Dentro del ámbito de los problemas de salud que afectan a los músculos y las articulaciones, la artritis reumatoide y la fibromialgia se destacan como situaciones únicas que desafían a quienes las enfrentan con diversos síntomas.
Aunque estas condiciones pueden tener un impacto profundo en la calidad de vida, es importante recordar que a pesar de los desafíos, hay formas de manejar el dolor, las limitaciones y la fatiga que van más allá de las articulaciones y los músculos. Con paciencia y cuidado, es posible encontrar maneras de mejorar el bienestar general y continuar disfrutando de la vida.
La artritis reumatoide (AR) representa una afección crónica dentro del ámbito reumático, distinguida por su impacto en las articulaciones periféricas, incluyendo manos, pies, muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas. Estas articulaciones sufren dolor y aumento de tamaño debido a la inflamación de la membrana sinovial, junto con rigidez especialmente matutina o tras periodos prolongados de inactividad.
Más allá de sus efectos sobre las articulaciones y los tejidos circundantes como tendones y músculos, la inflamación crónica tiene el potencial de limitar la movilidad y la función de las articulaciones. Además, esta inflamación sostenida puede tener repercusiones en órganos distintos, como el corazón, los pulmones o los riñones. Esta amplitud de afectación a lo largo del cuerpo justifica la consideración de la artritis reumatoide como una enfermedad sistémica, es decir, que abarca múltiples áreas del organismo.
En situaciones en las que la inflamación alcanza niveles elevados y se mantiene en el tiempo, pueden manifestarse síntomas generales como fiebre, fatiga, debilidad, pérdida de peso y disminución del apetito, entre otras.
La artritis genera sensaciones dolorosas, hinchazón, enrojecimiento y un incremento en la temperatura de las articulaciones afectadas. El dolor articular constituye el síntoma más común, mientras que la inflamación en las articulaciones puede variar en visibilidad para el paciente. En ocasiones, solo el reumatólogo logra identificar esta inflamación mediante la palpación de las articulaciones o mediante técnicas diagnósticas como la ecografía o la resonancia magnética.
No todas las articulaciones se ven igualmente afectadas ni con la misma frecuencia. Aquellas que se inflaman con mayor regularidad son las muñecas, las articulaciones de los dedos de las manos y los pies, los codos, los hombros, las caderas, las rodillas y los tobillos. Inclusive el dolor en el cuello puede atribuirse a la artritis reumatoide y es crucial comunicarlo al médico.
Es posible experimentar dificultades al iniciar movimientos, como la rigidez matutina que puede extenderse por más de treinta minutos. Si la inflamación persiste, existe la posibilidad de que cause daño en los huesos, ligamentos y tendones circundantes. Esto podría resultar en la deformación gradual de las articulaciones y en una disminución de la capacidad de movimiento en las mismas. Como consecuencia, el individuo podría enfrentar cierto nivel de limitación para realizar algunas actividades cotidianas, lo que podría llevar a una forma de discapacidad en su vida diaria.
Estos síntomas provocan complicaciones en la movilidad y en la realización de las tareas habituales. Las articulaciones afectadas con mayor frecuencia son los nudillos de las manos, las muñecas y los pies, y tienden a manifestarse de manera simétrica. Otras áreas también pueden sufrir afectaciones, como las rodillas, los codos, los hombros y los tobillos, entre otras. En ocasiones, la columna vertebral puede verse involucrada, aunque esto generalmente se limita a la zona del cuello.
Es aconsejable considerar el ejercicio moderado (previamente aprobado por un profesional) como una opción para fortalecer los músculos, entre otras recomendaciones.
Fibromialgia: Síntomas
La fibromialgia se distingue por la presencia de un dolor musculoesquelético generalizado, junto con sensibilidad dolorosa al aplicar presión en puntos específicos conocidos como "puntos dolorosos". A pesar de que este dolor puede parecerse al que se origina en las articulaciones, no se trata de una afección inflamatoria de las articulaciones. El término "fibromialgia" (FM) se compone de "fibro", que hace referencia al tejido fibroso como ligamentos y tendones, y "mialgia", que se refiere al dolor muscular.
Es una condición que ocurre con relativa frecuencia, afectando aproximadamente entre el 2% y el 6% de la población, en su mayoría mujeres. La fibromialgia puede presentarse como una afección independiente (fibromialgia primaria) o puede estar relacionada con otras enfermedades (fibromialgia concomitante).
El dolor se erige como uno de los síntomas más incómodos característicos de la fibromialgia. Este dolor se manifiesta de manera difusa, abarcando una considerable porción del cuerpo. En ocasiones, este dolor emerge en una forma generalizada, mientras que en otras se inicia en una zona específica como el cuello, el hombro o la zona lumbar, y desde ahí se extiende.
Quienes buscan asistencia médica por esta afección suelen expresar sentir "dolor en todo el cuerpo", aunque en otras ocasiones, se describe como una sensación de quemazón, incomodidad o malestar. Con frecuencia, este dolor varía en relación con la hora del día, los niveles de actividad, los cambios climáticos, la falta de sueño y el nivel de estrés.
Las modificaciones en los neurotransmisores también son responsables de otros síntomas de la fibromialgia, tales como la fatiga, los trastornos del sueño y los síntomas de ansiedad y depresión, que emergen como resultado de la disrupción de los mecanismos de comunicación en el cerebro. Descansar adecuadamente, incluyendo un número suficiente de horas de sueño, puede contribuir a mejorar la sensación de cansancio y fatiga que suele derivarse de esta enfermedad.
En algunas personas, la fatiga puede llegar a ser sumamente intensa y ocupar un lugar más prominente que el dolor. Si esto ocurre, es posible que sea necesario incrementar las horas de descanso y aprender a regular de forma más efectiva el ritmo de las actividades diarias. Durante los períodos de agravamiento de la enfermedad, el reposo adquiere una importancia significativa.
Las modificaciones en el ámbito cognitivo se manifiestan a través de problemas en la concentración, deterioro de la memoria y obstáculos para mantener la atención y llevar a cabo tareas que demanden incluso un esfuerzo mental mínimo.
Diversas alteraciones afectan las moléculas responsables de establecer conexiones entre las neuronas y los centros nerviosos en el cerebro, conocidas como neurotransmisores cerebrales. Un desequilibrio en estos neurotransmisores conduce a una activación constante del sistema nervioso, denominada sensibilización central, que a su vez provoca una disfunción en la interacción entre distintos centros nerviosos, generando múltiples consecuencias.
Además, existen otros síndromes de sensibilización central que con frecuencia acompañan a los pacientes con fibromialgia, tales como el síndrome de la articulación temporomandibular, el síndrome de fatiga crónica, la cistitis intersticial, el dolor crónico en la región pélvica, los síndromes migrañosos y el síndrome del intestino irritable.
Referencias
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