Tratamiento de colágeno tipo I logró cerrar úlceras venosas en 4 y 16 semanas, sin recidiva en 8 meses

La paciente de 66 años fue diagnosticada con úlceras venosas infectadas.

Por: Mariana Mestizo Hernández


Se presenta el caso de una paciente femenina de 66 años de edad, que acudió a consulta por presentar dos lesiones ulceradas en miembros inferiores, específicamente en el tercio inferior del miembro inferior derecho y en la región medial del maléolo del miembro inferior izquierdo, con una evolución de 12 meses. 

Las zonas afectadas mostraban eritema, calor local, ulceración y secreción seropurulenta. Como antecedentes personales, refería hipertensión arterial, en tratamiento con nifedipino 30 mg cada 12 horas por vía oral, e insuficiencia venosa. 

Historia clínica y antecedentes

En cuanto a antecedentes quirúrgicos, había sido sometida a corrección de hallux valgus, reconstrucción de ligamentos y artroplastia del segundo dedo del pie. En el ámbito gineco-obstétrico, su menarquia ocurrió a los 15 años, tuvo dos partos, no presentó abortos y experimentó la menopausia a los 58 años. 

Dentro de los antecedentes familiares, mencionó que su hermano había sido diagnosticado con hipertensión arterial. Durante la revisión de los sistemas, se observó la presencia de tos y rinorrea.

Diagnóstico y tratamiento inicial

La paciente fue diagnosticada con úlceras venosas infectadas y se le prescribió tratamiento ambulatorio con clindamicina (600 mg/día) y diclofenaco oral (50 mg cada 12 horas). Sin embargo, los síntomas no mejoraron. Al cabo de dos semanas, presentó un episodio de fiebre de tres días de duración acompañado de dolor intenso en las extremidades inferiores, predominantemente en la pierna derecha, en el borde interno de la zona del músculo gastrocnemio. 

Este dolor generó una limitación en la marcha y alteración del patrón de sueño debido a su intensidad. Ante esta situación, acudió al servicio de urgencias, donde fue evaluada por el servicio de medicina general.

Hallazgos adicionales

En la exploración física, el médico describió una úlcera medial en el maléolo de la extremidad inferior derecha, de 2 cm x 2,5 cm, con bordes bien definidos, presencia de fibrina, un área de necrosis, edema perilesional y secreción amarilla. 

Asimismo, se identificó una lesión satélite de aproximadamente 1 cm de profundidad, con malla de fibrina y bordes irregulares en la extremidad inferior izquierda. Se observaron pulsos pedios conservados y dermatitis ocre en ambas extremidades afectadas. Dado el cuadro clínico de fiebre, dolor local, limitación funcional y características de las lesiones, la paciente fue ingresada en el hospital durante 20 días con el diagnóstico de úlceras sobreinfectadas en las extremidades inferiores y sospecha de osteomielitis. 

Durante su hospitalización, recibió tratamiento antibiótico con trimetoprim/sulfametoxazol (80+400 mg en vial de 5 mL, dos viales por vía intravenosa cada 12 horas) y clindamicina (600 mg por vía intravenosa cada 6 horas). 

Una vez descartada la osteomielitis, fue dada de alta con un diagnóstico confirmado de úlceras venosas sobreinfectadas y se le prescribió ciprofloxacino (500 mg cada 12 horas durante 7 días), siete sesiones de cuidado de heridas en la clínica de heridas y cinco sesiones de fisioterapia rehabilitadora. En la clínica de heridas, se instauró un tratamiento inicial con vendaje elástico medio durante dos meses, seguido de la aplicación de un parche hidrocoloide durante un mes, manteniendo siempre las medidas de compresión. 

No obstante, la paciente no mostró mejoría con este enfoque terapéutico. Posteriormente, acudió nuevamente a consulta debido a la persistencia de las lesiones y de la secreción amarilla. En esta ocasión, recibió tratamiento con eritromicina (500 mg cada 12 horas durante 10 días).

Evolución del tratamiento con andamios de colágeno Tipo I

Durante el seguimiento clínico de las úlceras en la extremidad inferior izquierda, se evidenció una aparente disminución de la profundidad a la semana de iniciado el tratamiento, con abundante tejido de granulación, bordes definidos, ausencia de exudado e integridad de la zona perilesional. A las tres semanas, el tamaño de la úlcera se redujo de 1,5 cm² a 0,04 cm², representando una disminución del 96%. Finalmente, al cabo de cuatro semanas, la herida se cerró por completo.

A lo largo del seguimiento, la paciente mostró una adherencia completa al tratamiento, asistiendo a todas las sesiones de cuidado de la herida y utilizando el vendaje compresivo en cada cita de control. No se reportaron acontecimientos adversos asociados a la intervención. Tras el cierre de la úlcera, se indicó el uso de medias de compresión alta para prevenir recurrencias.

Discusión

Las úlceras venosas de las extremidades inferiores representan un problema de salud pública debido a su impacto en la calidad de vida de los pacientes y los costos asociados a su tratamiento. Estas lesiones pueden cronificarse como consecuencia de una respuesta inflamatoria secundaria a la hipertensión venosa, la cual genera alteraciones en la microcirculación. Las complicaciones incluyen infecciones locales o sistémicas, así como la formación de nuevas úlceras en los tejidos perilesionales.

Hasta la fecha, no existe un consenso sobre el tratamiento óptimo para las úlceras venosas, y los dispositivos utilizados no siempre favorecen el cierre y la regeneración de la piel. El colágeno tipo I, principal proteína extracelular de la dermis, desempeña un papel fundamental en la migración celular, proliferación y diferenciación de fibroblastos y queratinocitos, además de modular el cierre de la herida y estimular la angiogénesis. 

El Grupo de Trabajo de Ingeniería de Tejidos de la Universidad Nacional de Colombia desarrolló membranas acelulares de colágeno tipo I, las cuales han demostrado eficacia en la regeneración de heridas en modelos preclínicos.

Para evaluar su rendimiento en zonas de difícil cicatrización, estas membranas fueron utilizadas en el tratamiento de dos úlceras venosas de distintos tamaños en una misma paciente (Fontanilla). Se observó que el tiempo de cierre dependió del área inicial de cada lesión, logrando la epitelización completa de la herida más grande a las 16 semanas y de la úlcera más pequeña en solo 4 semanas. Estos hallazgos sugieren que el producto favorece el cierre de las úlceras al promover la regeneración de tejido con características similares a las del tejido sano circundante.

Conclusión

La aplicación de membranas acelulares de colágeno tipo I en úlceras desbridadas y sangrantes, en conjunto con medidas de compresión y cuidados básicos, facilitó el cierre de las lesiones. La calidad del tejido formado y la ausencia de recidiva tras ocho meses de seguimiento indican que este producto favorece la regeneración tisular y ayuda a prevenir la contractura cicatricial.

No obstante, debido a que este estudio se basa en un solo caso, se recomienda la realización de ensayos clínicos con muestras representativas para evaluar la seguridad y eficacia de esta opción terapéutica en el tratamiento de las úlceras venosas.





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