Un estudio muestra por primera vez que, cuanto mayor es la avidez de ciertos anticuerpos generados por la vacuna RTS,S contra la malaria, mayor resulta la protección conferida.
Un estudio muestra por primera vez que, cuanto mayor es la avidez de ciertos anticuerpos generados por la vacuna RTS,S contra la malaria, mayor resulta la protección conferida. El estudio, publicado en Nature Communications, proporciona información importante para guiar el diseño de futuras vacunas más eficaces.
La cantidad y calidad de anticuerpos dirigidos contra el extremo final de la proteína CSP del parásito de la malaria es un buen marcador de protección por la vacuna RTS,S/AS01E, según muestra por primera vez un estudio liderado por ISGlobal, centro impulsado por “la Caixa”, en colaboración con el Bagamoyo Research and Training Centre del Ifakara Health Institute (Tanzania), el Kintampo Health Research Centre (Ghana), el Institut de Recherche en Sciences de la Santé de Nanoro (Burkina Faso), y el Swiss Tropical and Public Health Institute (Suiza), entre otros.
La mayoría de vacunas contienen patógenos inactivados, o fragmentos de los mismos, contra los cuales el organismo genera anticuerpos protectores. Esto no es así para la RTS,S, que tiene el mérito de ser la primera vacuna contra la malaria aprobada para ensayos a gran escala en África, pero que confiere protección parcial y limitada en el tiempo. Durante los últimos años, el grupo de Carlota Dobaño, investigadora de ISGlobal, ha intentado entender por qué, e identificar marcadores asociados a la protección por la vacuna.
La mayoría de vacunas tienen patógenos inactivados. Esto no es así para la RTS,S, la primera vacuna contra la malaria aprobada para ensayos a gran escala en África
La vacuna RTS,S contiene un fragmento de la proteína CSP de P. falciparum que va desde la parte central, caracterizada por una serie de repeticiones de aminoácidos (región NANP), hasta un extremo de la misma (C-terminal). En este estudio, Dobaño y su equipo concentraron esfuerzos en analizar no solo la cantidad de anticuerpos contra la región NANP y el extremo C-terminal, pero también su avidez (es decir, la fuerza con la que se unen a su ligando).
Para ello, usaron muestras de más de 1.000 bebés (de entre 6 y 12 semanas de edad) y niñas y niños (de entre 5 y 17 meses de edad), vacunados o no durante el ensayo clínico fase 3 de la RTS,S, en una zona de baja transmisión de la enfermedad (Bagomoyo en Tanzania) y en dos zonas de alta transmisión (Nanoro en Burkina Faso y Kintampo en Ghana).
Los resultados, publicados en Nature Communications, muestran por primera vez que la vacunación no solo induce un fuerte aumento en la cantidad de anticuerpos frente a ambas regiones de CSP, pero también en su avidez. Estos aumentos son más fuertes en niñas y niños que en bebés, lo cual podría explicar por qué los primeros están mejor protegidos.
“En términos de protección, la avidez de los anticuerpos contra la parte C-terminal es más importante que la cantidad, mientras que para los anticuerpos anti-NANP es más una cuestión de cantidad que de calidad,” explica Dobaño. Los resultados también indican que, cuando un niño ya ha estado expuesto a la malaria (y por lo tanto ya tiene anticuerpos contra la CSP), el efecto protector de la vacuna es menor.
“Esto indica que la vacuna protegerá mejor a niñas o niños que hayan estado menos expuestos al parásito, por ejemplo aquellos que viven en zonas de baja transmisión”, añade Dobaño. El equipo concluye que entender los mecanismos asociados a la protección parcial inducida por la RTS,S ayudará a guiar el diseño de nuevas y mejores vacunas.