El doctor Roberto Hernández Orsini inició su carrera como ortodoncista de manera temprana en Puerto Rico. Este año el doctor, oriundo del pueblo de Juana Díaz, cumplió 30 años de realizar su práctica en la isla. Durante este tiempo ha cambiado la vida de tres generaciones de pacientes, quienes siempre reciben un trato amable acompañado de una sonrisa.
Daniela Pinto M
Agencia Latina de Noticias Medicina y Salud Pública
El doctor Roberto Hernández Orsini inició su carrera como ortodoncista de manera temprana en Puerto Rico. Este año el doctor, oriundo del pueblo de Juana Díaz, cumplió 30 años de realizar su práctica en la isla. Durante este tiempo ha cambiado la vida de tres generaciones de pacientes, quienes siempre reciben un trato amable acompañado de una sonrisa. En la actualidad es director del American Board of Orthodontics (ABO) de los Estados Unidos en su componente Middle Atlantic.
Su clínica de ortodoncia es una de las más prestigiosas en la isla. Su práctica comenzó oficialmente en 1989 cuando con su esposa, la endodoncista Teresa Irizarry Caro, regresó a la isla luego de complementar su formación en Estados Unidos. En entrevista con la Revista Medicina y Salud Pública (MSP) el Dr. Roberto Hernández explicó cómo logró esa constancia:
“Es cuestión de uno respetar y apreciar lo que el paciente trae como su queja principal y tratar de ayudarlo y llevarlo al próximo nivel, a donde el paciente está buscando llegar. Y eso no es solamente en la ortodoncia. Yo me envuelvo en muchas cosas con mis pacientes, trato de orientarlos y terminan siendo parte de mi familia”.
El ortodoncista puertorriqueño siempre combina su práctica con el trato humano a los pacientes.“Yo he recibido de mis pacientes mucho en el sentido emocional y profesional porque uno aprende del paciente tanto como lo que uno aporta. Así que realmente mis pacientes también han sido mis maestros. No en el sentido de la ortodoncia sino en el sentido de la vida”, dijo a MSP.
Sin embargo, su compromiso no es nuevo. Desde que se encontraba estudiando tenía claro que los pacientes eran su prioridad y que, aunque algunos lo aprecian y otros no, él siempre da la milla extra.
“Mi norte es el mismo y yo voy a dar mi milla extra siempre y cuando el paciente me lo permita. Me siento contento de que la mayoría de la gente me quiere, me aprecia”,
contó.
En este momento el director del ABO atiende a hijos y nietos de sus primeros pacientes, esos que recibió cuando iniciaba su práctica y luego regresaron, confiando en él la salud oral de su familia. Muchos se han convertido en sus amigos y otros en parte de su familia, con los que comparte en ámbitos fuera de la clínica como viajes, ejercicios o cenas.
“He visto mucha gente crecer, mucha gente que hoy día es importante y tiene buenas posiciones en sus profesiones. Pasaron por mis manos y me enorgullece saber de que ese nene o nena fue mi paciente”,
aseguró.
En estos últimos 30 años su esposa ha desempeñado un papel importante para el doctor. Ambos crecieron profesionalmente en la clínica. Su esposa, la endodoncista Teresa Irizarry Caro, y sus hijos, han sido el motor del Dr. Roberto Hernández y todo, asegura, lo hace por ellos, por su familia.
“Mi esposa siempre me ha apoyado. Nosotros criamos tres hijos que son mejores seres humanos que yo y me siento orgulloso de eso. Claro, con la ayuda claro de mi esposa. Siempre velando por el bienestar de la familia. A ella realmente hay que darle un aplauso porque ha sido una gran mamá y una gran mujer, una gran esposa, un gran ser humano y una excelente profesional”,
contó.
“Yo he vivido la pérdida de algunos pacientes jóvenes, algunos siendo pacientes míos, otros en retención. Recuerdo una época cuando yo perdí como cuatro pacientes con diferencias de un año, de meses y haber llamado a esos padres y haber estado con ellos en su dolor”,
dijo a MSP.
En 2009, el Dr. Roberto Hernández y su familia pasó por un momento de mucho dolor. “Yo perdí a una hija que recibió una bala perdida. Mi nena falleció un viernes, el sábado después esos tres o cuatro padres de esos me llamaron a mi celular privado para decirme: 'Doctor, le estoy devolviendo la llamada que usted me hizo hace un par de años atrás y yo estoy con usted, mi corazón está con usted' y eso no tiene precio. El saber que yo acompañé a esa gente en su dolor y que ellos luego fueron testigo de mi dolor y me acompañaron igual, no tiene precio”.
De esta forma, el doctor ha estado con sus pacientes y familiares, acompañándolos en momentos de mucho dolor y otros alegres como cuando le han llegado novias a pocos días de casarse para “tener una sonrisa espectacular” o personas antes de llegar a entrevistas para causar la mejor impresión. Y el doctor, siempre dando la milla extra, les da recomendaciones. “Esta es carrera que ha sido bien gratificante para mí. Yo no hubiese hecho una cosa distinta a la que hice”, aseguró a MSP.
