El análisis del perfil clínico de los pacientes mostró una elevada frecuencia de comorbilidades metabólicas asociadas. Destacan los casos de hipertensión arterial, sobrepeso y obesidad.
Por: Katherine Ardila
En Puerto Rico, donde las enfermedades crónicas son un problema común, la diabetes mellitus tipo 2 muestra una prevalencia preocupante del 15.8% según los últimos datos del Behavioral Risk Factor.
Sin embargo, como advierte Verónica García Santiago, estudiante e investigadora, "existe muy poca investigación sobre la dislipidemia en esta población", una omisión preocupante dado que "la dislipidemia se conoce que es un factor de riesgo cardiovascular que puede afectar a pacientes con diabetes tipo 2 debido a la relación que existe entre la insulina y el metabolismo lipídico que incluye colesterol total, triglicéridos, LDL y HDL)".
Esta interrelación metabólica explicaría por qué estudios globales reportan prevalencias conjuntas que oscilan entre 59% en Etiopía y 95.4% en otras poblaciones.
Metodología rigurosa con desafíos operativos
El estudio transversal, realizado en una clínica de atención primaria en San Juan entre enero 2022 y enero 2024, buscó llenar este vacío de conocimiento mediante el análisis de registros médicos de 189 pacientes diabéticos.
La selección de la muestra no estuvo exenta de dificultades, pues la joven detalla: "De esos 378 pacientes, 132 de esos datos no fueron encontrados. La clínica me mencionó que posiblemente aparezcan en la lista que ellos me dieron, pero los expedientes pudieron haber sido destruidos o ya los pacientes no eran parte de esa clínica".
A pesar de estos retos logísticos, la investigación logró caracterizar detalladamente a la población estudiada, donde llaman la atención datos como que "el 97.9 de los pacientes tenían 29 años o más" y que en cuanto al género, "el 51.8 eran hombres y el 48.2 eran féminas", mostrando una distribución equilibrada.
Hallazgos alarmantes en indicadores clave
Los resultados revelaron una situación clínica preocupante: "180 padecían de lipidemia y solamente 9 no padecían de lipidemia", lo que en términos prácticos evidencia una prevalencia del 95.2%.
El análisis del perfil lipídico mostró alteraciones significativas:
"El 27% de estos pacientes tenían niveles mayores o iguales a 200 miligramos sobre decilitro [de colesterol total]. En cambio en los triglicéridos, el 32.3% de los pacientes tenían niveles mayores o iguales a 150 miligramos sobre decilitro".
Estas cifras adquieren mayor relevancia al considerar que "el 45.5% de los pacientes tenían niveles de LDL mayores o iguales al 100%", un factor directamente asociado a riesgo cardiovascular elevado. Paralelamente, condiciones como obesidad (36%) e hipertensión (71.4%) mostraban prevalencias preocupantes en esta población.
Limitaciones que abren puertas a futuras investigaciones
Aunque el estudio no encontró asociaciones estadísticamente significativas entre variables sociodemográficas y dislipidemia, García Santiago ofrece una explicación metodológica crucial:
"No encontramos ninguna asociación significativa en este estudio con ninguno de los factores de riesgo que queríamos estudiar [...] lo cual puede deberse a la homogeneidad de la muestra y el bajo número de pacientes sin dislipidemia".
Esta limitación, sin embargo, no invalida los hallazgos clínicos, pues como precisa la investigadora, "las condiciones como obesidad, hipertensión y hipotiroidismo mostraron prevalencias elevadas y el perfil lipídico evidenció lo que son alteraciones comunes en los pacientes de diabetes tipo 2".
Implicaciones para la salud pública
La investigadora concluye con una reflexión importante sobre las implicaciones prácticas: "El acceso limitado a servicios médicos y lo que son las dificultades económicas pueden influir en lo que es la aparición y el control de enfermedades crónicas como lo es la dislipidemia".
Este estudio representa un primer paso crucial para entender y abordar este grave problema de salud pública en Puerto Rico.