Hasta cuatro millones de muertes mundiales se reportan anualmente, por respirar aire contaminado dentro de los hogares.
Por: Pedro Felipe Cuellar
“Estamos todos conscientes del aumento en la incidencia de asma y alergias en la población. Las alergias afectan a más de 50 millones de personas en los Estados Unidos. Estudios recientes han demostrado que más de la mitad, un 54.6%, de todos los ciudadanos de los Estados Unidos tienen resultados positivos a uno o más alérgenos”, explica la Dra. Cristina Ramos, MD es Especialista en Alergia e Inmunología en Humacao, PR.
Siempre que se habla de contaminación se extiende una invitación a las grandes productoras y consumidores de recursos a gran escala, haciendo apologías a fábricas, ciudades llenas de tráfico, desperdicios arrojados en fuentes hídricas, consumo masivo de mercancía.
Y a pesar, que estos elementos, si son a gran escala, uno de los causantes de mayor contaminación a nivel mundial, se abre la ventana a los hogares, como aportantes a esta problemática social. En cualquiera de los dos casos afecta y perjudica la salud de muchas personas, y en muchos casos esto inicia desde la empresa más pequeña, los hogares.
Según la OMS, cada año se producen cuatro millones de muertes en el mundo a causa de respirar un aire contaminado dentro de los hogares, aire que provoca enfermedades como neumonía, accidentes cerebrovasculares, cardiopatías e incluso cáncer.
Uno de los primeros pasos para generar un impacto en la reducción de contaminantes y contaminación ambiental empieza en los hogares, en el impacto que pueden tener las acciones individuales desde el hogar.
La doctora Ramos confirma que, “uno de los contaminantes más significativos en el hogar son las estufas de gas y su combustión, si son casas pobremente ventiladas aumentan la contaminación por inflamación”.
Aun así, siendo este uno de los más prevalentes, en los hogares se encuentra la contaminación desde varios factores, ya sean derivados de la combustión, del uso de recursos, los agentes químicos o biológicos y demás, uno de estos son:
Productos de combustión, calefacción, las cocinas, las estufas, los hornos, e incluso el humo de tabaco.
Materiales de construcción y mobiliario, a mayoría de los edificios contienen elementos contaminantes que se degradan y se descomponen en partículas más pequeñas pueden ser fibras de vidrio y asbesto.
Productos de limpieza y aseo personal, contienen compuestos orgánicos volátiles (COV), son hidrocarburos que, a temperatura ambiente, pueden ser gaseosos, aunque suelen estar en bajas concentraciones, su acumulación sí puede llegar a ser peligrosa, como el benceno, formaldehido, clorobenceno, tolueno, xileno, acetona y percloretileno.
Biológicos, como ácaros, moho, polen y bacterias, su presencia en grandes cantidades provoca irritación en ojos y piel y problemas en las vías respiratorias que pueden derivar incluso alergias y asma, cefaleas.
La contaminación ambiental y el calentamiento global, son factores que aseveran condiciones patológicas en pacientes con complicaciones respiratorias o cerebrovasculares.
En América Latina, más de 150 millones de personas viven en ciudades que exceden las Guías de Calidad del Aire de la OMS, afectando profundamente la salud, sobrevivencia y calidad de vida de los ciudadanos.
Según la OPS, “La contaminación del aire en el hogar se asocia al uso de combustibles y prácticas de cocina ineficiente”, por lo que es necesario replantear los mecanismos usados en los hogares para adquirir recursos básicos o hacer uso de procesos necesarios como la cocción de alimentos, baño o aseo personal.
La Dra. Ramos, sostiene que, “todos podemos hacer un esfuerzo en ese movimiento un poco más solar, en Puerto Rico no nos hemos movido a solar, ahora lo estamos haciendo más por necesidad y costo, pero no por razones ambientales”, lo que sería un impacto significativo en materia de contaminación y de uso saludable de recursos o materia prima.
Esta nota se desarrolló con información de la Asociación Puertorriqueña de Médicos Alergistas.