Investigadores demostraron en roedores que el trasplante de células madre puede revertir la ceguera, incluso cuando la degeneración de la retina se encuentra en fase terminal.
En 2014, un equipo internacional de investigadores probó la eficacia de implantes de células madre para curar la ceguera a pacientes con enfermedades de retina. Ahora, la revista Stem Cell Reports publica un nuevo trabajo sobre el papel de las células madre en las distrofias de la retina.
La técnica, basada también en el trasplante de células madre, restaura la visión en ratones ciegos con degeneración retiniana terminal.
El objetivo es que el método sea próximamente probado en pacientes con esta misma patología, ya que por el momento no existe cura y las terapias actualmente disponibles tienen limitada su capacidad de detener la progresión de la pérdida de visión. De hecho, la degeneración de la retina en etapa terminal es una de las principales causas de pérdida irreversible de la visión y ceguera en individuos mayores.
Típicamente, los pacientes con retinitis pigmentosa y degeneración macular relacionada con la edad pierden la visión como resultado del daño a la capa nuclear externa de las células fotorreceptoras sensibles a la luz en el ojo.
Los investigadores demostraron que, tras el trasplante, el tejido retinal derivado de las células madre pluripotentes inducidas (iPSCs) del ratón establece conexiones con las células vecinas y responde a la estimulación lumínica, restaurando así la función visual en los roedores afectados.
"El trabajo proporciona una prueba de concepto para el tratamiento de pacientes con retinitis pigmentaria avanzada o degeneración macular relacionada con la edad", explica Masayo Takahashi, investigador en el Centro de Biología del Desarrollo RIKEN de Japón y autor principal del estudio. "Tras más estudios en animales, planeamos realizar ensayos clínicos que den los mismos resultados".
Takahashi y su equipo demostraron que los tejidos retinales derivados de células madre podrían formar capas nucleares externas estructuradas –consistentes en fotorreceptores maduros– cuando se implantan a animales con degeneración retiniana terminal. Pero hasta el momento, no estaba claro si el trasplante de estas células podría restaurar la función visual.
En la investigación, el tratamiento rehabilitó la visión en casi la mitad de los ratones con degeneración retiniana en etapa terminal. Cuando se colocaba a los roedores en una caja que constaba de dos estancias –en las que se emitían se forma alterna descargas eléctricas por el suelo–, estos eran capaces de usar una señal de advertencia luminosa y evitar así choques al moverse hacia la otra estancia.
Mejorar el campo de visión
Casi todas las retinas trasplantadas mostraron alguna respuesta a la estimulación lumínica. La clave del éxito fue utilizar tejido retinal diferenciado en lugar de células retinianas, usadas por la mayoría de los investigadores en este campo.
Para hacer que los hallazgos sean más aplicables a los pacientes, los investigadores están actualmente probando la capacidad del tejido retinal humano derivado de iPSC –mientras que la retina postrasplante puede responder a la luz después de un mes en ratones, la retina humana podría tardar entre cinco y seis meses ya que tarda más tiempo en madurar–.
Si estos experimentos tienen éxito, entonces probarán la seguridad de este protocolo evaluando cómo responde la retina del huésped al injerto. Al mismo tiempo, seguirán buscando formas de aumentar la capacidad de los fotorreceptores para integrarse con el tejido retiniano del huésped, con el objetivo final de superar los ensayos clínicos en seres humanos.
Publicado en Stem Cell Reports.