La doctora puertorriqueña Elimarys Pérez Colón dedica sus días a darle calidad de vida a aquellos que más lo necesitan.
Mucho se habla de los médicos boricuas, pero es innegable que cada día más la medicina de la isla conquista cualquier territorio que toca.
Esta vez es la Dra. Elimarys Pérez Colón quien, desde el Hospital General de Tampa en la University of South Florida (USF), quien desde el 2013, se convirtió en la única boricua en el Departamento de Medicina y Pediatría del Hospital Tampa General Hospital.
Más allá, la pediatra y médico internista ha logrado junto con el equipo de médicos residentes enfrentar enfermedades raras la zona de Tampa, Florida, como lo son la malaria, la porfiria aguda intermitente (trastorno metabólico) y hasta el síndrome de Guillain-Barré.
“Dentro del ambiente hospitalario atendemos a aquellos más enfermos en unidades de intensivo. Son pacientes muy complejos. Los ayudo a tener mejor calidad de vida. Una de las cosas más importante como hospitalista es que cuidamos pacientes con y sin plan médico. Tratamos mucho a pacientes con efectos adversos de la diabetes descontrolada que presentan infecciones y úlceras. También estabilizamos a pacientes con fallo renal, fallo cardíaco, infartos y otras condiciones”, sostuvo Pérez Colón en entrevista con la Revista de Medicina y Salud Pública (MSP).
La investigación científica es parte fundamental del trabajo científico de Pérez Colón, quien estudió medicina en la Escuela San Juan Bautista de Caguas, donde se crean algoritmos para que los médicos de la región cercana a la institución hospitalaria puedan manejar pacientes adecuadamente de acuerdo a los medicamentos disponibles.
También, los laboratorios concentran esfuerzos en reducir la transmisión y la colonización del estafilococo resistente a antibióticos (MRSA) y hasta elaboran una aplicación móvil para que los médicos que no tengan ningún tipo de exposición a enfermedades tropicales, como aquellos radicados en Alaska, tengan un recurso a la palma de la mano que les eduque sobre la presentación clínica de estas condiciones.
No obstante, la pasión de la especialista es hacia la práctica de la medicina global, donde forma parte de múltiples viajes misioneros a distintos países, como Nicaragua, donde estableció una clínica gratuita que, además de brindar salud a la comunidad de pacientes desprovistos de estos servicios, evaluaron a una niña con síndrome de marfan y otra con cardiomiopatía hipertrófica.
“Es gratificante y diferente el panorama clínico todos los días. Me despierto todos los días y me sorprendo con los pacientes que recibimos nosotros y los médicos residentes. Es especial también devolverle a la comunidad latina todo lo que han hecho por mí siendo puertorriqueña y el poder ver médicos residentes ser personas exitosas que dedican sus servicios a ayudar a la comunidad”, abundó.
"Representar a Puerto Rico y la comunidad latina dentro del Departamento (de Medicina y Pediatría) es un gran orgullo. Igualmente es una gran responsabilidad ser parte de su educación al igual que ayudar a la comunidad latina, particularmente a los boricuas de bajos recursos, para que tengan la calidad de servicios médicos que ellos merecen", finiquitó.