Varios estudios de la literatura médica han apuntado a la asociación existente entre momentos de crisis y la incidencia de la enfermedad cardiovascular.
Puerto Rico se ha enfrentado en repetidas ocasiones a eventos sísmicos que han puesto en jaque la integridad física, emocional y financiera de sus habitantes. Múltiples son los efectos que podría desencadenar un evento de esta magnitud, por lo que conocer su incidencia es clave.
El Dr. Fernando Lapetina, Cardiólogo Intervencional y Director del Departamento de Cardiología del Hospital Pavia Santurce escribió un artículo para la Revista Medicina y Salud Pública (MSP) en el que explica la incidencia de los sismos en el estrés, el sistema cardíaco y la salud mental.
Varios estudios de la literatura médica han apuntado a la asociación existente entre momentos de crisis y la incidencia de la enfermedad cardiovascular. Se ha catalogado el estrés como un nuevo factor de riesgo cardiovascular comparable a otros clásicos como lo son: la obesidad, el sedentarismo, la diabetes, la hipertensión, entre otros.
Según el estudio “Psychological Distress as a Risk Factor for Cardiovascular Events” publicado en Londres se demostró que existen cambios de conducta adaptativos inducidos por el estrés que mostraban hábitos de vida menos saludables, destacando el sedentarismo, el tabaquismo y el consumo de alcohol, siendo así más propensos a desarrollar una enfermedad cardiovascular. Se ha demostrado que estrés es el estímulo inicial para la secreción de catecolaminas y el cortisol, Esta activación y producción de catecolaminas induce cambios hemodinámicos como lo son el aumento de presión arterial y frecuencia cardiaca, se aumenta la resistencia a la insulina, se aumenta significativamente la agregación plaquetaria que a su vez produce disfunción del endotelio, el tejido que compone y reviste las arterias del corazón. Todas estas alteraciones producen inestabilidad de las placas de colesterol que existen en el sistema circulatorio. Todas estas alteraciones desencadenan fenómenos inflamatorios e inmunológicos.
Debe quedar claro que la respuesta a una crisis dígase estrés es un mecanismo adaptativo fisiológico que permite al organismo contrarrestar estímulos negativos. Sin embargo, la activación exagerada puede resultar dañina para el organismo. Conocer los procesos fisiológicos que actúan entre el estrés psicológico y la enfermedad cardiovascular proporciona la clave para comprender y tratar el estrés y reducir el riesgo cardiovascular. Es totalmente ilusorio pretender vivir sin estrés, es parte de nuestro diario vivir. El mantener un balance hemodinámico y social ayuda a estabilizar los procesos cotidianos y a aceptar mejor aquellos eventos nuevos por más catastróficos que puedan parecer.
Cónsono con la situación existente en nuestra isla un evento sísmico está causado por el desplazamiento súbito en una fractura o falla de la corteza terrestre. Del mismo modo está bien documentado que un infarto al miocardio “un ataque al corazón” se produce al fracturarse una placa de colesterol existente en las arterias del corazón. Según la teoría del rebote elástico y su teoría análoga un infarto al miocardio y un evento sísmico tienen algo en común, son procesos dinámicos y ciertamente poco predecibles, pero si identificables.
Si analizamos las gráficas creadas por los sismólogos existe una onda “P” que describe la dirección de la falla y dan información sobre un terremoto y puede ayudar a identificar a tiempo un evento sísmico. Análogamente un electrocardiograma describe un proceso eléctrico que se identifica en la onda T. Esta onda y sus alteraciones pueden identificar un infarto al miocardio. Un electrocardiograma es pieza cardinal para identificar un infarto.
Dos eventos complicados, impredecibles pero tratables que pueden subsanarse si tenemos las herramientas necesarias. Deleguemos el tratamiento de los eventos sísmicos a nuestro cuerpo de ingenieros y las entidades correspondientes. Ellos tienen las herramientas para disminuir la carga estructural y económica que estos eventos pueden provocar. Unamos fuerzas en la comunidad médica para atender las repercusiones cardiovasculares que estos eventos puedan crear. Conseguir controlar día a día los riesgos: tabaquismo, colesterol, hipertensión, sedentario, estrés, obesidad y diabetes. No podemos actuar sobre la herencia, edad y sexo. Claramente la prevención es pieza fundamental en este proceso de tratamiento, pero al primer indicio el acudir a un centro de servicios cardiovasculares especializados es de importancia vital. No esperemos que el evento sísmico esté en su máximo esplendor para buscar atención. No esperemos a que el infarto se complique; podemos sin duda alguna intervenirlo.
Técnicas de reducción y manejo de estrés como yoga y la meditación ayudan en el proceso. Además, a estas medidas y si la situación lo requiere, tanto el medico primario como el cardiólogo pueden estar atentos a la necesidad de administrar fármacos o referir al paciente a un tratamiento más completo con especialistas de salud mental.