Su objetivo era analizar la epidemia en sus primeras etapas, cuando el patógeno se movía con más libertad.
Un estudio publicado esta semana en la revista Science concluye que fueron las infecciones no detectadas las que extendieron el patógeno con rapidez, y, que fueron responsables (sin saberlo) del 79 % de los casos registrados. “Los virus respiratorios producen un amplio rango de síntomas que varían entre personas”, explica el investigador de la Universidad de Columbia (EE UU) y coautor del estudio, Jeffrey Shaman, en una rueda de prensa telefónica a la que han tenido acceso medios de comunicación. “Algunas enferman mucho pero otras muchas tienen síntomas leves”.
De acuerdo con el experto, la mayoría de las personas que se infectan con uno de estos microorganismos jamás van al médico, nunca son contabilizadas y continúan con su vida normal, sin saber que son contagiosas.
Los investigadores han temido desde el principio que esto se aplicara también al coronavirus pandémico. “Quisimos identificar los factores responsables de la rápida difusión geográfica dentro y fuera de China.”, asegura Shaman. “Sospechábamos que había un número sustancial de infecciones sin documentar que podrían ser contagiosas”.
Shaman y el resto de investigadores analizaron la evolución del brote en China entre el 10 y el 23 de enero, fechas que abarcan desde que el virus comenzó a extenderse con rapidez y el país asiático implementó restricciones al movimiento. Su objetivo era analizar la epidemia en sus primeras etapas, cuando el patógeno se movía con más libertad.
Para ello, analizaron los datos recabados de móviles de usuarios para estimar los movimientos entre 375 ciudades chinas y “construir un modelo matemático que representara las dinámicas de transmisión” entre estos lugares y tuviera en cuenta tanto las infecciones registradas como aquellas ‘invisibles’.
“El descubrimiento más importante es que solo el 14 % de las infecciones fueron documentadas. El 86% de los infectados no fueron detectados durante estas dos semanas”, asegura Shaman. Estas personas con síntomas leves era casi la mitad de contagiosas que los pacientes registrados (55 %). Sin embargo, su gran número provocó que “dirigieran y aumentaran la difusión”.
Shaman considera que estos infectados sin detectar, con síntomas más leves, “fueron el principal conductor [de la epidemia] y quienes facilitaron la difusión”, hasta el punto de ser responsables del “79% de los casos documentados”. Es lo que el investigador denomina una “transmisión sigilosa” que “vuela bajo el radar”.
Estos resultados concuerdan con las estimaciones tempranas de epidemiólogos como Neil Ferguson y Marc Lipsitch, que ya el 21 de febrero calcularon de forma independiente que “al menos” dos tercios de los casos en viajeros desde China a otros países no habían sido detectados. Tampoco es el primer trabajo que incide en la importancia de los contagiadores presintomáticos: prepublicaciones pendientes de revisión ya señalaron a comienzos de marzo que los infectados podían transmitir la enfermedad desde muy temprano.
Dado que “seis de cada siete” infecciones no son documentadas, con los más de 150.000 casos actuales “no sería irracional pensar que nos acercamos al millón de infecciones” en todo el mundo, dice Shaman
Shaman considera que, dado que “seis de cada siete” infecciones no son documentadas, con los más de 150.000 casos actuales “no sería irracional pensar que nos acercamos al millón de infecciones” en todo el mundo. El investigador cree que esta proporción podría variar entre países, pero en general apuesta por considerar “un orden de magnitud más” de los casos confirmados.
En este sentido, una prepublicación pendiente de revisión por pares publicada en el repositorio medRxiv la semana pasada estimaba que el número de personas infectadas por el coronavirus en la ciudad de Wuhan fue de casi dos millones, lo que supone un 19,1 % de su población. En contraste, apenas 50.000 casos fueron detectados.
Es imposible predecir cómo cambiará el mundo cuando termine esta pandemia, pero es de prever que tendrán lugar cambios económicos y sociales. Uno de los más positivos sería, por fin, aprender a quedarnos en casa cuando nos encontramos mal. Lo explicaba el epidemiólogo Graham Medley en una entrevista concedida hace unos días a la BBC: “Lo mejor es imaginar que ya tienes el virus y cambiar tu comportamiento para que no se lo transmitas a alguien”.