Bruxismo por trastorno de ansiedad ocasiona cefaleas tensionales y dolor cervical en joven de 19 años

Hallazgos como los patrones de desgaste dental, la hipertrofia de los músculos maseteros, la presencia de contracturas en la musculatura cervical y una historia clínica detallada, son los pilares fundamentales para formular una hipótesis diagnóstica precisa.

Katherine Ardila

    Bruxismo por trastorno de ansiedad ocasiona cefaleas tensionales y dolor cervical en joven de 19 años

    Una joven de 19 años acudió a su médico de cabecera debido a la presencia de dolor en el hombro derecho, acompañado de cierta limitación funcional, cefaleas persistentes y una sensación constante de cansancio. 

    Entre sus antecedentes médicos destacaban un trastorno depresivo, que se había manifestado tras un acontecimiento familiar significativo, y que años atrás la había llevado a ser hospitalizada debido a un rechazo a la alimentación. 

    Además, presentaba un diagnóstico previo de trastorno de ansiedad generalizada, cuyos síntomas se exacerbaban en situaciones específicas, aunque no había experimentado ataques de pánico en los últimos dos años.

    Al momento de la consulta, su tratamiento incluía fluoxetina en dosis de 20 mg al día, anticonceptivos orales combinados y sesiones esporádicas de psicología. La paciente negó el consumo de tabaco, alcohol o cualquier tipo de sustancias estupefacientes.

    Síntomas y exploración física

    Durante la recopilación de información, la paciente describió cefaleas de carácter opresivo, localizadas en regiones frontal y occipital, sin síntomas acompañantes como náuseas, mareos o alteraciones visuales. 

    Estas molestias se intensificaban en contextos de ansiedad o estrés, aunque no guardaban relación directa con su actividad laboral. Asimismo, refería cansancio al despertar y al acostarse, pero no identificaba alteraciones específicas del sueño.

    Su principal motivo de consulta era el dolor en el hombro derecho, de varios días de evolución, sin que hubiera existido un traumatismo o esfuerzo físico excepcional que lo justificara. El dolor se irradiaba hacia la región cervical, empeoraba por las noches y al despertar, y se exacerbaba con el movimiento. 

    No presentaba debilidad muscular ni alteraciones sensitivas asociadas. Había utilizado paracetamol de forma esporádica, con un alivio limitado.

    En la exploración física, la paciente se mostraba como una mujer joven y aparentemente sana, con un estado de ánimo estable pero con notable tensión muscular durante la conversación. La piel y las mucosas se encontraban hidratadas y sin lesiones. 

    La palpación de la musculatura cervical reveló dolor en los músculos paravertebrales, con contractura bilateral más acusada en el lado derecho. Asimismo, se identificó dolor a la palpación en los músculos supraescapular y deltoides proximal del hombro derecho. 

    El rango de movimiento se mantenía conservado en movimientos pasivos, aunque los activos contra resistencia, especialmente en abducción y rotación externa, provocaban molestias.

    Un hallazgo importante durante la exploración fue la observación de un desgaste significativo en ambas arcadas dentales, compatible con bruxismo. Ante este descubrimiento, la paciente reconoció que desde hacía tiempo presentaba este hábito, tanto durante el día como mientras dormía. 

    Aunque había recibido tratamiento de ortodoncia reciente y utilizaba retenedores, nunca había empleado una férula oclusal nocturna.

    Estudios complementarios y abordaje terapéutico inicial

    Para completar el estudio diagnóstico, se solicitaron análisis de laboratorio que incluyeron hemograma completo, perfil bioquímico (función renal, hepática, glucosa, electrolitos), estudio tiroideo, marcadores nutricionales, serologías básicas y un electrocardiograma, todos los cuales resultaron dentro de la normalidad, a excepción de un nivel bajo de ferritina, sin anemia asociada.

    Con el diagnóstico presuntivo de cefalea tensional, dolor musculoesquelético y cansancio secundarios a bruxismo y ansiedad, se estableció un plan terapéutico multifacético. 

    Este incluyó el aumento de la dosis de fluoxetina a 40 mg/día, la prescripción de analgésicos y relajantes musculares para el control sintomático del dolor, la aplicación de calor local para favorecer la relajación muscular, y la derivación a un odontólogo para valorar la confección de una férula de descarga.

