Uno de los mayores retos en esta etapa inicial es que la persona afectada, en muchos casos, no logra reconocer lo que le está ocurriendo, lo que dificulta su acceso oportuno al tratamiento.
Por: Mariana Mestizo Hernández
Se calcula que alrededor de 24 millones de personas en el mundo viven con esquizofrenia, lo que equivale a una de cada 300. En adultos, la proporción aumenta a una de cada 222, según datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La esquizofrenia es un trastorno mental crónico que altera profundamente la manera en que una persona piensa, siente y se comporta. Sus manifestaciones pueden incluir una desconexión con la realidad, como ocurre en los episodios de psicosis.
"Incluye síntomas positivos como delirios, alucinaciones, pensamiento desorganizado y síntomas negativos, tales como bajos rendimientos, ya sea académicos o profesional, pobres destrezas de higiene personal, un aislamiento social bastante significativo, se empiezan a desconectar de lo que son sus familiares, tener la tendencia de estar más en las habitaciones", explica la Lcda. Ginger Marie Santiago Matos, trabajadora social clínico del Hospital Menonita CIMA.
Primeros signos y síntomas prodrómicosEl primer episodio psicótico suele desarrollarse de manera gradual. Las señales de alerta temprana, también conocidas como síntomas prodrómicos, aparecen cuando la persona comienza a experimentar cambios emocionales y conductuales, como ansiedad intensa, irritabilidad y aislamiento progresivo. En esta etapa inicial, se debilitan los vínculos con la comunidad y se interrumpe la integración social, lo que puede dificultar la identificación temprana del trastorno.
Apoyo desde el trabajo social clínico
Desde el trabajo social clínico, el impacto del diagnóstico en las familias se aborda mediante procesos de educación, acompañamiento y fortalecimiento de redes de apoyo. Las intervenciones se realizan a nivel individual, familiar, grupal y multifamiliar, con el propósito de ofrecer herramientas para afrontar un diagnóstico que muchas veces genera sentimientos complejos.
"La persona puede expresar sentimientos dirigidos como de vergüenza o de culpa, que pueden impactar esta área tan difícil de abordar, lo que es un diagnóstico de salud mental severo", señala la Lcda. Santiago Matos.
Compromiso familiar y psicoeducación
El programa del Hospital Menonita CIMA, además, busca fomentar el compromiso familiar y fortalecer las habilidades sociales de los participantes. Un componente clave es la psicoeducación dirigida a los entornos cercanos, para que comprendan el diagnóstico y la importancia de su acompañamiento durante el proceso de recuperación.
Éste está dirigido a jóvenes entre los 16 y los 35 años que atraviesan un primer episodio psicótico. Uno de los mayores retos en esta etapa inicial es que la persona afectada, en muchos casos, no logra reconocer lo que le está ocurriendo, lo que dificulta su acceso oportuno al tratamiento.
Por esta razón, el papel de la familia resulta fundamental. "Es importante que los familiares, principalmente, sean los que vienen a buscar la ayuda. Esto debido a que, por lo regular, un joven que esté experimentando primeros episodios psicóticos tiene dificultad para comprender lo que está pasando con él", señaló la trabajadora social.
Servicios especializados y equipo multidisciplinario
A pesar de la disponibilidad de recursos, muchas familias aún desconocen la existencia de servicios especializados para atender estos casos. El programa ofrece un abordaje integral a través de un equipo multidisciplinario conformado por psiquiatra, psicólogo, médico general, enfermería, trabajo social, consejería en rehabilitación vocacional y apoyo de pares. Este enfoque de atención coordinada busca responder a las múltiples dimensiones del trastorno, facilitando un acompañamiento clínico, emocional y social en el proceso de recuperación.
Servicios especializados y equipo multidisciplinario
El estigma sigue siendo una de las principales barreras para el acceso oportuno a los servicios de salud mental, tanto para los pacientes como para sus familias. Aunque se han realizado esfuerzos constantes por promover la desestigmatización, muchas personas aún temen ser rechazadas o etiquetadas.
"En nuestra experiencia, muchas familias sienten miedo al rechazo, miedo a que sean etiquetados. Aunque se ha trabajado constantemente en lo que es la desestigmatización, hemos visto que, como quiera, no hemos logrado el objetivo", señala la especialista.
Por eso, el equipo insiste en la necesidad de educar, informar y acompañar desde las primeras etapas. "Lo importante es venir a buscar los servicios de manera temprana, de manera que la condición no se cronifique".