En 1977 el doctor ingresó a la Universidad de Puerto Rico a cursar Ciencias Naturales. Él asegura que no se sentía cómodo en la institución por lo que su propósito fue terminar la carrera lo antes posible y lo logró, terminó en dos años en lugar de tres. Después ingresó a la Escuela Dental en Puerto Rico a los 19 años y se graduó como dentista a los 23. En su estancia en la Escuela conoció a su esposa y se casaron.
A la Dra. Irizarry la aceptaron para hacer su especialidad en Estados Unidos, donde el doctor hizo una maestría en Salud Pública Dental y homologó sus conocimientos en el estado de Carolina del Norte.
“Practicaba de noche también como dentista generalista. Una vez terminé la maestría me aceptaron hacer el programa de ortodoncia de la Universidad de Alabama en Birmingham y ahí estuve tres años, pues en Puerto Rico no había ese programa graduado. Hice otra maestría en Ciencias y desde ese momento estoy practicando. Regresamos a Puerto Rico en 1989”,
contó.
Cuando regresó a la isla también trabajó como profesor a tiempo completo durante cinco años en la Escuela Dental pues le auspiciaron su especialidad. Y otros dos medio tiempo.
En mayo de 2018 el Dr. Roberto Hernández se convirtió en el director del American Board of Orthodontics (ABO) de los Estados Unidos en su componente Middle Atlantic, el único director egresado de la Escuela Dental en Puerto Rico.
El ortodoncista asegura que nunca soñó o pensó que iba ser nominado como director. Sin embargo, sí tuvo claro en 1993 que quería ser parte de este “tribunal supremo” de los estándares de cuidado de la ortodoncia en Estados Unidos, siempre velando por la salud de los pacientes desde el ámbito académico y práctico.
En ese año el Dr. David Sarver, mentor de su carrera en Alabama, le preguntó si quería pertenecer al Angle Society, pues para entrar se necesita invitación y pasar por un proceso de cuatro a seis años en donde los doctores presentan casos clínicos y un paper de investigación.
“Recuerdo que el director de mi programa me dijo antes de irme: ‘Roberto, solo quiero que recuerdes una cosa. Si algún día a te invitan a ser parte del Angle Society nunca digas que no. Ese es el grupo de más prestigio al que tu puedas poder pertenecer”,
dijo a MSP.
El Dr. Sarver le contó que en el grupo podía compartir con las personas más influyentes en ortodoncia de toda la nación. Así que el doctor puertorriqueño presentó su caso, realizó el examen escrito, el Board Oral de ortodoncia y lo aprobó.
“En aquel entonces el Board era algo que tu cogías después de una carrera larga porque uno llevaba casos terminados. Yo afortunadamente pude terminar mi caso en siete años y los llevé. Tuve el privilegio durante ese año de presentar los casos en la reunión anual en Filadelfia donde asisten entre 15 mil a 20 mil ortodoncistas de todo el mundo. También me pidieron que publicara uno de esos casos en la Revista Nacional de Ortodoncistas”,
detalló.
El Dr. Roberto Hernández, como director, representa el componente Middle Atlantic Society of Orthodontics (MASO), uno de los ocho en los que está dividido el ABO. Por ocho años él ocupará el puesto de director y en su octavo año, en 2026, se convertirá en presidente del Board durante un año, el más alto título en esta institución.
“Hace 30 años yo tenía como propósito simplemente enderezar dientes y hacer buena ortodoncia. En este momento de mi vida, donde miles de pacientes han pasado por mis manos, no solamente desde el punto de vista de sus dientes sino en vínculos de amistad. Parte de mi misión ahora es pasar toda esta experiencia que he tenido en estos últimos 30 años. Que todo aquel que se acerque a mí buscando ayuda para aprender ortodoncia sea mejor que yo”,
aseguró.
Como profesor quiere pasarle su experiencia a sus estudiantes por lo que su mayor gratificación es ver su sed de aprendizaje. “Verlos graduarse y sobre todo, ver a estos muchachos cuando cogen el Board de ortodoncia y lo pasan, me siento parte del proceso. Me siento contento con que esa chispa que se prendió en el momento funcionó y se mantuvo viva. Eso me llena sobremanera”.
El doctor le dice a los profesionales de la salud que siempre pongan el bienestar del paciente primero, pues detrás de ese paciente hay un ser humano con necesidades.
“Tratemos de identificarnos con esas necesidades, que podamos llevar siempre un mensaje de que sí estamos con los pacientes. De que sí estamos haciendo el trabajo como lo tenemos que hacer. De que sí podemos aportar a esas vidas y nosotros tenemos el privilegio, los ortodoncistas, de ver una gran cantidad de pacientes y de tocar a muchos pacientes y sus familiares todos lo días”,
agregó el Dr. Roberto Hernández.
El ortodoncista asegura que para esa responsabilidad no es necesario ser académico, simplemente tener claro que todos los días se aprende algo y que muchas veces los pacientes son los maestros.