El índice de diagnósticos de condiciones mentales aumentó en los últimos años debido a la pandemia.
Por: María Camila Sánchez
Es frecuente escuchar el término de estrés postraumático (TEPT) cuando se hace referencia a los veteranos de guerra, así como a personas que han presenciado o experimentado algún tipo de agresión, accidente, catástrofe u otros hechos graves.
Todo este tipo de circunstancias pueden desatar una condición psiquiátrica capaz de generar disfunción en el comportamiento normal de las personas, afectando, también, la calidad de sus relaciones interpersonales y, por lo tanto, su calidad de vida.
En una conversación que sostuvo la Revista de Medicina y Salud Pública con el Dr. Joalex Antongiorgi, quien es psiquiatra del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, el experto explicó los principales síntomas del estrés postraumático.
“En primer lugar, estas personas suelen presentar pensamientos intrusivos que son muy recurrentes. También adoptan una conducta de evitación, es decir, evaden el tema y evitan hablar sobre cómo se sienten al respecto. Se tornan hiperreactivos hacia algunos estímulos de su alrededor y se les ve afectado el estado de ánimo”.
Y es que según la literatura médica, estas señales suelen aparecer dentro de los tres meses posteriores al evento traumático, aunque en ocasiones pueden aparecer incluso después. Ahora bien, es importante aclarar que la presencia de algunos de estos síntomas no es sinónimo de este trastorno, pues se diagnostica en personas cuya prevalencia del cuadro clínico alcanza o supera las cuatro semanas, y sus manifestaciones interfieren con varios aspectos de su vida cotidiana como las relaciones personales y laborales.
“Al tener esa combinación de factores ya establecidos, podemos entonces hacer un análisis de lo que es estrés postraumático, pero no todo el mundo lo va a desarrollar”, recalcó. “Si vemos, por ejemplo, la incidencia de la población veterana comparada con la población general de Puerto Rico, vamos a ver una prevalencia más alta en los veteranos por la cantidad de estímulos de alto riesgo a los que estuvieron expuestos”.
Sin embargo, esto no quiere decir que todas las personas que se han visto afectadas directa o indirectamente por circunstancias traumáticas van a desarrollar estrés postraumático, y tampoco la presencia de uno de los síntomas anteriormente mencionados quiere decir que la persona lo padece.
“Quizás pueden ser personas reactivas que siempre han sido así en su vida, pero no significa que sea TEPT. Tiene que haber una disfunción, y tiene que haber efecto en las cuatro categorías que mencioné para poder hacer un diagnóstico”, aclaró.
Estrés postraumático en población pediátrica, ¿cómo se manifiesta en niños?
Los niños son altamente vulnerables a padecer este tipo de condiciones, y más si tenemos en cuenta los eventos que se han presentado en Puerto Rico, no solo por la pandemia, sino también por los sucesos climáticos y ambientales que, de alguna manera, han interferido en su desarrollo normal.
“Cuando nosotros pensamos en el crecimiento normal, la escuela es un factor importante, no solo por todo lo que aprenden académicamente, sino por las relaciones sociales que allí forjan, el compartir con otras personas y cómo se desenvuelven frente a los conflictos”, mencionó.
Podemos tomar como referencia, por ejemplo, el paso del huracán María por la isla en 2017 y el impacto que dejó como consecuencia en los puertorriqueños; de hecho, los estudios realizados sugieren que tras este desastre natural, entre un 8% y un 10% de infantes estaban experimentando síntomas asociados al trastorno de estrés postraumático.
“Ellos todavía no tienen la madurez para poder manejar las cosas, aunque sí hemos visto que son más resilientes”, añadió.
Adicionalmente, es común que una persona, incluyendo niños y adolescentes, con TEPT desarrolle síntomas asociados a la depresión, como la baja autoestima, la frustración y la predisposición de recurrir a acciones de alto riesgo que deben ser tratadas por un especialista de la salud mental.
“Los síntomas depresivos se ven en muchas condiciones, pero no necesariamente el estar triste es una condición psiquiátrica. Con esto, no quiero decir que no debamos tratar la tristeza o que no nos preocupen los niños tristes; debemos validar esas emociones y brindar el apoyo al paciente, pero reconociendo que su estado anímico no hace parte de un cuadro de depresión mayor severo”.
A diferencia de los adultos, los síntomas depresivos en niños y adolescentes se manifiestan mediante la irritabilidad, cambios muy notorios en el comportamiento, alteraciones en las notas, aislamiento social, patrones de disfunciones, entre otros.
Regreso a la normalidad: el reto para los pacientes con TEPT
A propósito del reciente tiroteo ocurrido en una escuela primaria de Uvalde, Texas, el experto señaló que, es importante resaltar que hay un alto nivel de estigmatización social frente a las personas que son diagnosticadas con alguna condición de salud mental, puesto que se les estaría responsabilizando y relacionando con hechos de violencia y agresividad similares a dicho evento ocurrido en Estados Unidos.
“Estos comportamientos no son secundarios a las patologías y, de hecho, la mayoría de nuestros pacientes no son agresivos ni son un peligro para la sociedad. Por el contrario, todo lo que está sucediendo son problemas que nosotros tenemos que ver”, dijo. “El odio no es una condición psiquiátrica”.
Tomando esto como referencia, el especialista refirió cómo debería ser el proceso de reintegración de los menores que se encontraron presentes durante el suceso a su vida cotidiana, pues asegura que muchos de ellos podrían desarrollar TEPT.
“Lo primero que debemos hacer, es tratar de reintegrarlos a la normalidad lo antes posible; mientras más tiempo ellos pasen fuera de la escuela fuera de su rutina, más se van a afectar porque van a pasar más tiempo recordando lo que pasó”, mencionó. “Lo otro, es que debemos evitar preguntarle o hacer que recuerde lo que sucedió, porque estaríamos haciendo que reviva el momento”.
Ciertamente, ante situaciones como esta, se deben buscar estrategias de educación, no solo para los menores o padres, sino para maestros y personal que pueda verse involucrado.
“Debemos enseñarles cuáles son los síntomas asociados a la disfunción para que estén pendientes, y una vez los identifiquemos, debemos empezar a trabajarlos de manera temprana”, concluyó.
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