A pesar de la evidencia de su seguridad y eficacia, la vacunación de niños y adolescentes contra la COVID-19 continúa siendo polémica, principalmente debido a la distribución desigual de vacunas.
Por: Yolimarian Torres
La doctora Almudena Laris González, infectóloga pediátrica en México y la doctora Armelle Pérez-Cortés Villalobos, especialista en medicina interna e infectología de trasplantes en Toronto, Canadá, han discutido los pro y contras de dicha situación.
Ambas coinciden en que el esquema de vacunación regular evita entre 2 y 3 millones de muertes cada año a nivel global, es una de las historias de mayor éxito de la medicina moderna. "Todas las vacunas que se emplean hoy en día han demostrado ser seguras y efectivas para proteger a individuos y poblaciones contra enfermedades infecciosas. Las vacunas contra la COVID-19 no son la excepción, han demostrado ser altamente eficaces contra enfermedad grave y muerte en adultos", explicaron.
En cuanto a la población pediátrica, las vacunas de ARN mensajero de Pfizer/BioNTech y Moderna han sido estudiadas en niños y adolescentes a partir de los 12 años de edad.
"Dichos ensayos clínicos han mostrado que estas vacunas son seguras e inmunogénicas en los grupos de edad mencionados, si bien el número de pacientes incluidos no es suficiente para detectar una reducción en casos de enfermedad grave o letalidad", reseña el documento publicado por las expertas en medios estadounidenses.
Actualmente se están llevando a cabo estudios en niños entre los 6 meses y 11 años de edad, de los cuales se espera tener resultados en los próximos meses. Además, China y los Emiratos Árabes Unidos han comenzado la vacunación de niños de edades entre 3 y 17 años con vacunas inactivadas de las farmacéuticas Sinovac y Sinopharm con base en resultados de estudios clínicos de fases 1/2.
¿Por qué no se vacuna a todas las niñas, niños y adolescentes?
A pesar de la evidencia de su seguridad y eficacia, la vacunación de niños y adolescentes contra la COVID-19 continúa siendo polémica, principalmente debido a la distribución desigual de vacunas.
Las doctoras indican que a nivel mundial esta inequidad está cobrando vidas; hay alrededor de 80 países en los que menos de 10% de la población ha recibido una dosis de vacuna y en muchos de ellos los trabajadores de salud y personas de alto riesgo no han sido aún vacunados.
"Uno de los argumentos que se han utilizado para justificar que no es necesario vacunar a los niños contra la COVID-19 es que las infecciones en este grupo poblacional suelen ser asintomáticas o leves y que raramente cursan con enfermedad grave o letal", refieren.
Sin embargo, de acuerdo con las cifras oficiales, más de 900 niños y jóvenes entre 0 y 19 años han fallecido por COVID-19 en México desde el inicio de la pandemia, lo que representa 0,35% de las defunciones en la población general.
"Si bien es cierto que la gravedad de la infección por SARS-CoV-2 es francamente menor en pacientes pediátricos, este es un argumento que no considera la variabilidad en el curso de la enfermedad. Existen factores tanto biológicos como sociales asociados a un mayor riesgo de enfermedad grave y muerte en niños y jóvenes, incluyendo el sobrepeso u obesidad, la raza, las condiciones socioeconómicas de vulnerabilidad, el pobre acceso a servicios de salud y las comorbilidades incluyendo inmunocompromiso y enfermedades crónicas", explicó la doctora Almudena Laris González.
Por ello, algunos países como Reino Unido y Alemania han optado por priorizar la vacunación de niños y adolescentes entre 12 y 17 años que viven con comorbilidades, con el fin de prevenir casos graves y muertes en dicha población. Asímismo, la OMS considera que los niños mayores de 12 años con riesgo alto de presentar COVID-19 grave pueden ser considerados para la vacunación, junto con otros grupos prioritarios.
Otro punto a considerar es el efecto de la vacunación en la transmisión comunitaria. "Hay evidencia clara de que niños y adolescentes pueden transmitir SARS-CoV-2 a sus contactos, por lo que su inclusión en los programas de vacunación puede contribuir de manera sustancial a aumentar la inmunidad poblacional y controlar la transmisión de la infección", indica la Dra. Armelle Pérez-Cortés Villalobos.
La interacción social forma parte esencial del desarrollo de niños y adolescentes. En este aspecto, las vacunas pueden contribuir, junto con el resto de las medidas preventivas basadas en la evidencia, a reducir los riesgos de las actividades educativas, deportivas y sociales, y disminuir la necesidad de cerrar escuelas ante brotes o aumento de la transmisión comunitaria. Con esta justificación algunos países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Hong Kong, Uruguay y Chile han optado por la vacunación de todos los mayores de 12 años.
Si bien la infección por SARS-CoV-2 suele ser asintomática o leve en niños y adolescentes, la vacunación de este grupo puede jugar un papel importante en el control de la transmisión y en la prevención de los casos graves en aquellos con comorbilidades o vulnerabilidad social.
Las vacunas contra la COVID-19 parecen ser seguras y eficaces en este grupo de edad, sin embargo, será importante dar seguimiento estrecho a efectos adversos infrecuentes, generar evidencia respecto a su efectividad en el mundo real y considerar la inclusión de la población pediátrica con comorbilidades en los programas de vacunación prioritaria en el contexto de la equidad y la protección de los grupos más vulnerables a nivel global.
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