Atención terapéutica y trabajo comunitario
A través de sus siete clínicas ambulatorias, el programa ofrece atención terapéutica individual, familiar, multifamiliar y grupal. Estos espacios permiten que tanto los jóvenes como sus familiares se sientan acompañados durante el proceso, y no aislados frente al diagnóstico. Además del trabajo clínico, se desarrollan intervenciones comunitarias que buscan generar un cambio cultural frente a los trastornos mentales y su atención.
En las etapas iniciales del tratamiento de la esquizofrenia, las intervenciones psicosociales juegan un papel clave para evitar la cronificación del diagnóstico y mejorar la calidad de vida del paciente. Entre las estrategias más efectivas se encuentra la psicoeducación, tanto para el paciente como para su entorno cercano, así como la terapia cognitivo-conductual orientada específicamente a los síntomas psicóticos. Además, se recurre a herramientas como la entrevista motivacional y el entrenamiento en habilidades sociales, que suelen verse afectadas por la enfermedad.
"La psicoeducación es fundamental, pero no solo se trabaja con el paciente. Inicialmente, el paciente tal vez no esté atento a lo que le estamos explicando, pero a través del familiar, impactando primero a ese núcleo cercano, podemos ir transformando el pensamiento de las familias sobre lo que es un diagnóstico de salud mental, y así lograr normalizarlo poco a poco", explicó. Esta estrategia permite que el entorno inmediato se convierta en una red activa de apoyo, facilitando el proceso de recuperación desde una perspectiva integral.
Barreras sociales y económicas
Entre las principales barreras sociales y económicas que enfrentan las personas con esquizofrenia, el estigma y la discriminación vuelven a destacar como obstáculos fundamentales. Estos jóvenes, en muchas ocasiones, experimentan dificultades para acceder a oportunidades laborales y educativas.
Durante la etapa inicial del diagnóstico, es frecuente que abandonen sus estudios o pierdan su empleo debido a episodios de descompensación. "Muchos jóvenes en la etapa inicial del diagnóstico dejan de estudiar o pierden el trabajo porque se van descompensando, y muchas veces el estigma en esta área no los deja volver a incursionar".
Además, las condiciones económicas adversas, como la pobreza y la falta de recursos, agravan esta situación. "Muchos participantes, que a veces no buscan ayuda a tiempo, pierden apoyos y no cuentan con viviendas adecuadas. La falta de ingresos y la dependencia económica de sus familiares contribuyen a que la pobreza se convierta en una barrera más", añade.
Para mejorar la adherencia al tratamiento, el programa incluye intervenciones psicosociales tanto individuales como familiares, buscando fortalecer el acompañamiento y la estabilidad de los pacientes en su entorno.
Fortalecimiento del acompañamiento
El programa busca prevenir hospitalizaciones, la exacerbación de síntomas y recurrencias mediante un seguimiento cercano y continuo, basado en la entrevista motivacional para construir un vínculo terapéutico sólido. Esto permite que el participante perciba al equipo como un aliado, no como un adversario, un factor clave para su compromiso con el tratamiento.
Se aplica el modelo de toma de decisiones compartida, donde el paciente participa activamente en la definición de su plan terapéutico, lo que favorece su involucramiento y sentido de importancia en el proceso.
"Exhortamos a los cuidadores, familiares o personas de apoyo a buscar ayuda de manera oportuna cuando una persona está sufriendo un primer episodio psicótico, ya que la intervención temprana puede cambiar significativamente el curso del trastorno".
Rehabilitación vocacional y reintegración social
A través de las entrevistas iniciales y los seguimientos, se identifican los intereses reales del joven en relación con sus estudios y empleo. El programa cuenta con el apoyo de una consejera en rehabilitación vocacional que realiza evaluaciones personalizadas y acompaña el proceso de reintegración.
Dado que muchos participantes presentan interrupciones en sus estudios o experiencias laborales previas, se evalúa si desean continuar en su área, cambiar de rumbo o acceder a nuevos recursos. Para ello, se establecen enlaces con universidades, organizaciones como AMSI y consorcios de empleo, además de ofrecer talleres para fortalecer habilidades en entrevistas laborales y confianza en este proceso.
El acompañamiento constante y la construcción de confianza resultan esenciales para que el joven se sienta motivado y comprometido con su recuperación, pues sentirse escuchado y partícipe reduce el riesgo de abandono del tratamiento.
"Vamos a través de la entrevista motivacional a lograr ese vínculo terapéutico, para que el participante confíe en nosotros y nos vea como un aliado y no un enemigo. Este factor es clave para mantenerlo en tratamiento y favorecer su reintegración social y laboral", concluyó.