Gabriela Pintado comparte cómo los delirios y la psicosis afectaron su vida diaria y cómo, gracias a su tratamiento y apoyo familiar, ha logrado superar estos desafíos y vivir plenamente.
Por: Stephania Cortés
Una residente de Bayamón de 40 años y licenciada en su profesión, Gabriela Alejandra Pintado del Moral, nos habla sobre un tema crucial y muchas veces silenciado: la salud mental en Puerto Rico. Su testimonio, lleno de valentía y resiliencia, arroja luz sobre el trastorno esquizoafectivo, una condición que mezcla síntomas de la esquizofrenia con episodios de bipolaridad o depresión mayor.
Gabriela comienza a relatar su experiencia. "Mi diagnóstico es trastorno esquizoafectivo, una mezcla entre esquizofrenia y bipolaridad o depresión mayor. Hay diversas teorías sobre sus causas: predisposición genética, desbalance en la dopamina o traumas psicológicos", explica.
El primer episodio psicótico: el impacto en la vida profesional y personal
A los 27 años, tuvo su primer episodio psicótico. "Fue un poco borderline tardío. Mi historial psiquiátrico comenzó a los 15 años con trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Tras eventos traumáticos en mi vida, desarrollé trastorno esquizoafectivo, pero no me diagnosticaron de inmediato; se necesitan más de dos episodios psicóticos para un diagnóstico", relata.
Vivía su mejor momento profesional cuando la enfermedad se manifestó. Trabajaba como oficial jurídico en su trabajo soñado, pero enfrentaba simultáneamente graves problemas familiares y personales. "Había cáncer terminal en mi familia, mi hermano estaba gravemente enfermo, y sufrí una ruptura amorosa difícil. Todo esto se combinó y resultó en una psicosis", cuenta.
Red de apoyo: el papel clave de la familia y el programa PORTI
Su red de apoyo, principalmente su familia y el programa PORTI de oportunidades de recuperación y tratamiento integrado de ciencias médicas, fue fundamental. "PORTI, financiado por ASSMCA (Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción), trabaja con jóvenes de 15 a 35 años ayudándolos a reintegrarse a la sociedad. Me salvó la vida", afirma con gratitud.
Gabriela describe cómo los delirios, un síntoma común de la psicosis, afectaban su vida diaria. "Pensaba que los mensajes en los billboards eran para mí. Es parte de un delirio, una idea falsa que parece real", explica. Estos delirios le generaban una ansiedad intensa, pensando que la publicidad le hablaba directamente.
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El reto de la introspección en momentos de crisis
En momentos de crisis, Gabriela perdía el contacto con la realidad. "Quien te dice que estás mal son tus allegados. En plena psicosis, no tienes introspección, pierdes el contacto con la realidad", detalla. Sin tratamiento, personas con su condición pueden volverse agresivas, aunque en su caso se volvía catatónica, un estado en el que perdía toda expresión y comunicación.
Vivir plenamente con un diagnóstico de trastorno esquizoafectivo
A pesar de los desafíos, Gabriela lleva una vida normal gracias a su tratamiento. "Quisiera romper el estigma de que después de un diagnóstico de esquizoafectivo, la vida no termina. Con las herramientas adecuadas, se puede seguir adelante", enfatiza.
La pandemia y la salud mental: una necesidad urgente de más recursos
La pandemia ha exacerbado los problemas de salud mental, destacando la necesidad urgente de más recursos y apoyo. Con solo 300 a 500 psiquiatras en Puerto Rico, Gabriela subraya la insuficiencia del sistema de salud mental.
Su mensaje final es de esperanza y perseverancia: "No se rindan, se puede, hay luz al final del camino". Gabriela es un ejemplo de cómo, a pesar de un diagnóstico desafiante, se puede vivir plenamente y contribuir a la sociedad, desmontando estigmas y educando sobre la realidad de las enfermedades mentales.
Para aquellos que luchan con problemas de salud mental, la historia de Gabriela es una luz en el camino, un recordatorio de que con apoyo y tratamiento, es posible llevar una vida significativa y plena.