La efectividad de las vacunas ha cambiado la cara de la pandemia

Las mutaciones del virus cambian el panorama y los expertos van recomendando cambios bajo la marcha, el mundo se enfrenta a algo nuevo y los expertos coinciden en la importancia de la vacunación y las mascarillas.

Redacción MSP

    La efectividad de las vacunas ha cambiado la cara de la pandemia

    El gobernador de Puerto Rico, Pedro R. Pierluisi, ordenó que a partir del 16 de agosto las agencias del Gobierno requieran a todos sus empleados que trabajen de forma presencial estar debidamente vacunados contra el coronavirus, ante el alza de contagios registrada en los últimos días.

    A través de una orden ejecutiva también se recomienda a los municipios, a la Rama Judicial y a la Rama Legislativa, así como a patronos privados que sigan el ejemplo.

    Entre tanto, las empresas farmacéuticas, tal es el caso de Pfizer, han anunciado que se necesita una tercera dosis de su vacuna para ayudar al sistema del paciente a defenderse del virus, “un tercer pinchazo produce niveles de anticuerpos contra la variante Delta 5 veces más altos en personas de entre 18 y 55 años, y más de 11 veces en gente de entre 65 y 85”, reseñó el comunicado. 

    El anuncio de los CDC respecto al uso obligatorio de mascarillas aún para los vacunados deja por sentado que la población sigue vulnerable frente a un virus que muta, pero no por ello la vacunación debe esperar, por el contrario los expertos insisten en que ahora más que nunca la comunidad internacional debe abogar por la vacunación en todo el mundo. 

    Sin duda, las opiniones en el mundo se dividen, puesto que como era previsible, la vacunación ya ha cambiado la cara (y la cruz) de la pandemia mucho antes de alcanzar la cifra mágica del 70 % de la población con pauta completa. 

    El ‘puzzle’ actual: vacunas, no vacunados, elevada transmisión, variante delta

    La pandemia no solo continúa, sino que crece. La proporción de casos graves es menor, mucho menor. Las poblaciones de más riesgo están vacunadas y los no vacunados, por su edad, tienen un menor riesgo de desarrollar las formas más graves de la covid-19. Pero son muchos. Y aunque ahora tengamos un goteo de casos graves en vez de un torrente, muchas goteras mantenidas en el tiempo también llenan –y desbordan– los pozales. Esta situación obliga a considerar los siguientes aspectos. 

    La pauta completa de vacunación sigue siendo extraordinariamente efectiva frente a la covid-19 sintomático, la hospitalización y la muerte con todas las variantes del virus, incluyendo delta. Aunque quizás –apuntan desde Israel– no reduzca tanto la transmisión. En cambio, las pautas incompletas de vacunación ofrecen una menor protección frente a la enfermedad sintomática por la variante delta, aunque mantienen su efectividad frente al riesgo de hospitalización.

    Por otro lado, esta inmunidad parece ser muy duradera, incluso en personas frágiles, y las reinfecciones y los casos sintomáticos tras la vacunación parecen ser muy poco frecuentes.

    Las vacunas de Pfizer/BioNTech, Moderna y Oxford/AstraZeneca tienen claras evidencias, de laboratorio y clínicas, que demuestran su efectividad frente a la variante delta. La vacuna monodosis de Janssen dispone de menos información: solo de laboratorio y controvertida.

    Su escaso uso en los países que más evidencias con datos de la vida real están aportando, como Reino Unido, Israel y Estados Unidos, limita nuestra información y posibles estrategias, como si serán necesarias dosis de refuerzo. Es importante obtener esta información en los países en los que hemos empleado esta vacuna. 

    La combinación de estos datos refuerza la necesidad de recurrir a medidas de restricción de contactos, mientras se vacuna a los grupos de población más jóvenes: necesitarán entre cinco y seis semanas desde la administración de la vacuna para alcanzar una inmunidad óptima. 

    El motivo es que la alta transmisibilidad de la variante delta también afecta a la transmisión del virus entre los vacunados. A pesar de que en su mayoría no desarrollarán cuadros graves, pueden transmitir la infección. Y eso implica diseñar cuidadosamente las restricciones a las que deben estar sujetos, por ejemplo, en caso de contacto estrecho. 

    En este contexto, si los vacunados pueden transmitir el virus, la inmunidad de grupo no protege tan efectivamente a los no vacunados. Quien opte por no vacunarse presumiendo que los vacunados le protegerán, probablemente se infectará y podría desarrollar un cuadro grave. 

    La situación actual de la pandemia en nuestro país recuerda esos finales de las películas de terror en los que, cuando crees que ya todo ha acabado, llega el último susto. 

    Por más verano que sea, por pocos fallecidos que haya, aquí y ahora, hay que evitar la sensación de que todo ha acabado. Vacunar. Vacunarse. Y ganar tiempo para que la vacunación sea efectiva. Y eso es, fundamentalmente, continuar manteniendo bajo mínimos el contacto con las personas no convivientes. 


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