Los peligrosos remedios que existían en la antigüedad para aliviar el dolor antes de la anestesia

Antes de que se comenzara a usar la anestesia, los pacientes soportaban mucho dolor y vivían angustiantes momentos llenos de sufrimiento.

Carolina González Quiceno

    Los peligrosos remedios que existían en la antigüedad para aliviar el dolor antes de la anestesia

    Antes de la anestesia y de los adelantos médico-científicos que ahora hacen más llevaderas muchas condiciones, las personas no disponían de muchos medios para aliviar el dolor. Entonces, ¿en qué consistían sus métodos?

    Una de las opciones era embriagarse hasta que no les importase sentir el dolor, pues, el alcohol no les eliminaría el padecimiento, pero sí lo hacía más soportable.

    Los curanderos y místicos en muchas partes del mundo también preparaban pociones sedantes con alcohol, a base de plantas, que nublaban la mente.

    El cirujano chino del siglo II, Hua Tuo, fue uno de los primeros médicos en realizar una cirugía con anestesia, antes de que la práctica se adoptara en Europa, según se reseña en el "Libro de Han Posterior". Aunque la receta exacta se perdió, se cree que el sedante era fabricado con cannabis o matalobos de flor azul, una planta venenosa.

    Cicuta

    La cicuta también fue un veneno mortífero (el mismo con el que se envenenó Sócrates), y se considera que era un ingrediente en los sedantes, que además podían contener:

    -       Opio: analgésico efectivo, pero adictivo;

    -       bilis de jabalí: la cual se mezclaba con grasa para ayudar a que se absorbieran los ingredientes;

    -       nabo del diablo;

    -       beleño: capaz de inducir a la inconsciencia profunda y duradera;

    -       lechuga;

    -       vinagre: usado para ayudar a que las personas recuperen la consciencia, entre otros.

    En el siglo XV, la mezcla de opio, mandrágora y beleño era la mezcla preferida como sedante para realizar procedimientos quirúrgicos, tales como amputaciones.

    Otros métodos para aliviar el dolor 

    Además de los sedantes mencionados, que no podían ser manipulados por un inexperto porque podría costarle la vida al paciente, también había otros métodos. Uno de ellos era golpear a la persona en la cabeza hasta desmayarla. La idea era prepararle para una cirugía, pero entre sus efectos podía derivar un traumatismo craneal.

    Presión en los nervios

    Otra técnica consistía en aplicar presión a los nervios hasta entumecer las extremidades. De igual modo, se comprimían las arterias del cuello. El hipnotismo también fue aplicado, pero no tan efectivo.

    La rapidez era una cualidad apreciada por todos. El médico cirujano Robert Liston realizó operaciones dignas de admiración en el University College Hospital en Londres en 1840 y ganó fama porque los pacientes tenían menos posibilidades de morir cuando era él quien hacía la amputación, sino que, además, las realizaba a extrema velocidad: desde el primer corte hasta que la extremidad caía en una caja de aserrín solo transcurrían 25 segundos, lo cual disminuía el trauma de la cirugía.

    Eter dietílico y analgésicos

    El éter dietílico apareció finalmente a mediados del siglo XIX. También aprecio el cloroformo. Estos compuestos permitieron que los cirujanos tuviesen más tiempo para hacer la cirugía y de forma más meticulosa.

    A principios del siglo XX se comenzaron a usar los primeros analgésicos locales, a base de cocaína, y los anestesistas surgieron como una profesión separada.

    Más tarde, tras las guerras, se desarrollaron las drogas y los gases usados hoy día en los quirófanos.

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