Las intervenciones coronarias percutáneas son parte esencial en el tratamiento de la enfermedad coronaria. Cualquier cantidad de sangrado, incluyendo sangrado menor, que resulta de las intervenciones coronarias percutáneas se asocia con un riesgo aumentado de eventos isquémicos (infarto de miocardio, trombosis de stent y muerte). El uso de transfusiones de sangre en estos pacientes no parece mitigar este riesgo, y en realidad se asocia con mayor morbilidad y mortalidad. Por tal razón, el sangrado debe ser considerado antes, durante y después de los procedimientos de PCI. El uso de ciertas estrategias farmacológicas y en la técnica del procedimiento reduce la tasa de sangrado asociado a la intervención coronaria percutánea y de esta manera mejora los resultados a largo plazo.
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