Aunque muchas veces no presentan síntomas, aumentan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y complicaciones cardiovasculares.
La resistencia a la insulina y la prediabetes se han convertido en una epidemia silenciosa que afecta a más de 84 millones de personas mayores de 18 años en Estados Unidos, lo que representa aproximadamente uno de cada tres adultos.
Esta condición, que frecuentemente pasa desapercibida debido a la ausencia de síntomas evidentes, constituye la antesala de la diabetes tipo 2.
La insulina es una hormona esencial producida por el páncreas. Su función principal es ayudar a que la glucosa —el azúcar que proviene de los alimentos— entre en las células para convertirse en energía. Sumado a eso, regula los niveles de azúcar en sangre, evitando que se eleven peligrosamente después de las comidas.
Cuando este proceso no funciona de manera adecuada, se producen alteraciones metabólicas que pueden ser el inicio de enfermedades crónicas.
La resistencia a la insulina ocurre cuando las células del hígado, músculos y tejido graso no responden correctamente a esta hormona. El páncreas, para compensar, produce más insulina de lo normal.
Aunque al inicio este mecanismo puede mantener los niveles de glucosa dentro del rango saludable, con el tiempo la sobrecarga puede fallar, aumentando los niveles de azúcar en la sangre y favoreciendo la aparición de prediabetes o diabetes tipo 2.
Ahora bien, la prediabetes es una condición en la que los niveles de glucosa en sangre son superiores a lo normal, pero no lo suficientemente elevados para diagnosticar diabetes. Una persona con prediabetes tiene hasta un 50 % de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en los próximos 5 a 10 años.
Esta situación surge cuando las células del cuerpo no responden adecuadamente a la insulina, la hormona producida por el páncreas que permite que la glucosa ingrese a las células para obtener energía.
El páncreas comienza a trabajar en exceso para compensar esta resistencia, produciendo más insulina de la necesaria. Sin embargo, cuando este órgano no puede mantener el ritmo, los niveles de azúcar en sangre comienzan a elevarse peligrosamente.
No todas las personas tienen la misma probabilidad de desarrollar resistencia a la insulina o prediabetes. Los principales factores de riesgo incluyen:
Sobrepeso u obesidad, en especial la grasa abdominal.
Edad mayor a 45 años.
Antecedentes familiares de diabetes.
Sedentarismo y poca actividad física.
Hipertensión, colesterol elevado o síndrome metabólico.
Historia de diabetes gestacional en mujeres y Síndrome de ovario poliquístico (SOP).
En la mayoría de los casos, la resistencia a la insulina y la prediabetes son silenciosas. Sin embargo, algunas señales de alerta incluyen:
Manchas oscuras en la piel (acantosis nigricans), especialmente en el cuello y axilas.
Papilomas cutáneos (pequeños crecimientos de piel).
Fatiga y aumento de peso abdominal (aunque no son síntomas exclusivos).
Los médicos utilizan principalmente tres pruebas para detectar la prediabetes:
Glucosa en ayunas: 100 a 125 mg/dL.
Hemoglobina A1C: Entre 5.7 % y 6.4 %.
Prueba de tolerancia oral a la glucosa: 140 a 199 mg/dL dos horas después de ingerir glucosa.
En personas con factores de riesgo, los especialistas recomiendan realizarse pruebas de control a partir de los 45 años, o antes si presentan sobrepeso.
La buena noticia es que tanto la resistencia a la insulina como la prediabetes pueden prevenirse e incluso revertirse.
El Programa para la Prevención de la Diabetes (DPP) demostró que perder entre un 5 y 7 % del peso corporal inicial (aproximadamente 5 a 7 kilos en una persona de 100 kilos) reduce considerablemente el riesgo de diabetes tipo 2.
Para prevenir o revertir la resistencia a la insulina y la prediabetes, los especialistas recomiendan realizar al menos 150 minutos de actividad física a la semana, mantener una alimentación saludable rica en fibra y vegetales, con bajo consumo de azúcares refinados, controlar el peso corporal evitando la acumulación de grasa abdominal y, en ciertos casos, considerar el uso de metformina bajo supervisión médica.