Gran parte de la población lucha con este reto de salud pública
Tres cuartas partes de la población de Puerto Rico está obesa, condición crónica que consiste de la acumulación excesiva de grasa, lo que puede ser perjudicial para la salud.
Hace tres años (2021) el 72.4 por ciento de los habitantes de la isla padecía de sobrepeso y obesidad, según datos del Behavioral Risk Factor Surveillance System de Puerto Rico. Esta cifra, sin embargo, va en aumento. Un reciente informe publicado este año por el World Obesity Atlas (WOA) advirtió que el 77 por ciento de los adultos del país tendrá ahora en el 2025 un índice de masa corporal (BMI, por sus siglas en inglés) alto, lo que representa a 2.13 millones de personas.
El BMI es una medición que toma en consideración la estatura y peso de una persona para evaluar si está saludable, bajo peso, sobrepeso u obeso. Además, según el WOA, 44 por ciento de los adultos del país vivirán con obesidad este año.
Muertes prematuras y enfermedades como diabetes, accidentes cerebrovasculares, enfermedad cardíaca isquémica, cáncer y otras condiciones crónicas son algunas consecuencias, según el informe.
Pero los efectos no solo inciden sobre la salud de las personas. El Plan de Acción para la Prevención de la Obesidad en Puerto Rico, realizado por la Comisión de Alimentación y Nutrición de Puerto Rico para el 2023-2025, advirtió que los costos médicos para una persona obesa ascienden a aproximadamente $1,861, una cifra mayor que los costos de una persona saludable.
Arroz blanco o guisado, habichuelas y alguna carne, pescado o pollo suelen ser los alimentos básicos más frecuentes que componen la dieta del puertorriqueño. Sin embargo, Puerto Rico tiene una tasa de pobreza de cerca de un 40 por ciento, según el Censo Poblacional.
Datos del Instituto de Desarrollo de la Juventud advierten que en los últimos 20 años cinco de cada diez niños y jóvenes del país viven en pobreza, lo que aumenta su riesgo de inseguridad alimentaria.
La Organización de las Naciones Unidas define la inseguridad alimentaria como “cuando una persona carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normal y para llevar una vida activa y saludable”.
Esto, agrega, puede deberse a falta de disponibilidad de alimentos y /o falta de recursos para obtenerlos. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que menores expuestos a esta vulnerabilidad están a riesgo de ingerir alimentos ricos en grasas, azúcares y sal, de alto contenido energético y pobres en nutrientes, que suelen ser más energéticos, pero de menor calidad nutricional.
Esto, junto a una menor actividad física, provoca un aumento drástico en la obesidad infantil. Y de la inseguridad alimentaria a trastornos relacionados con la alimentación hay una brecha muy corta.
“En Puerto Rico hay muchos más casos de Trastornos Alimentarios de lo que se mencionan”, advirtió la licenciada Bárbara Rodríguez Alicea, directora de Nutrición del Hospital San Juan Capestrano.
Según la nutricionista, a nivel nacional los trastornos alimentarios son actualmente la tercera enfermedad crónica más frecuente entre las personas jóvenes. Se estima, dijo, que uno de cada tres jóvenes esta´ en riesgo de padecerlo. Anorexia y bulimia son los principales, sostuvo. La primera, caracterizada por una pérdida excesiva de peso.
La segunda, por atracones o consumo excesivos de alimentos y luego tomar medidas drásticas -como inducirse el vómito, utilizar enemas y realización de ejercicios drásticos- para evitar el aumento de peso. “Lamentablemente, (solo) una de cada cinco personas (afectadas) recibe tratamiento para trastornos alimentarios”, indicó Rodríguez Alicea.
Advirtió, no obstante, que en Puerto Rico no hay estadísticas que indiquen la prevalencia de estos trastornos. Antecedentes por acoso de peso, dietas extremas por largo tiempo, problemas de salud mental y conductas aprendidas fueron mencionados por la nutricionista como factores que inciden en el desarrollo de estos trastornos.
