Un metaanálisis reveló un 44% más de riesgo de depresión y un 48% más de riesgo de ansiedad en dietas basadas en alimentos ultraprocesados.
Por: María Camila Sánchez
Son varios los estudios publicados que relacionan los alimentos ultraprocesados con un potencial daño cerebral y cognitivo, así como con un mayor riesgo de padecer trastornos mentales como la depresión.
De hecho, un metaanálisis publicado recientemente en la revista Nutrients, señala que las dietas que tienen como base estos alimentos, están asociadas con un aumento del 44% más de riesgo de padecer depresión, y un riesgo 48% mayor de padecer ansiedad.
Y es importante recordar que el consumo de altas cantidades de sal, azúcar y/o grasas saturadas, se relaciona directamente con la inflamación crónica, la hipertensión, la hiperglucemia, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2. Además, todas estas condiciones tienen un impacto negativo importante en el cerebro.
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Sin embargo, siendo conscientes de todo el perjuicio que esto conlleva, socialmente seguimos prefiriendo este tipo de alimentos por encima de las dietas saludables, y esto es resultado de varios factores, incluido el emocional.
Josiemer Mattei, Profesora Asociada de Nutrición en la Escuela T.H. Chan de Harvard, explica que la palatabilidad de estos alimentos y su contenido potencialmente adictivo, contribuyen a que antepongamos estas opciones por encima de otras, especialmente en momentos emocionalmente difíciles.
"Muchas de las investigaciones han estado apuntando a cómo el consumo de esto podría estar asociado con un potencial aumento de la depresión y otras condiciones mentales, pero la forma en que estamos empezando a ver es que puede ser a la inversa".
¿Alimentos reconfortantes?
Debido a la conexión que existe entre el consumo de estas comidas, y el aumento en los niveles de serotonina en el cerebro, los alimentos ultraprocesados son conocidos también como ´reconfortantes´.
"Y cuando tenemos estrés, cuando tenemos depresión y cuando tenemos estas condiciones estos alimentos se convierten en nuestro recurso, precisamente a causa de estos atributos placenteros que encontramos en ellos", señaló. "Cuando pasas por una ruptura o un momento difícil y te comes un litro de helado, y eso es lo que realmente te satisface en ese momento".
Asimismo, se han convertido en un incentivo, especialmente para los niños, como un condicionamiento positivo durante la crianza.
"Si lo piensas, así es como los padres les dicen a sus hijos que se queden quietos o los recompensan por sacar buenas notas. Les dan caramelos o rosquillas".
Apego emocional y alimentos
Resulta evidente que existe un apego emocional a ciertos alimentos que va más allá de su valor nutricional.
Este vínculo se desarrolla dentro del contexto social en el que optamos por consumir estos alimentos, ya sea en el ámbito familiar, acompañados de amigos o durante salidas gastronómicas. Estos instantes se transforman en vivencias gratificantes que influyen de manera significativa en nuestro bienestar emocional.
"La mayoría de estos alimentos se consumen a veces en un contexto social, y los comemos con nuestras familias, salimos con amigos, salimos a comer, y eso en realidad es un momento placentero, aumenta tu serotonina, y entonces tienes este recuerdo feliz, y vuelves a estos alimentos porque es reconfortante", concluyó.
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