Las medidas que las autoridades puertorriqueñas han tomado para mejorar la situación de contaminación y calidad del aire en la isla resultan insuficientes ante una realidad literalmente arrolladora: hay un vehículo de motor por cabeza en Puerto Rico.
El uso intensivo de vehículos produce material particulado y desechos de difícil manejo, como los neumáticos y la chatarra.