No es un secreto que decir publicamente que pertenecer a la comunidad LGBT aún causa mucha discriminación en diversos países del mundo. Por ejemplo, en Latinoamerica aún existe un sesgo muy grande cuando una persona reconoce ser transexual.
Recientemente se conoció la historia de Anahy Rivas de 25 años, una mujer transexual salvadoreña que ejercía como trabajadora sexual y perdió la vida de manera violenta en cercanías a bulevar de Los Héroes después de que algunos hombres se acercaran para solicitar sus servicios sexuales.
Según información plasmada por el diario El País, al aproximarse al vehículo, la sujetaron a la fuerza y tiraron de ella, pero el auto arrancó antes de que la mujer entrara por completo y sus piernas fueron arrastradas a lo largo de cinco kilómetros. Activistas LGBT le contaron al diario ya mencionado que en El Salvador todos los días hay un dramático aumento de homicidios a las personas transexuales.
La activista cuenta que la joven fue asfixiada y después intentaron degollarla. Además, el cuerpo fue abandonado a la entrada de una discoteca de la capital salvadoreña.
“Es una barbarie. Nos preocupa, nos asusta y nos indigna”, afirma Amalia, una activista transexual que lucha para que las autoridades de su país investiguen, esclarezcan y criminalicen a quienes cometen semejantes vejaciones.
Sin embargo, Anahy encarna la dificil situación que las personas transexuales viven no solo en centroamérica en El Salvador, sino también en diversos países del mundo. Sin embargo, el caso de Anahy no es el único registrado en este país de apenas 21.000 kilómetros cuadrados y 6,4 millones de habitantes, con una población conservadora y agobiado por la violencia y la pobreza.
Otro de los casos que conmocionó a la población salvadoreña fue el de Camila Díaz, de 29 años, que también ejercía la prostitución. El cuerpo de la mujer se encontró en enero de este año con numerosos golpes e inconsciente cerca de una zona de clubes nocturnos de la capital salvadoreña. Fue trasladada hasta un hospital, donde falleció días después.
Los criminalistas informaron en el reporte forense que había politraumatismo contuso como la causa de la muerte. La prensa salvadoreña relató que la mujer había protagonizado una trifulca, por lo que fue detenida por policías locales, quienes, según los testigos, la golpearon.
Los responsables del caso presumen que fueron tres agentes quienes fueron detenidos en relación al caso. Días después, otra mujer trans conocida como Lolita fue asesinada a machetazos en Sonsonate, un pequeño municipio en el oeste de El Salvador.
“Estos crímenes siguen impunes, nos genera gran indignación ver cómo nuestras compañeras son asesinadas. (...) La impunidad es muy alta: estos crímenes no son investigados ni criminalizados por las autoridades, a pesar de que se producen con enorme violencia”, afirma Amalia en diálogo con EL PAÍS, quien además de ser transexual, ejerce como activista trans en Comcavis, una de las organizaciones más beligerantes en la defensa de los derechos de la comunidad LGBTI en El Salvador, donde han sido asesinadas 68 mujeres transexuales entre 2016 y 2019.
Los anteriores hechos no solo se registran en El Salvador, en Honduras la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) registra 325 asesinatos de integrantes de la comunidad LGBTI entre 2009 y 2019 y hasta julio pasado sumaban 21 crímenes de odio contra transexuales.
Además, la semana del 3 al 8 de julio fue especialmente fatídica, con al menos tres homicidios de mujeres transexuales: Antonia Laínez, de 38 años, fue asesinada a balazos en el departamento de Yoro, al norte del país; el 6 de julio, Santi Carvajal fue atacada a balazos en la ciudad de Puerto Cortés, también al norte de Honduras.
Carvajal falleció en el Hospital Mario Catarino Rivas de San Pedro Sula, la segunda ciudad más importante del país centroamericano. Dirigía el programa corte crítico La Galaxia de Santi, en un canal de televisión de su localidad. Y la madrugada del 8 de julio moría por un balazo en el abdomen la activista Bessy Ferrara, de 40 años, en la región central hondureña.
La Red Lésbica Cattrachas ha hecho un minucioso trabajo de documentación de crímenes contra gais, lesbianas y transexuales desde 1994. Ese año comenzaron los registros en las estadísticas locales, que muestran que hasta 2019 se produjeron 118 muertes de transexuales, 65 de ellas por armas de fuego. Leer los registros de Cattrachas es sumergirse en el horror:
“Los modus utilizados con mayor frecuencia [para asesinar a trans] fueron ejecución, con 33 casos, acribillamiento (31), apuñalamiento (12), estrangulamiento (5), lapidación (5), golpes (7), machetazo (4) y otros". El nivel de impunidad en estos crímenes es también alto: 96% según los informes de Cattrachas.
Brasil y México son los países latinoamericanos donde se registran los mayores índices de violencia contra gais, lesbianas y transexuales. Brasil es considerado el país más peligroso del mundo para este colectivo, donde la esperanza de vida de las personas transexuales es de 35 años.
En México, durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) fueron asesinadas 473 personas de este colectivo, 261 transexuales.
Igualmente, en Colombia el Ejército Nacional confirmó la muerte de una mujer trans por causa de un disparo provocado por parte de un integrante de la institución. Los hechos ocurrieron en Miranda, Cauca, mientras se movilizaba con su esposo en un carro particular.
Todos estos casos exhortan a los gobiernos y a la ciudadanía a la tolerancia y disminuir el odio en este colectivo que tan azotado se ve por poseer una identidad sexual diferente.