Jo Cameron solo puede darse cuenta que su piel se está quemando si siente el aroma de la carne chamuscada.
Le ha pasado varias veces. Se ha quemado las manos y los brazos en el horno de su casa, pero solo el olor le advierte que algo está pasando.
Jo Cameron es una de las dos personas que se conocen en el planeta que, debido a una rara mutación genética, no siente dolor.
Pero no solo es que no siente dolor, sino que tampoco siente ansiedad o temor.
Solo se dio cuenta de ello cuando cumplió 65 años, después de que llegó al hospital con una mano rota y le dijo a los doctores que no necesitaba anestesia.
Los sorprendió aún más cuando, después de la operación, le dijo a los doctores que no iba a necesitar ninguna pastilla para controlar el dolor, sencillamente porque no lo sentía.
Por esa razón, Devjit Srivastava, el anestesista que la atendió, la envió al grupo de genetistas de la Universidad de Londres para que estudiaran su caso.
Después de varios análisis, los especialistas hallaron varias mutaciones genéticas que hacían que Cameron no sintiera el dolor como la mayoría de las personas.
Cameron contó a la BBC en Escocia que los médicos no le creyeron cuando dijo que no necesitaría analgésicos para el dolor después de esa operación.
"Antes de entrar al quirófano hicimos bromas cuando les aseguré que no necesitaría calmantes", dijo.
Entonces, el personal del hospital revisó su historial médico y descubrieron que nunca había pedido analgésicos.
Fue entonces cuando fue referida a la consulta de otros especialistas en Reino Unido.
Una vez diagnosticada, Cameron se dio cuenta de que no era que estuviera "increíblemente sana", como había creído hasta ese momento. Había algo más.
"Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que nunca había necesitado analgésicos. Pero si no los necesitas, no preguntas por qué no".
"Eres lo que eres, y hasta que alguien no te lo dice, no lo cuestionas. Yo solo era un alma feliz que no se había dado cuenta de que era diferente".
Ella ni siquiera sintió dolor durante el parto.
No cambiaría nada de su vida, pero piensa que el dolor es importante.
"Está ahí por una razón. Te advierte. Desata las alarmas".
"Sería bueno tener una advertencia cuando algo anda mal. No sabía que mi cadera había desaparecido hasta que realmente desapareció, físicamente no podía caminar con mi artritis".
Los médicos creen que también puede curarse más rápido de lo normal. La particular combinación de genes que tiene también la hace olvidadiza y menos ansiosa.
"Se llama gen feliz o gen olvidadizo. He estado molestando a la gente por ser feliz y olvidadiza toda mi vida. Ahora tengo una excusa", dijo.
La pregunta que se hace ahora la ciencia es si sus genes podrían tener la clave para ayudar a otras personas.
Otra de las cosas que contó de su experiencia personal es que recientemente había sufrido un "pequeño accidente" con el auto.
Sin embargo, no se asustó pese a que para muchas personas esto habría sido una vivencia perturbadora.
"No tengo adrenalina. Es necesaria, es parte de ser humano, pero no lo cambiaría" por nada.
La otra conductora, dijo, estaba "temblando", pero ella no se alteró.
"No tengo esa reacción. No es que sea más valiente que nadie, es simplemente que no siento miedo".
Los investigadores creen que es posible que haya más personas como ella.
"Uno de cada dos pacientes después de una cirugía como la suya todavía experimenta dolor de moderado a intenso", dijo el doctor Srivastava.
"Está por ver si se pueden desarrollar nuevos tratamientos basados en nuestros hallazgos", añadió el especialista.
"Los resultados abren la puerta a nuevos analgésicos que podría aliviar el dolor postquirúrgico y también acelerar la curación de heridas. Esperamos que esto pueda ayudar a los 330 millones de pacientes en el mundo que se someten cada año a una cirugía".
El caso de Jo Cameron ha sido publicado en la revista British Journal of Anesthesia y está escrito por el doctor Srivastava y el doctor James Cox, del University College de Londres.
"Las personas con la rara insensibilidad al dolor pueden ser valiosas para la investigación médica. Nos permiten aprender cómo sus mutaciones genéticas afectan a la forma en que experimentan dolor, por lo que animamos a cualquier persona que no experimente dolor a que se presente", explicó Cox.
"Esperamos que con el tiempo, nuestros hallazgos puedan contribuir a lainvestigación clínica para el dolor y la ansiedad postoperatorios, y potencialmente el dolor crónico, el estrés postraumático y la curación de heridas", apuntó.