Los receptores sensoriales no están solo en la piel, sino también en los órganos internos, pero ¿por qué se siente con menos intensidad lo que ocurre en el interior del cuerpo?
El movimiento de los órganos internos puede ser aleatorio o cíclico. En el caso del movimiento abdominal, este es cíclico y es causado por la respiración. Sin embargo, no siempre sentimos este tipo de actividad en nuestro cuerpo. ¿A qué se debe?
Para comprenderlo, es necesario conocer qué son las terminaciones, dónde están ubicadas y qué papel juegan.
El cuerpo humano contiene terminaciones nerviosas especiales, conocidas como 'receptores sensoriales'. Estas nos ayudan a “sentir”. Dichos receptores no solo están en la piel, sino también en las articulaciones, los músculos, vasos sanguíneos y órganos internos.
Los receptores sensoriales responden al tacto ligero, el estiramiento, la presión, el calor, el frío, la vibración y el dolor. En otras palabras, estos receptores son los que nos permiten reaccionar, tanto al mundo interior como al que nos rodea.
Así, podemos identificar una cosa sin mirarla, solo usando nuestros dedos. Los receptores de presión y tacto ligero se encuentran en la dermis, o capa media de la piel, y estos son los que facilitan ese proceso de reconocimiento al tocar algo.
Dichos receptores son extremadamente sensibles a los bordes y detalles finos. Esto también explica por qué tenemos más de ellos en las yemas de los dedos y los labios que en otras partes, como los brazos o las piernas.
El cabello no contiene terminaciones nerviosas, pero los folículos pilosos, que están en la dermis, sí están rodeados de receptores táctiles (por eso se siente tan bien cuando acarician tu pelo).
El sentido del tacto se origina en los receptores especializados que se ubican en la piel. Estos mecanorreceptores envían mensajes, a través de las neuronas, y el sistema nervioso central los interpreta como sensaciones táctiles.
Cuando las presiones mecánicas sobre un tejido corporal se vuelven tan fuertes, al punto de amenazare o dañarle, los receptores del dolor –o nociceptores- toman el control.
Los nociceptores son terminaciones nerviosas libres: puntas de axones que no tienen vaina de mielina. Son las terminaciones altamente ramificadas de las fibras A delta y las fibras C y se encuentran prácticamente en todo el cuerpo, ¡excepto el cerebro mismo!
De modo que, un nociceptor se refiere más a la función de sentir dolor que a un tipo de receptores especializados, como los mecanorreceptores.
Los receptores que transmiten un dolor superficial, como un pinchazo, están en la dermis y el propósito del dolor es hacernos saber que algo anda mal. Si no nos damos cuenta que hemos pisado una astilla, por ejemplo, podría formarse una llaga y una infección en el pie.
Los órganos internos están protegidos por la piel, los músculos y los huesos y tienen menos terminaciones nerviosas que los músculos.
Las terminaciones libres en los órganos internos están distribuidas de forma floja y muy desigual, por lo que el dolor en estos órganos suele ser vago y difícil de localizar, ya sea la simple molestia de una indigestión o el dolor violento de un cálculo renal.
Los órganos internos más altamente inervados con nociceptores son en su mayoría los que son huecos (como los intestinos, la vejiga y el útero).
Por el contrario, los órganos sólidos, como los pulmones, el hígado y el bazo, tienen menos terminaciones libres y no son muy sensibles al dolor.
En conclusión, la explicación de por qué no sentimos el movimiento y todo lo que sucede en el interior de nuestro cuerpo podría estar en los receptores sensoriales, los cuales abundan en la piel, mientras que los órganos internos están cubiertos y protegidos por la piel, músculos y huesos, y tienen menos terminaciones nerviosas.
Así, los órganos sólidos, con menos terminaciones y menos sensibles al dolor, podrían deteriorarse sin que nos demos cuenta. Por ello es tan importante las visitas de control a nuestro médico de confianza.