    Paralelamente, se remitió a la paciente al servicio de psicología de atención primaria para optimizar el manejo de su ansiedad y abordar un posible trastorno de adaptación, dada su reciente incorporación al mundo laboral.

    Evolución y seguimiento

    Tras seis semanas de tratamiento, la paciente experimentó una mejoría notable de los síntomas ansiosos y las molestias musculoesqueléticas, con una disminución en la frecuencia e intensidad de las cefaleas y un uso cada vez más esporádico de relajantes musculares. 

    Se inició suplementación con hierro ante la persistencia de niveles bajos de ferritina.

    Un mes después, con la utilización regular de la férula oclusal, la paciente comunicó la desaparición completa del dolor de hombro y de las cefaleas, lo que permitió suspender el uso de analgésicos. También refirió una mejoría significativa a nivel psicológico, con menor irritabilidad, ansiedad y tensión muscular

    No obstante, comenzó a ser consciente de un sueño ligero y fragmentado, con frecuentes despertares nocturnos, síntoma que posiblemente había pasado desapercibido previamente debido a la intensidad de sus otras molestias. Para abordar esta alteración del sueño, se añadió clonazepam 0,5 mg por la noche.

    En el control realizado un mes después, la paciente se encontraba notablemente mejor, con desaparición de la sintomatología musculoesquelética, mejor control de la ansiedad y una calidad de sueño restablecida. Pese a la significativa mejoría clínica, aún aguardaba la asignación de un terapeuta psicológico debido a la sobrecarga asistencial del servicio.

    Discusión 

    El bruxismo se presenta como una afección compleja cuya etiología multifactorial involucra una intrincada interrelación de factores biológicos, psicológicos y conductuales. 

    El caso presentado (Cañas Miranda M, Monteiro R, Afonso C, et al.) sirve para ilustrar de manera clara esta complejidad, poniendo de relieve la estrecha interacción que existe entre los trastornos de ansiedad, el bruxismo y la consecuente afectación musculoesquelética. 

    Esta observación concuerda con la evidencia científica disponible, la cual sugiere de manera consistente que el estrés psicológico y la ansiedad actúan como factores clave que exacerban o incluso desencadenan la actividad muscular masticatoria parafuncional. 

    Los antecedentes de ansiedad de la paciente, unidos al dolor muscular, la fatiga y las cefaleas tensionales que fueron meticulosamente documentados, reflejan un patrón de comorbilidades que, según la literatura, se observa con frecuencia en las personas que padecen bruxismo.

    La identificación de bruxismo tanto en estado de vigilia como durante el sueño en esta paciente joven, que inicialmente no tenía conciencia del problema, subraya la capital importancia de realizar un examen clínico exhaustivo y minucioso. Dicho examen debe incluir, de manera indispensable, una evaluación odontológica completa. 

    Hallazgos como los patrones de desgaste dental, la hipertrofia de los músculos maseteros, la presencia de contracturas en la musculatura cervical y, por supuesto, una historia clínica detallada, continúan siendo pilares fundamentales para formular una hipótesis diagnóstica precisa. 

    Esta necesidad se acentúa si consideramos que el bruxismo a menudo es subestimado o pasa desapercibido, debido fundamentalmente a su naturaleza involuntaria y a la frecuente falta de concienciación por parte del propio paciente.

    Este caso clínico ilustra de manera elocuente la necesidad crítica de establecer un diagnóstico temprano y de adoptar un enfoque integral y decididamente multidisciplinario en el manejo del bruxismo. Dicho enfoque debe coordinar de manera eficaz los esfuerzos de la atención primaria, la odontología, la psiquiatría y la psicología, formando un equipo cohesionado, especialmente cuando el bruxismo se presenta asociado a trastornos de ansiedad y a sintomatología musculoesquelética.

    En términos generales, el reconocimiento precoz del bruxismo tanto en su variante de vigilia como de sueño y la consiguiente intervención rápida constituyen elementos clave para prevenir la aparición de complicaciones duraderas y potencialmente debilitantes. 



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