay bajos niveles de vacunación contra el sarampión –que es una de las enfermedades más contagiosas que existe- existe la posibilidad de importarlo y que aparezcan decenas, cientos o miles de casos en esta parte del mundo.

    No se han visto casos de sarampión en los últimos veinte años. No obstante, Estados Unidos en el año 2014 vio un brote que cruzó las fronteras de los Estados (se vieron afectados unos 17 Estados), comenzó en California, en un parque de diversiones, con un visitante que venía de Filipinas. Después de eso, en el 2019, Estados Unidos ve otro brote que empieza en la región Este, particularmente en Nueva York, con un niño no vacunado de la comunidad judía que viaja a Israel, en donde había una situación con sarampión común, y trajo el sarampión a los Estados Unidos. Hubo unos mil casos en ese año.

    Pero, al mirar los datos de la Organización Mundial de la Salud, resalta la especialista, vamos a ver que “el sarampión todavía cobra la vida a unos cien mil niños, cada año, en los diferentes países del mundo”.

    La vacunación es un proceso de toda la vida, que comienza desde el embarazo de la mamá hasta que el bebé nace, y luego va por diferentes etapas. La primera vacuna que se administra al niño es la vacuna contra la hepatitis B, la cual se debe administrar durante las primeras 24 horas de nacido; luego, viene la serie primaria de vacunación administrando diferentes vacunas a los 2, 4 y 6 meses. Hay vacunas al año, dosis de refuerzo, sobre todo en edad escolar. En la adolescencia hay otras vacunas, al igual que en la vida adulta.

    Vacunación y COVID-19

    El proceso de vacunación se vio afectado con la llegada del SARS-CoV-2 y la COVID-19, pues, las órdenes de vacunas que se despachan cayeron; la administración de las vacunas cae en un 30 %, aproximadamente, en los meses de marzo, abril, mayo del año 2020. Para los meses de julio y agosto el proceso se comienza a recuperar y a mostrar progresos. Pero esto creó un retraso en la cobertura de los niños vacunados adecuadamente.

    Hoy día, el trabajo es recuperar dicha cobertura y que las enfermedades infecciosas no lleguen a su espacio.

    Los padres pueden colaborar suministrando al Estado la tarjeta de vacunación, especialmente de los niños pequeños, ya que, en edad escolar, el personal cuenta con la forma de notificar a los padres, por la ley de vacunación de estudiantes; en cambio, en los niños pequeños pudiese ser que les faltase algún refuerzo o que comenzaron con retraso la vacuna, por lo que se deben poner al día.

    Se han implementado diversas estrategias para notificar a los padres, por correo, llamadas, mensajes, pero los padres pueden suministrar la tarjeta a los pediatras y pedirle que verifique.

    La mayoría de las vacunas se debe cubrir en serie, puntualiza Cardona, en los niños pequeños la serie primera es a los dos, cuatro, seis meses de edad, con refuerzos seis meses más tarde, otro refuerzo a los cuatro años, para las vacunas contra difteria, tétano y tosferina.

    Hay vacunas que, dependiendo de la edad, se pueden administrar en cuatro dosis, o tres dosis –como en vacunas contra el neumococo y Haemophilus influenzae.

    En cuanto a las vacunas de virus vivos atenuados, estas tienen a provocar una inmunidad más duradera, como la vacuna contra el sarampión común, por ejemplo, paperas o varicela, pero aun así se requieren dos dosis que garanticen la protección adecuada.

    Con relación a la covid-19 muchas personas pensaron que se colocaban la vacuna y ya, pero la especialista recuerda que, inicialmente, se habló de lo que era la serie primaria, que constaba de dos dosis y garantizaba cierta inmunidad, pero “la ciencia nos está diciendo que los refuerzos son necesarios. Todavía no sabemos cuándo esto va a parar, no creo que venga un refuerzo cada tres meses por siempre, pero vendrá alguna información de la necesidad, probablemente, de reforzar esto periódicamente, aunque no se sabe de cuánto será esa periodicidad”, dice la experta.

    “Por el momento, y en situación de emergencia de salud pública, lo mejor que podemos hacer es vacunarnos”, añade la doctora.

    Cardona enfatiza que: “Las vacunas están consideradas como las mejores herramientas de prevención. No tenemos vacuna para todo, pero tenemos vacunas para las enfermedades que afectan a los niños pequeños, tenemos vacunas para cierto grupo de personas que tienen otras enfermedades que los ponen en riesgo, o complicaciones si les da infecciones como el neumococo. También hay personas a las que le tuvieron que sacar el bazo, un órgano que se encuentra en su costado izquierdo, por arriba del estómago y debajo de las costillas, por algún accidente, y a estas personas se les recomiendan unas vacunas específicas”.

    Aunado a ello, Cardona concluye con la sentencia: “Las vacunas salvan vidas. Tenemos que ponernos las vacunas”. La recomendación es conversar sobre este tema con el médico de cabecera para recibir una buena orientación.

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