Además de afrontar el repunte de una pandemia por COVID-19, Puerto Rico ahora debe lidiar con un fenómeno atmosférico que ha alcanzado vientos sostenidos de 40 millas por hora, y que, de convertirse en tormenta tropical acogería el nombre de Isaías, según lo indica un informe del Centro Nacional de Huracanes (CNH).
Diana Castañeda
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
Además de afrontar el repunte de una pandemia por COVID-19, Puerto Rico ahora debe lidiar con un fenómeno atmosférico que ha alcanzado vientos sostenidos de 40 millas por hora, y que, de convertirse en tormenta tropical acogería el nombre de Isaías, según lo indica un informe del Centro Nacional de Huracanes (CNH).
Ante esto, el presidente de la Sociedad Puertorriqueña de Psiquiatría, el doctor Edgardo Prieto, además director del Sistema San Juan Campestrano de la Clínica de Caguas conversó con la Revista de Medicina y Salud Pública (MSP) sobre los eventos emocionales causados por la pandemia y reconoció que lo más importante en este momento es la educación las personas.
El especialista asegura que, durante la pandemia, se ha detectado un aumento en las recaídas de pacientes con problemas de ansiedad o pánico “lo más común que hemos visto en esta época es la intensidad de estos ataques de pánico y obviamente, se ha tenido que aumentar las dosis en los tratamientos”, resaltó.
No obstante, además de la crisis sanitaria generada por el COVID-19, se registra en este momento un fenómeno natural debido a las temporadas de lluvias en la isla, alertando a un posible desastre natural, lo que puede generar mayor ansiedad en la población boricua.
Ante esto el Dr. Prieto advierte a la población y a los pacientes con condición de ataque pánico que no descuiden sus tratamientos y así prevenir una recaída. Además, recordó que los síntomas para un diagnóstico de esta enfermedad neurológica son sensación de falta de aire, taquicardia, aumento en la frecuencia respiratoria, mariposeo en el estómago, escalofríos, sensación de adormecimiento en la yema de los dedos, por lo que el psiquiatra recomendó que acuda a un profesional de la salud si llega a sentir más de tres de estos síntomas.
“Generalmente los pacientes cuando son identificados con ataque de pánico comienzan tratamiento por un periodo de un año para que el paciente quede libre de esta condición”, explicó el galeno, quien además agregó que estas personas mientras están medicados pueden llevar su cotidianidad normal.
Para los médicos, enfermeras y otros profesionales que se mantienen en contacto permanente con el coronavirus y al frente de los afectados ante los desastres naturales, el estrés y las preocupaciones no se asocian con su riesgo individual sino con el de las personas con las que tienen un contacto cercano.
“Primero hay que felicitarlos porque muchos de ellos están exponiendo su propia seguridad, salud y la de sus familias. La mayoría de médicos y enfermeras se preocupan principalmente en cómo no contagiar a sus seres queridos”, explica la Dra. Ileana Fumero, especialista en psiquiatría para MSP.
Sin embargo, y como se ha evidenciado en otros países del mundo, la energía que se requiere para manejar la atención en el brote de COVID-19, requiere altas dosis. Por eso, aquellos encargados de recibir a los pacientes en salas de emergencia o de realizar las pruebas para descartar el contagio, ya presentan signos de agotamiento.
“Hemos visto que los profesionales de la salud están cansados y angustiados porque están lidiando con una situación que, quizás nunca antes, han vivido en términos de la cantidad de pacientes que requieren ser atendidos en un momento dado”, afirma Fumero.
A los niños hay que modelarles la calma pues, existe una gran diferencia de estos respecto a los adultos, los cuales se expresan abiertamente. Por lo tanto, a los niños hay que darles ejemplo, debido a que ellos observan el reaccionar de los adultos.
Por su parte, el Dr. Ángel Martínez, psiquiatra y subespecialista en niños y adolescentes durante una entrevista a la revista de Medicina y Salud Pública (MSP), expreso que “A los niños hay que hablarles de una manera simple, sencilla y en términos que ellos puedan entender. Incluso, se les pueden hacer dibujos de lo que está sucediendo y explicarles además sobre peligros relacionados. Por tal motivo, nosotros como adultos tenemos que mantenernos calmados para poder reaccionar ante esta situación y darles ejemplo.
Martínez explica que, además, cuando suceden este tipo de eventos, a los niños hay que mantenerles las rutinas lo más posible, asegurándonos anteriormente de que todo miembro de la familia se encuentre bien y fuera de peligro dentro del hogar. De modo que, mantener esa rutina va a ser esencial para ellos.
Cuando se pasa por este tipo de situaciones a los niños hay que hablarles en un tono calmado, bajo y dejarles saber lo que está sucediendo. Pues suele suceder que, generalmente los niños preguntan a sus padres sobre lo que está pasando y si estos les niegan la realidad, podrían causarles más temores al presentir que les están escondiendo algo.