Investigaciones recientes asocian la herencia paterna con el desarrollo de capacidades neurocognitivas clave, pero también señalan que estas pueden ser potenciadas o inhibidas por la crianza.

Por: Laura Guio

Desde la psicología, se reconoce que la herencia paterna puede influir en la configuración de ciertos rasgos de personalidad, así como en la predisposición a desarrollar trastornos mentales. Aunque la inteligencia depende de múltiples factores y no puede atribuirse exclusivamente a un solo progenitor, ambos padres aportan información genética clave para su desarrollo.

El Dr. Ángel Alemán, psicólogo clínico con formación en neuropsicología, señala que "desde la neuropsicología sabemos que heredamos aproximadamente un cincuenta por ciento de esa carga genética de nuestro padre y un cincuenta por ciento de nuestra madre. Es decir, nuestro padre contribuye genéticamente a muchas funciones cerebrales. Esto se ha estudiado".

La genética paterna también influye en funciones cognitivas

Además, el especialista subrayó la importancia de los avances científicos que han permitido entender mejor la influencia genética en el funcionamiento cerebral. Investigaciones recientes han mostrado vínculos entre la herencia paterna y ciertas funciones cognitivas y emocionales.

"Hay muchas investigaciones recientes, como las de Stanford en 2019. Esa estructura básica del sistema nervioso, así como predisposiciones relacionadas con el temperamento, la memoria, la atención e incluso ciertas condiciones como el TDAH o los trastornos del estado de ánimo, podrían estar influenciadas por la carga genética que nuestros padres nos transmiten. Pero heredar no significa determinar, sino predisponer", afirmó 

Por otra parte, el experto señaló que la inteligencia es un rasgo complejo, determinado por múltiples factores genéticos y ambientales. Aunque tradicionalmente se ha asociado un mayor peso genético a la madre, debido a ciertos genes localizados en el cromosoma X que se vinculan con funciones cognitivas, el panorama actual es más amplio. 

"La inteligencia es un rasgo multifactorial. Ambos padres contribuyen significativamente, y no solo desde lo genético. El ambiente que crean puede activar o desactivar ciertos genes relacionados con la cognición. Este debate ha evolucionado con los avances en genética, neuropsicología y clínica. Hoy sabemos que no se trata de naturaleza versus ambiente, sino de cómo ambos interactúan de forma equilibrada", señala.

Modelos parentales y aprendizaje por imitación

No obstante, el Dr. Alemán explicó que muchos de los comportamientos observados en la infancia pueden estar influenciados tanto por factores hereditarios como por la interacción cotidiana con figuras de referencia, especialmente en el entorno familiar.

"Estuve adentrándome en ciertos estudios que han mostrado que aspectos del temperamento pueden tener una carga hereditaria significativa. Pero es importante saber que estos estudios trabajan con correlaciones, no con causalidad. Además, muchas de esas respuestas también pueden estar mediadas por la observación: los niños imitan lo que ven, especialmente de figuras significativas como el padre", añade.

A su vez, el psicólogo clínico destacó que el entorno familiar y social en el que se desarrolla un niño puede ejercer una influencia determinante sobre los rasgos heredados, modulando su expresión o incluso neutralizándola. En este sentido, la experiencia vivida durante la infancia y la adolescencia cobra un papel central en la configuración del bienestar emocional y la conducta.

"El ambiente es un modulador clave. Puedes heredar una predisposición, pero lo que vives en la infancia puede activar o atenuar esos rasgos. La crianza influye en esa parte genética, especialmente en el desarrollo emocional y la adaptación social", agrega.

Asimismo, el psicólogo clínico enfatizó que la participación activa del padre en la crianza tiene efectos positivos comprobados sobre el desarrollo cognitivo de los hijos. Estudios recientes han demostrado que su presencia influye en áreas como el lenguaje, la atención, la memoria y la regulación emocional, funciones clave en la infancia y evaluadas con frecuencia desde la neuropsicología.

"El vínculo con el padre promueve la exploración segura, la autonomía y la flexibilidad cognitiva. Incluso se ha observado, en estudios de neuroimagen, que la estimulación paterna se asocia con mayor densidad sináptica en regiones frontales del cerebro, relacionadas con la toma de decisiones y las funciones ejecutivas", explicó.

Neuroplasticidad y patrones masculinos internalizados

En cuanto a los patrones que los hijos pueden adoptar de la figura masculina, el especialista explicó que estas conductas suelen estar relacionadas con la internalización de modelos parentales. Durante la infancia, el cerebro se encuentra en un periodo de alta neuroplasticidad, lo que facilita la codificación de formas de actuar y reaccionar frente al entorno. Como resultado, es común que ciertos comportamientos se repitan, incluso cuando no son conscientes o no se aprueban racionalmente.

"Muchas veces repetimos patrones porque se quedaron establecidos como la norma, como la forma más familiar que tiene nuestro cerebro para responder ante ciertos estímulos. Eso se moldea en la infancia, cuando el cerebro es más plástico", señaló el Dr. Ángel Alemán.

En relación con las respuestas emocionales heredadas, el psicólogo aclaró que sí es posible transmitir una cierta reactividad desde lo biológico, como ocurre con personas cuyo sistema límbico el cual es relacionado con la respuesta de lucha, huida o parálisis es más sensible al estrés. 

Sin embargo, insistió en que la regulación emocional es una habilidad que puede entrenarse desde edades tempranas, y que el aprendizaje de estrategias adecuadas puede mitigar esa predisposición heredada.

Por ello, el neuropsicólogo advirtió que la ausencia de la figura paterna puede tener un impacto considerable en el desarrollo emocional y neurológico de un niño, dependiendo del contexto en el que se produzca. 

Estudios en neurodesarrollo han evidenciado que la falta de una presencia paterna estable puede afectar estructuras cerebrales como la amígdala y la corteza prefrontal, relacionadas con la gestión de emociones, la autorregulación y el control de impulsos. Esta carencia también puede vincularse con inseguridad afectiva, dificultades en la construcción de la identidad o patrones de apego ansioso.

"Un vínculo fuerte, validante y seguro con el padre puede reforzar conexiones cerebrales relacionadas con la autoestima, la resiliencia y la regulación emocional. Incluso si una persona hereda ciertas vulnerabilidades, ese vínculo puede resignificar la forma en que se experimentan y gestionan. En otras palabras, el afecto paterno puede reescribir parcialmente el mapa cerebral heredado", afirmó.

No obstante, el especialista subrayó que la figura paterna no es exclusivamente biológica, sino también relacional. En ausencia del padre, otras figuras significativas como abuelos, maestros, terapeutas o incluso amistades cercanas pueden asumir un rol compensatorio, siempre que brinden estabilidad emocional, guía y validación. 

De igual manera, muchas personas encuentran en la psicoterapia un espacio para resignificar su experiencia y desarrollar internamente una figura paterna más compasiva y funcional.

"Podemos tener una carga genética, pero eso no significa destino. La neuroplasticidad nos permite reescribir las narrativas con las que crecimos y tomar control de nuestro presente, nuestras actitudes y nuestras creencias", concluyó.

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