El diagnóstico correcto se estableció al cumplir los Criterios de Whipple y confirmarse un hiperinsulinismo endógeno mediante una prueba de ayuno y estudios de imagen que localizaron un tumor neuroendocrino en el páncreas.
Por: Katherine Ardila
Una mujer de 26 años, con antecedentes médicos de esquizofrenia y epilepsia, fue llevada a una clínica local por vecinos tras sufrir un episodio de pérdida del conocimiento. Al ingreso, se documentó una glucemia aleatoria críticamente baja de 1.1 mmol/L, muy por debajo del rango normal. La hipoglucemia se corrigió con una infusión de dextrosa, tras lo cual la paciente recuperó la conciencia.
Sin embargo, aproximadamente 8 horas después, presentó un nuevo episodio de hipoglucemia con alteración del estado de conciencia, lo que motivó su traslado a un hospital de referencia.
En el servicio de urgencias, presentó alucinaciones visuales y auditivas, junto con comportamientos inapropiados, en el contexto de otra glucemia baja (1.8 mmol/L). La administración de dextrosa permitió nuevamente la resolución de todos los síntomas.
Antecedentes clínicos engañososLa paciente tenía un historial de 3 años con episodios recurrentes de pérdida de conocimiento, confusión, convulsiones y conducta extraña. Estos síntomas, que se iniciaban típicamente en periodos de ayuno como las mañanas y se resolvían al ingerir alimentos, habían llevado a los diagnósticos previos de epilepsia y esquizofrenia.
Recibía tratamiento con antiepilépticos y antipsicóticos, pero con una mejoría mínima. Un dato adicional clave era la presencia de polifagia (aumento excesivo del apetito) y una ganancia de peso significativa, alcanzando un IMC de 32.0 kg/m².
El diagnóstico correcto de insulinomaLa sospecha clínica se orientó hacia un insulinoma, un tumor pancreático productor de insulina, al cumplirse los Criterios de Whipple: síntomas de hipoglucemia, glucemia baja documentada y alivio de los síntomas al administrar glucosa.
Para confirmarlo, se realizó una prueba de ayuno de 24 horas, que reveló resultados concluyentes: una glucemia de 1.8 mmol/L con niveles marcadamente elevados de insulina y péptido C, confirmando un estado de hiperinsulinismo endógeno.
Localización y confirmación del tumorPara localizar la lesión, se realizó inicialmente una tomografía computarizada (TC) que identificó un tumor bien delimitado de 2.5 cm en la región cuerpo-cola del páncreas. Este hallazgo se corroboró con una ecografía endoscópica, y una citología por aspiración con aguja fina confirmó las características de un tumor neuroendocrino.
Manejo terapéutico y resolución quirúrgica
El tratamiento definitivo fue la cirugía. Se realizó una laparotomía con enucleación del tumor, un procedimiento que preserva el tejido pancreático sano. Debido a la falta de disponibilidad de diazóxido, un fármaco para controlar la hipoglucemia preoperatoria, se mantuvo a la paciente con una infusión continua de glucosa. El postoperatorio transcurrió sin complicaciones, con un monitoreo intensivo inicial.
Resultado patológico y seguimientoEl análisis patológico del tumor resecado diagnosticó un tumor neuroendocrino bien diferenciado (Grado 1 de la OMS), de carácter benigno. Tras la cirugía, la paciente experimentó una resolución completa de todos sus síntomas.
Como consecuencia directa del tratamiento exitoso, se logró la retirada progresiva y sin incidencias de toda la medicación para la epilepsia y la esquizofrenia. Además, inició un programa para la pérdida de peso. En el seguimiento, tanto la paciente como su entorno reportaron una mejoría dramática en su funcionalidad y calidad de vida.
Discusión y conclusiónLos autores (Pueya Rashid Nashidengo et al.) mencionan que es importante considerar el insulinoma en el diagnóstico diferencial de pacientes que presentan síntomas neuropsiquiátricos recurrentes o convulsiones, especialmente si estos se relacionan con el ayuno y se alivian con la comida.
El retraso en el diagnóstico correcto, que en este caso fue de tres años, puede llevar a tratamientos innecesarios y a un deterioro significativo de la vida del paciente.
Afortunadamente, una vez identificado y tratado quirúrgicamente, el pronóstico para los insulinomas benignos es excelente, con la posibilidad de una recuperación completa y la normalización de la vida del paciente.