El sueño insuficiente es una epidemia mundial de salud pública que a menudo no se reconoce, de la que se informa poco y que tiene costos económicos bastante altos.
Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública
El sueño insuficiente es una epidemia mundial de salud pública que a menudo no se reconoce, de la que se informa poco y que tiene costos económicos bastante altos. Así concluyó un equipo de especialistas tras revisar 111 estudios globales sobre la calidad de sueño. De acuerdo con Vijay Kumar Chattu, de la Universidad de las Indias Occidentales, en Trinidad y Tobago, este problema de salud pública está asociado con 7 de las 15 causas principales de muerte en la región incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes, septicemia, enfermedades cerebrovasculares entre otras.
La publicación sobre el tema realizada en la revista Healthcare también advierte que las personas que duermen menos de 6 horas, sufren un riesgo 10 veces mayor de mortalidad prematura, comparado con quienes duermen entre 7 y 9 horas cada día. También se afirma el hecho de que la luz artificial y el uso constante de pantallas alteran los ritmos naturales de sueño.
Durante las últimas tres o cuatro décadas, se ha observado que el promedio total de horas de sueño obtenidas por noche por individuos normales ha disminuido”, asevera Chattu. Esta tendencia global ha ocurrido tanto en adultos como en niños y está teniendo marcadas consecuencias para la salud pública.
Lilliana Estrada, médica y máster en Medicina y Fisiología del Sueño y directora médica de varias clínicas del sueño de Costa Rica, admitió para el portal web Scidev.net que en América Latina, el diagnóstico y tratamiento de los trastornos del sueño se hace aún de forma muy empírica y que pocos pacientes reconocen al sueño insuficiente como un problema que requiere intervención de especialistas, lo que hace que probablemente haya millones de casos de personas que duermen mal sin diagnosticar y tratar.
Nos han hecho creer que el éxito está en leer más, saber más, estudiar más, ejercitarse más, ver más películas, conversar con personas en otras latitudes, estar más conectado y enterado de todo. Nos exigimos que hay que hacer siempre más. Pero es muy grave para el organismo no dormir”, comenta a SciDev.Net.
Sin embargo, anteriores estudios realizados en la región, apoyan los resultados de esta reciente investigación. Por ejemplo, un estudio realizado en Colombia en 2009 demostró que los trabajadores que deben realizar su labor en turnos alternos, mantiene una mala calidad de sueño que genera en ellos altos niveles de psicopatología. En otro estudio realizado por estudiantes de medicina de Córdoba, Argentina y soportada por investigadores de Perú reconfirmó que entre el 67 y el 82 por ciento de los estudiantes universitarios de América Latina también tienen malos hábitos de sueño, dando como resultado un bajo rendimiento académico y productivo además del deterioro de las relaciones interpersonales.
En 2016, la Universidad Nacional Autónoma de México también compartió datos de un estudio hecho con 577 estudiantes que reveló que los jóvenes universitarios duermen más durante los fines de semana y que la mayor queja de su somnolencia diurna está relacionada con el ronquido habitual durante el sueño. Mostró también que solo entre el 15 y 20 por ciento hacían algún tipo de siesta diurna para recuperar fuerzas.
Si bien la revisión de Chattu no incluyó análisis geográficos, sí recalca que las personas que tienen trabajos de doble o triple jornada y menor conocimiento sobre la importancia de la calidad del sueño son, generalmente, menos conscientes del daño que se hacen al dormir poco.
Pasa en América Latina y en todo el mundo. Muchas personas hasta sienten que van a ser juzgados si reconocen que duermen 8 horas o más, y lo “socialmente aceptable” es decir que se duerme poco. Casi nadie se inmuta cuando decimos que dormimos mal. Es algo tan común que ya parece normal”, enfatiza Estrada, representante costarricense ante la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sueño (FLASS).
También advierte sobre el aumento de tés, cafés y bebidas energéticas para poder “compensar” el agotamiento. “Muchas personas ni siquiera reconocen que tienen un problema para dormir y lo atribuyen a estrés, por lo tanto no lo diagnostican ni tratan, con todo el daño que eso significa para su vida”, explica la médica costarricense.
La publicación exhorta a los profesionales médicos a asegurarse que sus pacientes reconozcan las causas de las interrupciones del sueño, como el desfase horario o el trabajo por turnos. “Sin embargo, más fundamentalmente, es necesario abordar las actitudes de los pacientes sobre los efectos adversos del sueño inadecuado para la salud”, finaliza.
*Con información de scidev.net