Estudios recientes vinculan estos aditivos con daños en la barrera intestinal y enfermedades inflamatorias, aunque los expertos piden cautela antes de modificar políticas públicas

A medida que los alimentos ultraprocesados se han convertido en protagonistas de la dieta moderna, una pregunta inquietante emerge entre la comunidad científica: ¿están los aditivos que contienen contribuyendo al aumento de enfermedades intestinales? Entre los sospechosos más señalados se encuentran los emulsionantes, sustancias químicas presentes en más de la mitad de los productos alimenticios en los supermercados.
Los emulsionantes son moléculas similares a detergentes que permiten combinar ingredientes que naturalmente no se mezclarían, como el aceite y el agua. Se utilizan para mantener la textura, viscosidad y sensación en boca de productos tan diversos como helados, pasteles, pan, margarina y comidas listas para consumir. Su uso está en crecimiento exponencial: se espera que el mercado global pase de 8.920 millones de dólares en 2024 a 17.280 millones en 2034.
Kevin Whelan, profesor de dietética en el Kings College de Londres, explicó que estos aditivos afectan negativamente al microbioma intestinal, la permeabilidad intestinal y la inflamación. "Al igual que otros aditivos alimentarios, incluidos edulcorantes artificiales y colorantes, los emulsionantes pueden comprometer la salud gastrointestinal", señaló.
La barrera intestinal cumple una función crucial: permite la absorción de nutrientes beneficiosos mientras bloquea el paso de patógenos y toxinas. Los emulsionantes parecen dañar esta barrera mediante varios mecanismos: debilitan las proteínas de unión estrecha, reducen el grosor de la capa de moco protectora, disminuyen la diversidad microbiana y aumentan la inflamación de la mucosa.
Dos emulsionantes comunes han llamado especialmente la atención de los investigadores: la carboximetilcelulosa (CMC) y el polisorbato 80. Estudios en ratones demostraron que estos compuestos adelgazan la capa de moco, alteran las proteínas en la mucosa y causan niveles más altos de translocación bacteriana, permitiendo que las bacterias atraviesen el epitelio intestinal.
Los experimentos con ratones han revelado hallazgos preocupantes. La exposición a CMC y polisorbato 80 causó cambios proinflamatorios en la microbiota y resultó en colitis crónica en ratones genéticamente susceptibles. En ratones normales, provocó desregulación metabólica e inflamación crónica de bajo grado.
Curiosamente, los efectos desaparecían en condiciones libres de gérmenes, lo que sugiere que los cambios en la microbiota intestinal son fundamentales en el proceso inflamatorio.
Aunque la mayor parte de la evidencia proviene de modelos animales, algunos estudios en humanos también han arrojado resultados inquietantes. Una investigación encontró que dietas altas en emulsionantes mejoraban la función de barrera en condiciones normales, pero bajo estrés agudo aumentaban la permeabilidad intestinal. Otro estudio vinculó una mayor ingesta de emulsionantes con biomarcadores inflamatorios elevados en sangre.
El impacto específico en pacientes con enfermedades como Crohn o colitis ulcerosa está siendo objeto de intensa investigación. Un estudio de 2017 encontró que el emulsionante carragenina provocó recaídas en pacientes con colitis ulcerosa en remisión: tres de cinco que lo consumieron recayeron, comparado con ninguno en el grupo placebo.
Más recientemente, Whelan y su equipo realizaron el ensayo ADDapt con 154 pacientes con enfermedad de Crohn. Los resultados fueron prometedores: quienes siguieron una dieta baja en emulsionantes tenían más del doble de probabilidades de experimentar remisión y mostraron reducciones significativas en la calprotectina fecal, un marcador de inflamación intestinal.
"Descubrimos que la dieta baja en emulsionantes era efectiva en el tratamiento de la enfermedad de Crohn de leve a moderadamente activa", comentó Whelan.
A pesar de la evidencia acumulada, los expertos mantienen una postura cautelosa. "Es demasiado pronto para emitir nuevas políticas públicas que restrinjan aún más los emulsionantes", advirtió Whelan, quien destacó que se necesitan más estudios sobre la exposición a largo plazo en individuos sanos.
Michael Camilleri, de la Clínica Mayo, recomienda evitar alimentos altamente procesados y ricos en grasa, optando en cambio por patrones dietéticos como la dieta mediterránea, que enfatiza grasas saludables, vegetales, granos enteros y proteínas magras.
Para personas con afecciones gastrointestinales que deseen reducir su consumo de emulsionantes, los estudios han demostrado que es factible con el apoyo adecuado. Whelan señaló que el asesoramiento dietético y recursos de apoyo aumentan significativamente el cumplimiento.
Mientras la industria alimentaria continúa expandiendo el uso de estos aditivos, la ciencia avanza paso a paso para descifrar sus verdaderos efectos sobre la salud. Lo que está claro es que reducir el consumo de alimentos ultraprocesados beneficia la salud en general y la salud intestinal en particular, independientemente del debate sobre emulsionantes específicos.