La comunicación con su reumatólogo le ayudó a adherirse al tratamiento y lograr la remisión en un periodo de dos años.
Dangeli Nicole Quiñones fue diagnosticada con artritis reumatoide (AR) a los 26 años. Inicialmente, esta condición afectó una de sus rodillas y una mano, limitando su capacidad laboral, pero aun así, el dolor no fue directamente reconocido como enfermedad en su cotidianidad, ya que ella lo asoció a otros problemas debido a su labor dentro del gimnasio donde trabaja y al desgaste de los entrenamientos.
Conociendo la artritis reumatoide
Esta condición es más prevalente en jóvenes y personas de mediana edad, afectando así a una comunidad que no espera padecer este tipo de condiciones y es común que las dificultades, síntomas o complicaciones, sean confundidas o asociadas a otras situaciones.
"Yo empecé a notar que tenía dificultad al subir las escaleras en tacos. Tardé un año entero en ir al médico. Nadie en mi familia padece artritis reumatoide aún y luego de la visita con el internista, fue evidente en los análisis un nivel de inflamación de 83, lo que es bastante alto", afirmó.
Recibir el diagnóstico tarde y sus consecuencias en las articulaciones
Este diagnóstico tardío puede traer consecuencias en la salud de los pacientes y así mismo en su calidad de vida, como es el caso de Dangeli, quien tuvo que ser sometida a un remplazo de rodilla debido al tiempo que había transcurrido hasta el diagnóstico de la condición.
“Al primer doctor que yo fui, que fue recomendado por un plan de salud, me dice a los 26 años ‘tú tienes artritis reumatoide, yo entiendo que tú tienes que dejar tu trabajo, ver si puedes aplicar para el seguro social, y tirarte a descansar’. Yo salí del doctor a llegar a mi casa a llorar, porque no iba a tener calidad de vida”, comenta Nicole, y además recomienda a los pacientes “encontrar a un doctor que realmente entienda la condición. Eso es factor clave”.
El acompañamiento de los reumatólogos
Reconocer que esta enfermedad, aunque es complicada, no es limitante, ni es sinónimo de ausencia de calidad de vida, por ende es vital obtener un tratamiento adecuado que garantice un impacto bueno en la salud; así mismo, es bueno tener optimismo y fortaleza. Aunque para esto, es indispensable tener un acompañamiento de un especialista y un equipo de profesionales que garanticen el bienestar del paciente.
En el caso Quiñones, un mes después de su visita inicial con el internista, quedó postrada en cama, sin poder caminar durante aproximadamente 7 meses. “Fue un momento bien difícil, a los 26 añitos, que uno es tan activo. Yo desde pequeña bailaba, jugaba voleibol, hacía muchos deportes y tuve que dejarlo todo por esta condición”.
Sin embargo, Dangeli dialogó con su especialista en reumatología y juntos buscaron alternativas para mejorar su calidad de vida.
La recuperación de Dangeli
Un lapso de dos años fue el tiempo que tardo la paciente entre el diagnóstico y una mejora en su calidad de vida, que posteriormente se convirtió en una remisión. Este tipo de historias son muy comunes, pues muchos pacientes restan importancia al diagnóstico de este tipo de condiciones, pues a su vez desconocen cómo actuar cuando se presentan.
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