Implante cerebral personalizado frena síntomas de Trastorno Obsesivo-Compulsivo en paciente con epilepsia

Un caso especial con altos niveles de obsesión y compulsión en una ciudadana estadounidense, fue donde este dispositivo tuvo gran éxito.

Por: Jhoser Bermúdez Guerrero


Amber Pearson, una paciente que sufre un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) desde la infancia, ha enfrentado una batalla diaria contra los rituales compulsivos que dominaban su vida. 

A Pearson le tomaba normalmente 45 minutos, porque tenía que comprobar que todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas y que la cocina quedara apagada. Sentía tanto miedo a la contaminación por alimentos que no comía junto a otras personas. La terapia y la medicación no le ayudaron.

Trastorno Obsesivo Compulsivo y epilepsia

El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se define como una enfermedad que se caracteriza por tener obsesiones (pensamientos, imágenes o impulsos que causan mucha ansiedad, miedo o malestar y no son preocupaciones habituales) y/o compulsiones (comportamientos o pensamientos que la persona repite para afrontar las obsesiones), y aunque la mayoría de personas sufre esto, en el TOC interfieren en la vida diaria y pueden llegar a ocupar mucho tiempo.

Asimismo, se explica la epilepsia como un conjunto de enfermedades del sistema nervioso causadas por la alteración de la actividad eléctrica cerebral que provoca síntomas repentinos, muchas veces con pérdida de conocimiento.

La estimulación cerebral profunda (ECP) como última esperanza: innovación médica

A sus 20 años, Pearson desarrolló epilepsia y sufrió un grave ataque que la dejó inconsciente. Fue entonces cuando sus médicos consideraron la estimulación cerebral profunda (ECP) como una opción.

"El procedimiento consiste en implantar quirúrgicamente un dispositivo que envía impulsos eléctricos a una región específica del cerebro. Los científicos creen que la ECP actúa restableciendo los circuitos cerebrales anómalos, de forma similar a lo que hace un marcapasos con el corazón", expone la revista Neuron, de Cell Press.

Estimulación cerebral profunda personalizada

El equipo médico que atendió a Pearson detalló para la revista Neuron que: "un solo electrodo de 32 milímetros de longitud, adaptado para detectar sus señales neuronales únicas, era capaz de controlar ambas condiciones, con la principal característica de ser reactivo, emitiendo descargas eléctricas sólo cuando detecta patrones anormales en el cerebro asociados a un ataque o pensamientos compulsivos".

El neurocirujano Ahmed Raslan, quien atendió a esta paciente, consideró que los ataques se producían en una parte del cerebro llamada ínsula el cual contiene el núcleo accumbens, una zona asociada a la motivación y la acción, incluidos los impulsos compulsivos. Fue así cuando Amber se sometió, en 2019, a una operación cerebral experimental en la Universidad de Salud y Ciencia de Oregon para la instalación del dispositivo.

Los retos de la personalización

Para llegar al punto de controlar estas reacciones los científicos identificaron patrones neuronales únicos relacionados con pensamientos obsesivos para abordar el TOC de esta paciente.

"El equipo de Oregon empleó el dispositivo para controlar la epilepsia, después tuvieron que descifrar el desencadenante neuronal y para ello, Pearson se pasaba un imán por la cabeza cuando estos eventos surgían para que el dispositivo implantado registrara cada suceso, asimismo, los científicos las exponían a elementos que activaban su TOC mientras observaban su actividad cerebral", se explica en el artículo.

Analizando los registros cerebrales, Casey Halpern, profesor asociado de neurocirugía del Sistema de Salud de la Universidad de Pensilvania (Penn Medicine), identificó un rasgo neuronal único en el estriado ventral que se correlacionaba con los impulsos compulsivos de Pearson. Fue allí cuando el dispositivo se programó para estimular brevemente cuando detectara esta actividad, buscando normalizar circuitos neuronales anómalos.

La transformación de Amber Pearson

El impacto fue notable, ante esto Pearson detalló que: "No fue instantáneo. Tardé unos meses en notar los cambios. Empecé a percibir poco a poco que desaparecían ciertas acciones de mi rutina. Y luego se iban otras más", sumado a que esta paciente dejó de lavarse las manos compulsivamente y su rutina nocturna se redujo a 15 minutos, así como su relación con amigos y familiares mejoró significativamente, permitiéndole disfrutar de las comidas sin ansiedad.

Nuevas perspectivas

Halpern explica que: "El TOC es un trastorno del cerebro, igual que la epilepsia y el Parkinson. No es un trastorno de la voluntad. Existe una señal patológica que observamos en el cerebro". De esta manera, la ECP personalizada podría ofrecer una alternativa real para aquellos cuyas vidas se ven profundamente afectadas por el TOC. Si este método demuestra ser efectivo en otros pacientes, podría proporcionar ventajas adicionales, como una mayor duración del dispositivo y menos necesidad de intervenciones quirúrgicas.



Fuente consultada: aquí.



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