Puerto Rico desarrolla alrededor del 85 % de las semillas utilizadas a nivel mundial, gracias a sus condiciones climáticas y su capacidad para producir hasta cuatro cosechas al año.
Por: Mariana Mestizo Hernández
La biotecnología agrícola reúne distintas disciplinas científicas con el propósito de entender y optimizar procesos que ya se desarrollan de manera natural en la agricultura, aunque muchas veces pasen inadvertidos en las prácticas cotidianas.
Mediante esta integración de saberes, es posible aplicar técnicas que aceleran o perfeccionan mecanismos genéticos que, de otro modo, tomarían décadas en manifestarse.
"Nosotros no nos damos cuenta de que ocurre naturalmente, pero lo que hacemos es que lo aplicamos. Utilizamos esas mismas técnicas para hacer algún tipo de modificación o avanzar esas generaciones genéticas que posiblemente se tardarían muchísimo tiempo en ocurrir naturalmente; pues se hacen entonces a través de la manipulación humana en ese sentido", explicó Wilson Rivera, presidente de la Asociación de la Industria de Biotecnología Agrícola de Puerto Rico (PRABIA).
Aplicaciones cotidianas más allá del agroEn términos prácticos, la biotecnología agrícola permite mejorar las semillas utilizadas en los cultivos, lo que se traduce en aplicaciones cotidianas que muchas veces pasan desapercibidas. El uso de esta tecnología no solo está presente en los alimentos, sino también en productos de consumo diario como los crayones escolares, elaborados mayoritariamente a base de soya.
"Por eso es que dicen non-toxic, porque son a base de vegetal. Hasta en eso la biotecnología agrícola está disponible, y obviamente también en los vinos y muchas otras cosas", señaló Rivera.
Puerto Rico: un entorno privilegiado para el desarrollo científico
Puerto Rico, además, cuenta con condiciones excepcionales para el desarrollo de esta industria. Mientras otros países enfrentan limitaciones climáticas o de infraestructura, la isla logra entre tres y cuatro cosechas al año. Esta capacidad convierte al país en un punto estratégico para el avance de la biotecnología agrícola a nivel global.
Rivera explicó que, aunque otros territorios tengan mayor capacidad productiva, "en esos espacios de lo que es el clima, pues nosotros somos prime en ese sentido. Además de que tenemos excelentes terrenos agrícolas, disponibilidad de agua y el recurso humano, que es el más importante, porque hay países donde no hay los recursos humanos, ya sea en agronomía, ingeniería... y todo eso lo produce Puerto Rico".
Infraestructura regulatoria de primer nivel
A esto se suma un riguroso marco regulatorio, comparable con el de la industria farmacéutica.
Las operaciones en biotecnología agrícola están sujetas a inspecciones diarias por parte de entidades como el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Aunque actualmente la isla no cuenta con un laboratorio químico de la FDA, las semillas no pueden salir hacia Estados Unidos sin ser previamente inspeccionadas.
"Todos los días nos visitan inspectores del USDA en nuestras facilidades para poder certificar esa semilla como libre de cualquier plaga que no haya en Estados Unidos, para que no haya ese intercambio de plagas entre los países", subrayó Rivera.
Seis compañías, una visión compartida
Actualmente, bajo la Asociación de la Industria de Biotecnología Agrícola de Puerto Rico (PRABIA), operan seis compañías: Corteva Agriscience, Syngenta, RiceTec, BASF, Illinois Crop Improvement y Bayer Crop Science. Aunque compiten globalmente en el desarrollo de semillas y tecnologías agrícolas, en Puerto Rico trabajan de forma colaborativa, enfocadas exclusivamente en investigación y desarrollo.
Rivera explicó que Bayer, por ejemplo, no desarrolla actividades farmacéuticas en la isla, sino que opera únicamente en las divisiones de Crop Science y Consumer Health. Pese a que estas empresas son competidoras directas en el mercado internacional, han logrado consolidar una alianza estratégica local.
"Puerto Rico es posiblemente uno de los pocos lugares del mundo donde están presentes todas las multinacionales más importantes en investigación y desarrollo de semillas y crop science. Aunque somos competidores a nivel mundial, porque sí lo somos, en Puerto Rico no vendemos. Aquí no hacemos nada de la parte comercial, solamente hacemos la parte de investigación y desarrollo", señaló Rivera.
Tres décadas de alianza por la investigación
Esta visión de cooperación dio origen a la asociación hace 30 años, como respuesta a retos comunes que enfrentaban las compañías frente al entorno regulatorio, el trabajo con comunidades y la necesidad de garantizar la libertad de operación.
"Unos visionarios en aquel tiempo dijeron: ´Oye, si nosotros no competimos entre sí aquí, ¿por qué no nos unimos por un bien común?´. Porque tenemos los mismos retos", recordó Rivera, al destacar que el objetivo principal de la asociación también ha sido la educación.
En ese contexto, Rivera reconoció que la desinformación representa un desafío constante: "Lo que pasa es que siempre va a haber, cuando hay un poco de desinformación, pues obviamente esos espacios los llenan con información incorrecta también. Y eso es lo que a veces se transmite".
El 85 % de las semillas globales pasan por Puerto Rico
A pesar de ello, subrayó el papel estratégico que juega Puerto Rico en el panorama agrícola mundial. De acuerdo con Rivera, aproximadamente el 85 % de las semillas utilizadas a nivel global se desarrollan en la isla, a través de estas seis compañías afiliadas a PRABIA, aunque existen al menos dos empresas más que trabajan fuera del marco de la asociación.
Estos niveles de producción convierten a Puerto Rico en un eje clave no solo para el mercado estadounidense, sino también para países en América del Sur, Asia y otras regiones. "Exportamos esta semilla al mundo entero. Obviamente nuestro mercado principal es Estados Unidos, por la facilidad de ser parte del mismo territorio, pero también impactamos Brasil, otros países de Sudamérica y de Asia", afirmó.
Asimismo, Rivera explicó que el proceso de desarrollo de un producto, desde su fase de investigación hasta su comercialización, puede tomar entre 10 y 14 años cuando se incluye a Puerto Rico en la cadena de suministro. Sin la participación de la isla, este proceso podría extenderse a más de 20 años.
"Ha sido importante Puerto Rico en esta cadena de suministro. Puerto Rico y la madre naturaleza porque tenemos unos recursos maravillosos. O sea, el que nosotros podamos tener un ciclo prácticamente de 365 días al año de buen clima, de buen terreno, de accesibilidad a agua", concluyó.
Aunque el sector utiliza menos del 1 % de los terrenos agrícolas disponibles en la isla, el volumen de producción es significativo, ya que desde ese pequeño porcentaje se genera una cantidad considerable de semillas destinadas al mercado global.