“En la actualidad tenemos constantes promociones, a través de las redes sociales y mercadeo, de dietas restrictivas con la promesa de tener una pérdida de peso acelerada o mejorar condiciones de salud. Sin embargo, estas restricciones pueden llevar a las personas a presentar conductas de riegos de los trastornos de conductas alimentarias”, indicó la también nutricionista Nicole Plaza Martín.
Agregó que otro factor que puede llevar a los niños y adolescentes a conductas de riesgo son las evaluaciones de peso como parte de las clases de educación física. “Esta práctica promueve el “bulling” y puede desencadenar en conductas relacionadas a estos trastornos”, sostuvo.
Tanto Rodríguez Alicea como Plaza Martín coincidieron en que el mejor tratamiento para bajar de peso es a través de un nutricionista dietista licenciado, junto a un médico y un sicólogo. Según la licenciada Nicole Cruz, nutricionista/dietista experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria, entre los factores de riesgo hay biológicos, sicológicos y ambientales, siendo la etapa de la adolescencia la más vulnerable, especialmente las féminas.
Perfeccionismo, ansiedad, poca tolerancia a la frustración, valoración de la figura delgada como sinónimo de éxito y presión social por adelgazar fueron algunos factores mencionados por la nutricionista.
Entre las consecuencias, enumeró pérdida de concentración, alteración en el sistema inmune, mareos, estreñimiento, pérdida de cabello, gastritis, esofaguitis (inflamación o irritación del esófago), alambres musculares e intolerancia al frío. También, problemas cardiovasculares, pérdida de piezas dentales, amenorrea hipotalámica (ausencia de menstruación), riesgo de osteoporosis, comportamientos obsesivos compulsivos, hipercolesterolemia, ansiedad, depresión e intento suicida, entre otras.
Sobre las señales de alerta, Cruz destacó fluctuaciones de peso, cambios en los patrones de alimentación, actividad física en exceso, problemas digestivos, irritabilidad y obsesión con las calorías, porciones o ingredientes en los alimentos, entre otras.
Según el doctor Michael Soler, especialista en control de peso y medicina bariátrica, se estima que 5.5 de cada diez personas en Puerto Rico, incluyendo menores y adultos, tienen sobrepeso u obesidad.
Factores socioeconómicos y culturales inciden en esta situación, especialmente en los últimos cinco años, con un notable auge en la preferencia de muchos por confiar su alimentación en negocios de comida rápida, sostuvo. Esto, dijo, provoca un deterioro corporal, especialmente a nivel metabólico.
El galeno explicó, además, cómo la salud oral de muchos adultos mayores se afecta si tienen problemas de masticación, lo que les genera problemas de digestión. Por otra parte, lamentó el que hoy día muchos estudiantes no aprovechan la oferta de alimentación nutritiva que se ofrece en los comedores escolares.
“Además, importamos el 60 a 70 por ciento de lo que consumimos, lo que aumenta el costo de los alimentos. Por eso hay tantos alimentos procesados, que son fáciles de adquirir (al bolsillo), pero con unos niveles nutricionales bien bajos”, indicó.
El cambio climático, agregó, ha reducido la fertilidad de los suelos, generando cosechas menos nutritivas. “Y la mitad de la gente no se está suplementando para balancear su dieta”, señaló. El doctor Soler explicó que el grueso de sus pacientes se divide en tres tipos siendo la mayoría, aproximadamente un 75 por ciento, personas con sobrepeso y obesidad, con condiciones crónicas, principalmente diabetes, resistencia a la insulina, alta presión y síndrome de inflamación.
Otros pacientes que también atiende son personas con trastornos alimentarios, muchas veces por factores sicológicos, como anorexia y bulimia. En estos casos, dijo, son personas que han bajado de peso por factores estresantes, como problemas laborales, situacione familiares o adicciones, entre otros.
También visitan sus clínicas pacientes de cáncer que han sido afectados físicamente por el proceso de quimioterapia y desean subir de peso y masa corporal.
“El 65 por ciento del presupuesto de los planes médicos, de su prima, es para tratar condiciones de sobrepeso y obesidad. Y el 35 por ciento para condiciones crónicas, como diabetes y alta presión”, dijo al comentar que en sus clínicas se atienden unos 5,000 pacientes al mes.