La clave estaba en entender que la tos violenta había generado una presión súbita en las arterias del cuello, causando un desgarro en la pared interna de la arteria carótida derecha.
Por: Katherine Ardila
Un hombre de 57 años acudió al servicio de urgencias tras presentar episodios repetidos de tos violenta que desencadenaron una situación médica grave. Inmediatamente después de toser, el paciente comenzó a experimentar dificultad para hablar y notó que el lado izquierdo de su cuerpo, brazo y pierna, había perdido fuerza.
Su esposa observó un detalle particular: su ojo derecho parecía más pequeño que el izquierdo, mientras el propio paciente refería dolor en ese mismo ojo.
El historial médico del paciente revelaba factores de riesgo importantes: hipertensión arterial diagnosticada y un consumo de una cajetilla de cigarrillos diaria durante diez años. Estos elementos constituyen factores que debilitan progresivamente la salud vascular.
El paciente llevaba un estilo de vida sedentario, sin práctica de ejercicio regular, y negaba el consumo de sustancias ilícitas o alcohol. No había sufrido traumatismos recientes en cabeza o cuello que explicaran su cuadro actual.
Hallazgos que alertaron a los médicosDurante la exploración física, los signos vitales mostraban una presión arterial peligrosamente elevada en 195/105 mmHg. Pero lo más llamativo apareció en la evaluación neurológica: aunque consciente y orientado, el paciente presentaba dificultad evidente para articular palabras y su habla era ininteligible en ocasiones.
Sus ojos mostraban una asimetría preocupante: el párpado derecho estaba caído y la pupila de ese lado era notablemente más pequeña que la izquierda. Al examinar su movilidad, se constató una debilidad completa en el lado izquierdo del cuerpo que le impedía mantenerse de pie o caminar.
La clave estaba en entender que la tos violenta había generado una presión súbita en las arterias del cuello, causando un desgarro en la pared interna de la arteria carótida derecha.
Este desgarro permitió que la sangre se filtrara entre las capas de la arteria, formando un hematoma que estrechaba el conducto vascular y favorecía la formación de coágulos.
El síndrome de Horner -la combinación de párpado caído y pupila contraída- ocurría porque el hematoma comprimía los nervios que controlan estas funciones oculares. Simultáneamente, un fragmento de coágulo había viajado hacia el cerebro, obstruyendo una arteria cerebral y causando el derrame cerebral que explicaba la debilidad del lado izquierdo del cuerpo.
El dolor ocular representaba una señal de alarma directa de la lesión arterial en progreso.
Tecnología que confirma el diagnósticoLas pruebas de imagen resultaron cruciales para confirmar las sospechas clínicas. La tomografía computarizada cerebral inicial mostró signos de obstrucción arterial, mientras la angiografía, un estudio especializado de los vasos sanguíneos, reveló el estrechamiento característico de la arteria carótida con la apariencia de "cola de rata" que confirmaba definitivamente la disección arterial.
Estudios complementarios como el ultrasonido carotidéo también mostraron la estrechez vascular, completando el panorama diagnóstico.
Un tratamiento para permitir la curación naturalEl abordaje terapéutico se centró en dos objetivos principales: permitir que la arteria se reparara naturalmente y prevenir la formación de nuevos coágulos. El paciente inició tratamiento con anticoagulantes intravenosos, seguido de medicación oral que mantendría durante tres meses.
Esta estrategia permite que el organismo selle progresivamente el desgarro arterial mientras se minimiza el riesgo de nuevos episodios de embolismo cerebral.
La evolución del paciente mostró una recuperación desigual. Por un lado, el síndrome de Horner se resolvió completamente en solo tres días, indicando que la compresión nerviosa había cedido.
Sin embargo, las secuelas del derrame cerebral persistieron, con debilidad y alteraciones sensitivas en el lado izquierdo que requerirán un programa extenso de rehabilitación física y terapia ocupacional.
El paciente deberá mantener control estricto de sus factores de riesgo vascular, especialmente la hipertensión y el tabaquismo.
Una condición que puede afectar a cualquieraEste caso ilustra cómo eventos cotidianos como un acceso de tos intensa pueden desencadenar emergencias médicas graves en personas con factores de riesgo vascular. La disección de arteria carótida, aunque poco frecuente, representa una causa importante de accidente cerebrovascular en adultos jóvenes y de mediana edad.
El reconocimiento temprano de signos como la asimetría pupilar combinada con déficits neurológicos puede ser crucial para un diagnóstico oportuno y un tratamiento efectivo que prevenga daños cerebrales permanentes.