Conozca la historia del Dr. Luis A. Rivera, un médico internista especialista en diabetes quien dedica su vida a esta grandiosa profesión.
Alejandra Martínez
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
“Yo nací en el campo, en una familia humilde. Mis padres fueron maestros de escuela. Por lo tanto, puedo decir que tuve dos maestros en casa que me enseñaron lo que es la buena educación”, expresó con simpatía a la Revista Medicina y Salud Pública (MSP) el doctor Luis Alfonso Rivera, médico internista y especialista en diabetes, oriundo de Guaynabo, Puerto Rico.
Cuenta que en su infancia, en el campo no habían facilidades médicas, por lo tanto, él observaba cómo las personas adultas pasaban por muchas necesidades. Además, desde pequeño sus padres le regalaban juegos y elementos de médicos, como pastillas en formas de dulces, entre otros; entonces él se entretenía y disfrutaba ir por las casas de sus vecinos recetando a todos los adultos mayores que tenían mucha necesidad. “Ellos me motivaban a que estudiara medicina”, puntualizó el doctor.
“Aparte de eso, yo admiraba mucho al médico del pueblo. Yo lo admiraba tanto que cada vez que iba para donde él con una enfermedad, observaba la fe y humildad que tenía con sus pacientes y las medicinas correctas que les daba. En esos momentos siempre me preguntaba y decía: ‘Dios mío, esta persona tiene que ser muy inteligente por haber estudiado medicina y poder ayudar a tantas personas. Eso fue lo que me motivó”,
declaró el galeno.
Por ello se dijo a sí mismo “yo quiero ser como él y voy a ser como él”. Así cree que Dios le abrió el camino para hacer lo que hace hoy en día.
El Dr. Luis Rivera se formó en medicina en la Universidad Autónoma de Guadalajara, desde 1974 hasta 1978. Al respecto, comenta que no se arrepiente de haber estudiado medicina en México, pues considera que allá aprendió mucha clínica, mucha práctica.
“Nos enseñaron a diagnosticar con las manos y con los ojos; no a depender de estudios clínicos. Tampoco a depender de laboratorios para saber lo que el paciente padecía en esos momentos. Asimismo, nos enseñaron a ser comprometidos con todas las personas”,
dijo.
Como profesional en la medicina, Rivera lleva 38 años en la práctica privada y durante todo ese tiempo se ha dedicado a realizar medicina primaria y trabajar con pacientes diabéticos. Además, como es especialista en investigación clínica, realiza trabajos propios de investigación con productos futuros a salir en el mercado en las casas farmacéuticas - lo que se conoce como la ‘fase III’-. Aparte de la medicina privada, ejerce en los hospitales el Auxilio Mutuo y el Hospital Metropolitano de San Juan.
Cómo se mencionó anteriormente, el galeno es investigador de muchas casas farmacéuticas y da conferencias a médicos relacionados con la diabetes. Por consiguiente, muchas casas farmacéuticas lo contratan para probar productos nuevos y darle a conocer a la comunidad médica las experiencias que tenga acerca de estos, como también para dar a conocer la existencia de los mismos y de cómo funcionan.
Menciona que, aparte de los endocrinólogos -que es la especialidad encargada de tratar a pacientes con diabetes-, él como internista cree ser el único en Puerto Rico con un fellow y un máster en diabetes, por lo que se ha dedicado a hacer eso en su oficina, pues considera que la necesidad de todos esos pacientes de la isla es grande.
“Nosotros aparentemente somos los segundos en diabetes tipo II -la diabetes de adultos- a nivel de la nación americana y los terceros en niños. El 17% de nuestra población es diabética, y todo eso adolece a muchos factores, incluyendo los hereditarios, en primera instancia, más el factor de la obesidad. Lo que se hace parte de un problema de salud pública increible. Por ello, creo que trabajar con el paciente diabético es un reto, pues posee de muchas comorbilidades ya que es una enfermedad metabólica completa”,
manifestó el Dr. Luis Rivera.
Como meta general tiene la de tratar que la educación que aporta a sus pacientes siga de generación en generación, y que por supuesto, sus pacientes sean unas personas saludables en todo lo relacionado a la diabetes. También desea trabajar en pro de que ellos, en general tengan acceso a todos los medicamentos y servicios de salud que brinda el Gobierno.
En relación, “dentro de mi persona yo hago muchas veces trabajo comunitario. Siempre y cuando me necesitan ahí estoy yo presente”.
Recuerda cuando Puerto Rico fue azotada por la tormenta María, lo que produjo demasiadas necesidades de servicios médicos básicos. Entonces, por ser una persona reconocida dentro de la comunidad médica y dentro de las casas farmacéuticas, obtuvo cerca de 100.000 dólares en medicamentos, sobre todo en insulina. Por consiguiente, se dedicó junto con su esposa a visitar campo por campo, casa por casa de los pacientes encamados y les suplía las necesidades que estos tuvieran o las que estuvieran a su alcance.
“Si volviera a nacer, volvería a ser médico. Adicionalmente, a mi lo que me interesa mucho es ver la satisfacción de las personas. De que solamente con un abrazo, de tú ir a verlos y preguntarles sobre su salud y si están bien; con solo eso ya los pacientes cambian de semblante. Esto lo considero de mucha importancia dentro de una profesión médica. Porque quien busca a un médico no lo hace solo por condiciones de salud física sino también psicológicas”,
añadió el Dr. Luis Rivera.
De hecho, el doctor ayuda siempre a sus pacientes a conseguir los medicamentos que muchas veces los planes médicos no les cubren. Al respecto, su esposa trabaja con él, la describe como “su fiel compañera, su mano derecha” quien se ha enfocado también en aprender del mundo de la diabetes.
El doctor manifiesta que pertenece a una iglesia cristiana, donde ha aprendido a ayudar al prójimo. También colabora en un ministerio donde recoge ropa, zapatos, útiles escolares, juguetes, etc, que llevan a República Dominicana para los niños en situaciones extremas de vulnerabilidad. Entonces, “como médico también, yo voy y realizo campañas de salud a esos pueblos donde más nos necesitan”.
Para finalizar, envía un mensaje a todos sus colegas a que escuchen a sus pacientes. Que los valoren como si fueran un familiar más y que sean comprometidos. “Ellos nos necesitan. La satisfacción que yo tengo de poder ayudar a este tipo de personas, no se compara ni a como si recibiera un millón de dólares”, concluyó el Dr. Luis Rivera.