Salud, política y herencia: el papel de Robert F. Kennedy Jr. en la agenda pública estadounidense

Kennedy Jr. dirige la política sanitaria de EE. UU. con posturas que se alejan del legado de su familia.

Por: Mariana Mestizo Hernández


Robert F. Kennedy Jr., sobrino del expresidente John F. Kennedy, proviene de una familia históricamente vinculada al Partido Demócrata. En un inicio, su trayectoria se alineó con esta corriente política. 

Sin embargo, tras participar en las primarias de 2023 y no obtener el respaldo esperado, se distanció del partido y se acercó al expresidente Donald Trump. Posteriormente, fue designado como titular del Departamento de Salud y Servicios Humanos, la entidad equivalente al Ministerio de Sanidad en Estados Unidos.

Declaraciones controvertidas desde un alto cargo público

Desde su llegada a este cargo, como lo señala el medio La Vanguardia, Kennedy ha realizado diversas declaraciones sobre asuntos de salud pública. Entre las más recientes se encuentra su afirmación de que el autismo no tiene base genética y que podría ser curado, una postura que ha sido objeto de discusión en diferentes espacios científicos por no contar con respaldo concluyente en la evidencia actual.

Estas declaraciones se han dado en el marco de un historial en el que ha expresado puntos de vista divergentes frente a consensos médicos, como en el caso de las vacunas. Este enfoque contrasta con el que sostuvo su tío, el presidente John F. Kennedy, quien durante su mandato impulsó una política orientada a ampliar la cobertura sanitaria para la población estadounidense.

El legado sanitario de JFK

Aunque el programa Medicare no fue aprobado durante su presidencia debido a la oposición del Congreso, John F. Kennedy sentó las bases de esta iniciativa. Su objetivo era que las personas mayores no tuvieran que agotar sus recursos económicos ni recurrir a la caridad en caso de enfermedad.

Durante tres años buscó los votos necesarios entre los congresistas, incluso a costa de introducir cambios al proyecto original. Finalmente, el intento no prosperó y el programa fue aprobado en la siguiente administración, bajo el gobierno de Lyndon B. Johnson. 

De acuerdo con la revista Time, el Congreso mostraba mayor disposición a respaldar al presidente en cuestiones de política exterior, pero no así en asuntos de política interna.

Continuidad más que ruptura

El periodista Theodore H. White ha señalado que, en materia de salud, la administración Kennedy no introdujo cambios radicales, sino que continuó una línea ya presente en el gobierno de su antecesor, el republicano Dwight D. Eisenhower. En ese sentido, el aumento de más del 50 % en el presupuesto sanitario respondió a una continuidad en la ampliación del papel del Estado en la provisión de servicios médicos.

Pobreza, salud y visibilidad

En ese momento histórico, el acceso a la atención médica dependía del poder adquisitivo, lo que significaba que la enfermedad podía implicar la ausencia de tratamiento para quienes no contaban con recursos suficientes. Kennedy era consciente de que aproximadamente uno de cada cinco estadounidenses enfrentaba dificultades económicas importantes. 

En 1962, leyó The Other America, del sociólogo Michael Harrington, un texto que tuvo impacto en su visión sobre la pobreza. En este libro, Harrington planteaba que la pobreza no solo tenía una dimensión material, sino también una dimensión espiritual: las personas afectadas se encontraban atrapadas en una falta de expectativas dentro de un sistema que no les ofrecía perspectivas de mejora ni les permitía acceder al ideal del esfuerzo recompensado.

La otra Norteamérica

Durante la década de 1950, Estados Unidos se concebía a sí mismo como una sociedad de abundancia. El discurso dominante apuntaba a que las necesidades básicas (como alimentación, vivienda y vestido) estaban cubiertas para la mayoría de la población, cuyo principal objetivo era alcanzar mayores niveles de bienestar. No obstante, esta narrativa dejaba por fuera a lo que Harrington denominó "la otra Norteamérica": entre cuarenta y cincuenta millones de personas que vivían en condiciones de pobreza.

Según el autor, esta población tendía a la invisibilidad social. Al vivir en condiciones atomizadas, carecían de representación en partidos políticos o sindicatos, y sus experiencias no se reflejaban en la conciencia colectiva del país. Eran lo suficientemente numerosos para constituir una subcultura, pero no para convertirse en una fuerza política visible.

Una visión opuesta sobre la discapacidad

El presidente Kennedy procuró transformar esta situación mediante iniciativas enfocadas en la inclusión social y el acceso a derechos básicos. Su sobrino, Robert F. Kennedy Jr., ha abordado recientemente el tema del autismo con una perspectiva centrada en aspectos económicos. Ha señalado que estas personas, en su opinión, no accederán a empleos ni contribuirán con impuestos. 

Esta afirmación ha sido discutida en distintos espacios, en tanto numerosos estudios muestran que muchas personas dentro del espectro autista desarrollan vidas laborales y sociales plenas. Un ejemplo que ha sido citado en medios de comunicación es el del empresario Elon Musk.





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