El cáncer de pulmón se puede dividir en dos tipos: cáncer de pulmón de células pequeñas o microcítico y cáncer de pulmón de células no pequeñas o no microcítico.
Es necesario, como en todo cáncer, que el oncólogo pueda diagnosticar pronto y de una manera precisa, pues esto le permitirá tomar las decisiones terapéuticas que considere más apropiadas.
Ante una sospecha de cáncer pulmonar, lograr un diagnóstico preciso es prioritario.
El primer paso habitual para su diagnóstico, en aquellos casos que se consideren adecuados, es la toma de una muestra de tejido, conocida como biopsia. Este examen visual de la muestra, junto a pruebas diagnósticas complementarias, dará una información valiosa al equipo oncológico multidisciplinar de cara a tomar las decisiones terapéuticas más adecuadas.
Tipos de cáncer pulmonar
El cáncer de pulmón surge cuando las células pulmonares comienzan a crecer y dividirse de manera anormal, agresiva y descontrolada, originando una masa de células conocida como neoplasia o tumor.
La aparición de este tumor puede deberse a múltiples factores, ambientales o genéticos, y, en función de varios criterios, puede clasificarse en benigno o maligno. Se llama maligno cuando tiene el potencial de metástasis. El cáncer de pulmón engloba varias enfermedades de manifestación y evolución diferentes, las cuales, especialmente en los últimos años, se abordan con acercamientos terapéuticos también diversos.
Cáncer de pulmón microcítico
Este es también conocido como cáncer de pulmón de células pequeñas. Representa alrededor del 10-15% de todos los casos de cáncer de pulmón.
Como su nombre lo indica, en este tipo de cáncer las células afectadas tienen un tamaño pequeño al microscopio, soliendo ser células nerviosas o productoras de hormonas.
Es habitual que se localice en la zona central de los pulmones (pudiendo afectar a los vasos u órganos del tórax), y es común que tenga un crecimiento rápido.
Cáncer de pulmón no microcítico
Se le conoce también como cáncer de pulmón de células no pequeñas. Este es el más frecuente de los dos tipos, consistiendo en un 85-90% de los casos.
Este cáncer tiene varios subtipos, en función de las células afectadas, entre los que se encuentran los adenocarcinomas (células productoras de moco), los carcinomas escamosos (células que recubren las vías aéreas) o los carcinomas de células grandes (característicos por el gran tamaño de las células que lo componen).
Este tipo de cáncer puede verse influenciado por algunas mutaciones (genes EGFR, ALK, ROS) o por los niveles de ciertas proteínas de superficie, como PD-L1. Para todas estas alteraciones existen test genéticos, que el equipo oncológico realizará para concretar aún más el diagnóstico.
Subtipos del cáncer de pulmón no microcítico
Adenocarcinoma (células productoras de moco): estas se originan de las células que en condiciones normales segregarían sustancias como moco.
Este tipo de cáncer de pulmón ocurre principalmente en personas que fuman o que han fumado, pero también es el tipo más común de cáncer de pulmón observado en las personas que no fuman.
Carcinoma de células escamosas: los carcinomas de células escamosas se originan de las células escamosas, las cuales son células planas que cubren el interior de las vías respiratorias en los pulmones.
Por lo general, están relacionados con antecedentes de tabaquismo y tienden a estar localizados en la parte central de los pulmones, cerca de una vía respiratoria principal llamada bronquio.
Carcinomas de células grandes: (carcinoma indiferenciado) el carcinoma de células grandes puede aparecer en cualquier parte del pulmón, y tiende a crecer y a propagarse rápidamente, lo que puede hacer más difícil tratarlo.
Un subtipo de carcinoma de células grandes, conocido como carcinoma neuroendocrino de células grandes, es un cáncer de rápido crecimiento que es muy similar al cáncer de pulmón microcítico.
Los síntomas más comunes del cáncer de pulmón son:
Una tos que no desaparece o que empeora, tos con sangre o esputo (saliva o flema) del color del metal oxidado, dolor en el pecho que a menudo empeora cuando respira profundamente, tose o se ríe; ronquera, pérdida del apetito, pérdida de peso inexplicable, dificultad para respirar, cansancio o debilidad, infecciones como bronquitis y neumonía que no desaparecen o que siguen recurriendo, nuevo silbido de pecho.
El primer paso habitual para su diagnóstico, en aquellos casos que se consideren adecuados, es la toma de una muestra de tejido, conocida como biopsia. Este examen visual de la muestra, junto a pruebas diagnósticas complementarias, dará una información valiosa al equipo oncológico multidisciplinar de cara a tomar las decisiones terapéuticas más adecuadas.