A menudo cientos de boricuas dejan su isla en busca de un mejor porvenir en los Estados Unidos. En la lucha por conseguirlo, muchos de ellos marcan un precedente
A menudo cientos de boricuas dejan su isla en busca de un mejor porvenir en los Estados Unidos. En la lucha por conseguirlo, muchos de ellos marcan un precedente que jamás podrá ser borrado, como el caso de la doctora puertorriqueña Ana Finch. La especialista se convirtió en 1988 en la primera mujer de color en estudiar cardiología pediátrica en Estados Unidos, luego de que le surgiera una oportunidad única en el Boston Children’s Hospital.
Los retos fueron difíciles, recuerden que eran solo varones. La mayoría del personal paramédico eran mujeres, pero fue un reto hasta para ser aceptada por ellas mismas como médico en entrenamiento para cardiología”, expresó Finch en entrevista con la Revista de Medicina y Salud Pública.
La médico ponceña tuvo que lidiar con espacios de trabajo diseñados para hombres, como los casilleros en la sala de cirugías, y las limitaciones que le surgieron por ser pionera en el estudio de la cardiología pediátrica, siendo una mujer hispana.
Al principio fue duro, muy retante. Las mujeres confiaban mucho más en varones que en las mismas mujeres. Poco a poco me fui ganando el respeto y demostrando que nosotras somos igual de capaces que un varón”, añadió.
Finch, quien consiguió la oportunidad de ingresar al programa de la institución hospitalaria gracias a la creciente comunidad hispana que se comenzaba a establecer en la región, estuvo por tres años en Boston para completar su residencia. Su llegada marcó el ingreso de otras mujeres a la especialidad. Una vez había echado raíces en Estados Unidos, la puertorriqueña decidió expandirlas y comenzó una subespecialidad en sonografía en un hospital en Alabama, por espacio de un año.
No es lo mismo luego de 22 años. Ha cambiado el pensar de los médicos y se han abierto nuevas oportunidades para la mujer. "Ahora es igual, las mujeres y hombres compiten en diferentes ramas de la medicina”, dijo Finch. Entonces, habiendo regresado a Puerto Rico y luego de más de dos décadas ejerciendo, Finch continúa viendo pacientes en su clínica privada, durante hospitalizaciones en varios hospitales de la Ciudad Señorial y celebrando las nuevas oportunidades para las mujeres en la medicina.
Si bien superar retos pudiese haber sido otra especialidad de la doctora, la pasión por ayudar la ha llevado a dar la batalla por las mujeres, para que tengan oportunidades en el campo, y por sus pacientes, para que tengan una mejor calidad de vida en su adultez.